COMO SE MIDE LA
VIDA
La vida no se mide por el número
de amigos que tienes, ni por cómo te aceptan los otros.
No se mide según los planes que
tienes para el fin de semana o por si te quedas en casa sólo.
No se mide según con quién sales,
con quién solías salir, ni por el número de personas con quienes has salido, ni
por si no has salido nunca con nadie.
No se mide por la fama de tu
familia, por el dinero que tienes, por la marca de tu coche, ni por el lugar
donde estudias o trabajas.
No se mide ni por lo guapo ni por
lo feo que eres, por la marca de ropa que llevas, ni por los zapatos, ni por el
tipo que música que te gusta.
La vida no es nada de eso.
La vida se mide según a quién
amas y según a quién dañas.
Se mide según la felicidad o la
tristeza que proporcionas a otros.
Se mide por los compromisos que
cumples y las confianzas que traicionas.
Se trata de la amistad, la cual
puede usarse como algo sagrado o como un arma.
Se trata de lo que se dice y lo
que se hace y lo que se quiere decir o hacer, sea dañino o benéfico.
Se trata de los juicios que
formulas, por qué los formulas y a quién o contra quién los comentas.
Se trata de los celos, del miedo,
de la ignorancia y de la venganza.
Se trata del amor, el respeto o
el odio que llevas dentro de ti, de cómo lo cultivas y de cómo lo riegas.
Pero para la mayor parte, se
trata de si usas la vida para alimentar el corazón de otros.
Tú y solo tú escoges la manera en
que vas a afectar a otros y esas decisiones son de lo que se trata la vida.
Hacer un amigo es una
gracia.
Tener un amigo es un don.
Conservar un amigo es una
virtud.
Ser un amigo es un honor.
Por eso te propongo
Las propuestas actuales para
transitar el camino espiritual apuntan a lo estético (no a lo ético), a lo
prescindible (no a lo imprescindible), a lo superficial (no a lo
profundo)…
Ante tal diversidad de
propuestas, con un elevado costo material y un dudoso margen de rédito
espiritual y moral, me “animo” a ofrecer mi decálogo de propuestas, que tal vez
puedan resultar útiles, quizás puedan ponerse en práctica. Mi propuesta dice
así:
Te propongo empezar esta
mañana…
Abrir la persiana al corazón,
junto con los postigos de tu casa.
Sacar los desechos que corroen el
espíritu, en las bolsas con los residuos diarios, y preparar -para la escena de
tu Vida- el mejor escenario.
Beber el aire puro que renueva,
antes de la comida cotidiana; y buscar el complemento de la risa, para nutrir
de transparencia el alma.
Encender las ganas de ser útil,
junto con el motor del auto, y sintonizar- en el dial del alma- el programa que
enseña a ser humano, agradecido y cauto.
Buscar propios caminos
interiores, junto a la senda transitada, donde los sueños se agolpan
insistentes y salen a mostrarse en la mirada.
Te propongo iniciar cada jornada,
lavando de resentimiento el alma, cepillando -de odios- telarañas, y quitar las
pelusas del olvido a un buen recuerdo que por ahí yace escondido.
Te propongo despertarte, y no
seguir dormido… erguirte en la columna de las ganas, y no avanzar caído.
Te propongo que vivas el minuto
presente y dejes los miedos diarios que te visten de ausente.
Te propongo y me propongo que
avancemos.
¡Juntos podemos!
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