¿UN AÑO MÁS… O UNO MENOS?
Cuando uno cumple años a partir de una cierta edad, no sabe ya si celebra los años vividos o los que le quedan por celebrar! Los años van pasando uno a uno, pero aunque no sabemos a ciencia cierta cuánto más viviremos, cada vez queda un año menos para vivir y hacer todo aquello que deseamos para nuestra vida…
Dicen que la edad es algo que se
lleva en el corazón! Si el corazón lo mantienes joven, despierto y
revolucionado, tu espíritu es el de un joven que aún tiene todo por hacer en la
vida. Si, en cambio, sientes que todo en tu vida es una repetición de lo ya
vivido, es que tu corazón y tú estáis viejos y no esperas nada más de la vida…
Perdona mi falta mi
humildad si afirmo que, en vez de mirar hacia atrás, hoy día de mi cumpleaños
miro hacia delante, para ver qué me queda por vivir. Ni que decir tiene que lo
vivido me ha aportado una cierta sabiduría, porque es ahora a mi edad cuando
vivo los acontecimientos en toda su plenitud, intensidad y conciencia. Es como si, hasta ahora y durante demasiados años de mi vida anterior, todo hubiera sucedido demasiado deprisa y sin darme cuenta de su esencia y de su valor. Cada año nuevo que cumplo es un poco de sabiduría más… aunque cada día más eres consciente de que aún tienes todo por aprender…
Sí, sentir que todo aún está por
aprender invita a desear que aún puedas vivir muchos años más para lograrlo.
Cada día nuevo que llega me siento más capacitado para vivir todo aquello que
merezco y he deseado en mi vida. ¿Avaricia, quizás? Tal vez hasta ahora solo he
aprendido a usar las herramientas que la vida me ha dado en forma de dones para
poder a partir de ahora vivir, de verdad. Hasta hace un tiempo la vida imponía
su a ratos cruel dictado que marcaba mi agenda y hoy ya soy yo quien decide no lo
que sucede, sino cómo me afecta y cómo me enriquece lo que sucede a mi
alrededor…
Es verdad, tal vez
he sido demasiado lento hasta llegar a aquí, a darme cuenta de que la vida es
un misterio y tiene magia por sí misma… y que hemos venido a este mundo solo
para aprender a vivirla tal como viene, sin lamentos y sin miedo. Te parecerá poco quizás este logro, pero lo veo como una meta volante y necesaria para
poder vivir plenamente a partir de ahora y durante el tiempo que me quede. Al
final, me guste o no, cuando me vaya de este mundo, todos dirán de mí que “era una persona buena“… seguramente como todas las demás! Y, aunque ya no estaré aquí para
contradecirlo o afirmarlo, desde donde esté pensaré que habrá valido la pena la
vida si la gente que me conoce -o cree conocerme- piensa eso de mí, sobre todo
si en mi caso es radicalmente una verdad…
La verdad es que aún
tengo muchas cosas para hacer y lograr para que alguien pueda afirmar eso de
mí, con plena razón. Aunque me da igual lo que digan, soy yo quien lo debo
sentir así. Pero también es verdad que poco me importa hoy lo que los demás
piensen de mi, actúo desde mi conciencia, el más exigente juez y verdugo de
nuestra vida! Como tampoco me importa si me voy mañana de este mundo, pues
siento la serenidad de haber hecho todo
lo posible para aprender a vivir. Hoy ya, por fin, sé amar, de verdad! Aunque
si la vida se empeña en regalarme muchos años más de vida, se lo agradeceré
profundamente porque tal vez podré llevar a cabo todo aquello para lo que vine
a esta vida…
¿Un año más… o un
año menos para vivir? Me da igual, nadie me lo preguntará más que yo mismo. Me
conformo con poder responder con orgullo que al final entendí el “para qué” y lo pueda hacer
con hechos y no solo con palabras. Al fin y al cabo, en todos los años vividos
apenas he aprendido a descubrir el sentido esencial que tiene mi vida,
aunque el cómo y el cuándo será la propia vida la que me invite a descubrirlo,
año a año, durante mi corta o larga vida que me quede por vivir y disfrutar…
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