LA VIDA ES BELLA: ¡Vive!
La vida es bella. No
debemos disfrazarla, no podemos obviarla. Formamos parte de la naturaleza y eso
nos convierte a todos en únicos y valiosos tesoros. Debemos integrarnos en
nuestro paisaje y abrir nuestros sentidos para que puedan enriquecer nuestra
sensibilidad con la percepción de mil maravillas, con el afloramiento de mil
sensaciones. Hermosa es la tierra, limpio debemos percibir el aire y enigmático
y mágico puede llegar a ser el cielo.
Si aprendemos a coexistir con nuestro
hábitat conseguiremos escuchar nuestro corazón. Y él nos contará mil fantasías,
y él nos llevará presos del amor hacia parajes nunca imaginados, y él nos
mostrará el camino de las usanzas constructivas, y él, sólo él, nos empujará
con un cada día renovado ímpetu hacia el reino donde la diosa felicidad anhela
gobernarnos. Debemos condenar toda razón que no contribuya a enriquecer nuestro
espíritu. Pensar no nos da la vida y demasiado a menudo nos la complica.
En el
sentir debe apoyarse el vivir y queriendo y siendo queridos hallaremos la fibra
que vigorizará nuestro existir. Si andamos con paso seguro habremos hallado la
senda de nuestra verdad. Aunque admitamos que en la percepción todo es
relativo, aquello que disminuya con constante insistencia nuestra confianza
debe ser corregido y aquello que se nos presente con insistente constancia como
una falsedad, como una contumaz mentira, debemos rechazarlo.
Ser uno mismo no
es nada fácil. Demasiados factores condicionantes, experiencias,
circunstancias, opiniones,..., habrán procurado y procurarán alterar nuestro
natural carácter, nuestra innata personalidad. Para calmarlos muchos habremos
configurado un ser artificial que para mantener su banal proceder deberá
enterrar sus emociones. Engañados iremos si esperamos alquilar nuestra esencia
con fiestas y guirnaldas que acicalen las realidades que acosan nuestro
bienestar, pues en su conclusión el arriendo nos devolverá el depósito de
nuestra frágil moral. Errados estaremos también si creemos adormecer nuestro
descontento con aquellos fármacos que hunden las tensiones hacia el fondo de
los subconscientes, pues ante el menor contratiempo nuestra mente removerá ese
asiento y las turbaciones asediarán aún con más brío nuestro equilibrio.
La vida es bella,
¿sabes? En un trocito de cielo, hablando con una estrella, bajo una gota de
esperanza, en el abrazo de mis hijos, tras el vuelo de una ilusión o, quien
sabe, en la sonrisa de mi amada descubrí cuan hermoso es vivir. Ahora lo sé y
voy a poner todo mi empeño en no volver a olvidarlo jamás. Si nunca lo dudas
deberás también marchar. Escoge tu sueño y marcha con él. Marcha con él y vive,
pues solo viviendo recuperarás la alegría de vivir. Si la solitaria paz te
inquieta deberás gritar.
Grita tan alto como
puedas que te amas y en los ecos rebotados tu autoestima te regalará muchos
otros amores. Si tu camino te resulta demasiado abrupto deberás volar. Vuela
alto y súbete a las nubes donde escondiste tus deseos y apaciguaste tus
pasiones. Libéralos y aprende a ser tu propio ángel de la guarda. Libéralos y
recuperarás también tus emociones.
Si la tristeza encoge con firmeza el brillo
de tus ojos deberás imaginar. Imagina que puedes ser muy, muy feliz. Imagina
que nada ni nadie, sólo tu, va a decidir el sino de tu esperanza. Imagina que
aprendes a amar de verdad y que la nómina que ingresa tu corazón simplemente
por latir acaba siendo millonaria en correspondencias.
Pues sí, la vida puede
ser muy hermosa. Y si aún lo dudas deberás creer. Cree en la magia del
inoportuno hado, cree en los ideales que marcaron cada despertar, cree en la
fuerza del amor y aplícala, cree en la pureza de la amistad y búscala, cree en
ti y, por favor, déjate ir... Marcha, grita a los cuatro vientos tus
sentimientos, vuela y libérate, imagina y fantasea, aprende a amar y ama y, no
lo olvides: ¡Vive!
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