¿Qué haces tú para mejorar o
resolver los problemas de esta sociedad?.
Hace tiempo leí una verdad que me
impactó por su sencillez:
Sólo hay tres tipos de personas,
las que se comprometen, las que observan y las que huyen. ¿Qué tipo de persona
eres tú ante tus propios problemas y los ajenos?.
Pero, ¿qué es la vida sino el ir
resolviendo los problemas que ésta te presenta continuamente?. La diferencia se
encuentra en la actitud que adoptamos ante ellos. Con esta actitud podemos o
bien sumar y ser felices o bien restar y vivir amargados, es así de sencillo.
Tendemos a pensar que como
individuos un solo voto particular es insignificante, que cualquier cosa que
digamos o hagamos no va a tener el menor impacto en el quehacer colectivo como
sociedad.
Al mismo tiempo, es demasiado
común oír a la gente quejarse continuamente por esto y por aquello, hasta el
punto que me pregunto qué ocurriría si dedicaran la mitad de ese tiempo en
resolver precisamente los problemas objeto de esa queja.
Todo esto nos hace pensar que
como individuos realmente estamos absolutamente desenfocados y perdidos en este
maremagnum colectivo en donde todo el mundo intenta alzar su voz en un griterío
estridente: todos gritan, pero apenas alguien dice algo con sentido común.
Sin embargo, siempre llevamos encima la llave, una llave mágica de cuento infantil, que nos puede permitir
cambiar las cosas, ciertas cosas, en un mundo mucho más cercano al de las
dramáticas cifras macroeconómicas con las que parece que el mundo se va a
acabar el día menos pensado. Si usáramos bien esta llave, nos daríamos cuenta
de que para cambiar aquéllo, debemos empezar a cambiar lo que más cerca
tenemos, abriendo así una caja, un cofre más bien, lleno de muchísimas
sorpresas.
La llave es nuestra, cada uno
tiene la suya, de nosotros depende usarla o dejar pasar la vida y malgastarla.
Con esta llave, podemos:
• Mantener una ACTITUD POSITIVA
ante los problemas: éstos nos enseñan más que lo que realmente nos perjudican,
pero tenemos que aprender a extraer esas lecciones, nadie lo puede hacer por
ti.
• Mejorar el entorno laboral en
el que te mueves: nada mejor que la satisfacción de un trabajo bien hecho, el
ayudar a un compañero en apuros y el aportar ilusión a todo lo que haces. Esto
también es una cuestión de hábito y de actitud y, cómo no, también depende de
nosotros.
• Dedicar más y mejor tiempo a
tus hijos: olvida los caros juguetes con los que sin darte cuenta quieres
compensar, quién sabe, algunas ausencias demasiado largas. Tus hijos sólo
necesitan que tú seas feliz, porque de esa manera tú vas a estar a gusto en su
presencia y vas a irradiar esa felicidad. Busca y exprime esos momentos que
ofrece el día a día para disfrutar de tu responsabilidad como padre o madre.
También eso depende exclusivamente de ti, pero date prisa, porque si tienes
hijos pequeños, éstos crecen rápido y el tiempo pasa corriendo.
• Cuida de tu pareja: el amor no sólo
nos llega sin saber de dónde sino que hay que mantenerlo vivo, cada día. Olvida
esas discusiones absurdas en las que nos solemos enzarzar y esfuérzate en
descubrir el contexto, las tensiones diarias, el cansancio, etc. que están
siempre detrás. Una discusión no es una competición. Ten paciencia y encuentra
las palabras adecuadas.
• Tú eres el primer educador de
tus hijos y, como tal, tienes una responsabilidad enorme para que éstos modelen
en su día otra sociedad más justa. Piénsalo, pero es así. Esta tarea no la
podemos delegar, nos corresponde como padres y madres.
• Mantén tu mente alejada de la
nostalgia o los errores del pasado y de las incertidumbres del futuro. Vivimos
continuamente enajenados por un pasado que pudo ser o un futuro incierto. Cuanto
más consciente se es del aquí y el ahora, más cerca tenemos el sosiego de la
felicidad diaria. Esto tampoco nadie te lo puede dar, sólo tú.
• Renuévate y detecta
condicionamientos automáticos en tu manera de pensar. No podemos ser y pensar
siempre de la misma manera, al igual que nuestros cuerpos, los esquemas de
pensamiento deben evolucionar. En demasiadas ocasiones vivimos anclados a un
pasado ya obsoleto o en aquellas respuestas fáciles que el sistema nos
da.
• Ve a por aquello que te
apasiona y te gusta, sin sentir vergüenza, sea lo que sea. Descrubrirás el
efecto contagioso que esta actitud tiene entre los que te rodean. He aquí una
joya que nunca deberíamos olvidar: somos buenos sólo en aquello que nos gusta y
apasiona.
• No dejes que nadie intente
alejarte de tus sueños; los que lo hacen, son incapaces de alcanzar los suyos.
Así podríamos seguir con una lista interminable de cosas que podríamos hacer
por este mundo, esta sociedad, esta ciudad o pueblo en donde vives: en
definitiva, por ti mismo. Esta es la mejor aportación que podemos hacerle a
nuestra sociedad. El mundo no es así porque sí, es una proyección de las vidas
de millones de personas, con sus anhelos e ilusiones, sus ansias de paz y de
amor, pero también de sus miserias y avaricia.
Por tanto, va a ser imposible cambiar aquello que no funciona bien
en esta sociedad si antes no cambiamos nosotros mismos, de ahí la sencilla pero
profunda cita de Ghandi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”
piénsalo:
¿En qué grupo
estás?, ¿Entre los que se comprometen, los que observan o los que, como la
mayoría, huyen?
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