VIVIR Y MORIR… CON Y POR
PASIÓN!
La vida es -o debería ser- siempre pasión. Si
no, no es vida!
Pero la pasión tiene una cara y una cruz!
Puedes despertar amor o bien puedes despertar odio e ira. En cualquier caso y
sea del tipo que sea, siempre se trata de pasión, bienvenida…
Pasión es vibrar por las cosas que suceden,
tratar de vivirlas intensamente y, como consecuencia de ello, ser capaz de
compartirlas, generando también pasión…
Pero la pasión es incontrolada, por
definición! Y hay que ser valiente para sentir y manifestar pasión, en un mundo
en que la rutina y la mediocridad nos asfixia y nos menosprecia…
Sentir pasión no es más que recibir con
ilusión o con sorpresa todo lo que la vida nos ofrece y que seguramente
merecemos, a cada instante.
El enemigo de la pasión no es el paso del
tiempo, sino la indiferencia que provoca el miedo…
La pasión -como el amor, su máximo exponente-
nace dentro y crece cuanto más se utiliza y más se comparte!
Vivir sin pasión es una manera de morir, cada
día. Morir por pasión es el mejor -o el único- sentido de una vida plena!
¿Quién no moriría por amor? ¿Y que es el amor
verdadero, sino una pasión intensa, incontrolada y siempre soñada? ¿E intentar
convertir los sueños en realidad no es la mejor forma de realmente vivir con pasión?
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