CREER PARA VER
Creo en un
número incalculable de dioses que moran en el sonido, en la forma, en el color,
en la fragancia...
Las flores y
todos los elementos que componen la naturaleza tienen voces sutiles.
El espacio
está tejido por estas voces.
El silencio
jamás es absoluto.
En las noches más profundas oímos siempre un murmullo
lejano, revelador de una suma de infinitesimales voces: todos los pensamientos
que se formulan en el mundo vibran en esas voces.
En una
piedra podemos oír, si escuchamos con atención, el trayecto del tiempo; en el
ruido de la lluvia podemos oír el diálogo vacilante de los primeros hombres; en
ciertas plantas podemos oír a las mujeres de la antigüedad elaborar secretos;
en el estruendo de las olas que se elevan en los mares podemos oír la
aclaración de algunos hechos históricos; ciertas alondras nos traen anuncios
del futuro más próximo.
Si no os
dignáis oír estas voces, cómo podría un dios oír las vuestras?
Silvina Ocampo (Fragmentos del Libro Invisible)
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Todos los días
a la misma hora
los mismos sonidos
una silla añosa
arrastrada hacia el tilo
el golpeteo en el tronco
de su inseparable pipa
El diario de ayer
diez veces leído
y en la vieja Spika
sonando un tanguito
me asomo al balcón
saludo y
sonrío
Aunque no lo sepa
mi vecino Aroldo
jamás está solo
a su alrededor
hay una legión
de dioses amigos
A. Alba
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