CUANDO SÉ
QUE COMIENZO A MADURAR
Cuando ya no tengo
dudas de mí,
cuando paso por la
vida con seguridad en quien soy.
Cuando mis pasos me
llevan al lugar que quiero,
cuando ya no lloro
por pequeñas cosas.
Cuando mi vida
empieza a tener sentido,
cuando ya no dudo
de lo que soy capaz…
entonces sé que he madurado.
entonces sé que he madurado.
A veces podemos
cuestionarnos
cuándo es que empezamos a madurar,
y no es una cuestión de edad...
cuándo es que empezamos a madurar,
y no es una cuestión de edad...
Se puede ser muy joven y a la vez tener una
madurez extraordinaria, también hay personas mayores que nunca maduran, viven
la vida como niños y se visten como tales. Personas que hacen de su vida una
fiesta, no tienen propósitos. Ni planes de vida. Por eso la madurez no es un
estado mental, es una actitud, no es cuestión de edad, es tener sentido común ante
la vida.
Siempre está esa pregunta “¿Tengo la suficiente
madurez?”. Quien podría decir nada de tus pensamientos, sólo los conoces
tú; pero al hacerte la pregunta ya estás empezando a tomar conciencia de
qué es la madurez en nuestras vidas. ESTÁS CRECIENDO.
Hay personas muy jóvenes que tienen muchos
planes de vida, que saben qué hacer, qué harán y cómo será su vida más
adelante. Son personas con propósitos, hacen que su mente empiece a pensar
más en los pasos que dan y ya no se siente tan desvalidas, al contrario sienten
que tienen el mundo en sus manos porque ya saben donde va.
Hay otros tipos de
personas, que por más años
que tengan siempre están disconformes, aburridos, no saben qué hacer, no hacen
nada por cambiar sus vida ni tratan de darle solución, siempre están a la
espera que otras personas lo hagan por ellas.
Podríamos decir que en este campo de la
madurez cada persona sabe hasta qué grado lo tiene.
Sabemos que hemos
madurado cuando podemos mirar atrás con arrepentimiento, no para lamentarnos sino
para corregir los errores del pasado.
¿Cuando reconozco que he madurado?
Sabré que he
madurado...
Cuando ya no espero nada de mi pareja, cuando de tanto defraudarme ya no
voy en su busca, ya no voy detrás suyo y pienso detenidamente que no vale mi
desgaste emocional por quien no sabe apreciarme.
Sé que estoy madurando cuando veo que ya puedo caminar sin muletas, que soy capaz de enfrentar la vida sin miedos porque los he podido superar.
Ya no le temo a la vida.
Es y será como yo quiero que sea.
Maduro cuando a pesar del dolor que me ha causado la muerte de lo más querido, me vuelvo a levantar y ya no lloro, sino que su recuerdo es comparado a un campo de rosas de paz y tranquilidad, cuando su recuerdo me produce sensación de bienestar, porque aunque sé que ya nunca más le vuelva a ver, lo tuve en mi vida y lo amé tamo que ese amor durará hasta el último día de mi vida. Acepto su partida y me resigno que la vida es así… nadie lo puede cambiar.
Cuando voy de
compras y ya no gasto en nada que no sea lo que realmente me gusta, mejor una
buena prenda que diez que dejaré tiradas en mi armario durmiendo por años
quizás. Cuando le tomo el valor al dinero, cuando ya no derrocho
ni despilfarro sé
que voy creciendo como persona.
Maduro cuando veo las injusticias, los malos
tratos, cuando las mujeres sufren por alguien que no vale la pena y quiero
correr y decir que basta, que todo eso pasará, que mañana será
otro día en el que podrá volver una nueva luz en su camino. Me hacen madurar, y
mucho, el sufrimiento ajeno porque me doy cuenta que vivo en una sociedad y
debo integrarme.
Cuando en mi
trabajo ya me pongo en mi nivel y le puedo decir a mi
jefe que es un
abusivo conmigo, que me trata mal, que no es justo que me haga la vida
imposible; aun con miedo de perder mi trabajo, pero lo digo con mucha
delicadeza porque sé que estoy en una situación delicada y ella vive buscando
donde no hay. Ya no le temo a nada.
Maduro en cada
golpe que la vida me da.
Maduro si pese a los golpes que recibo, no permito que ello me haga una persona dura y fría, y me convierte en una persona que da amor, que va ayudando a quien lo necesita, dando palabras de aliento a quien se me acerca. No me quedo pegado en ese dolor, salgo adelante y crezco como persona.
Maduro si pese a los golpes que recibo, no permito que ello me haga una persona dura y fría, y me convierte en una persona que da amor, que va ayudando a quien lo necesita, dando palabras de aliento a quien se me acerca. No me quedo pegado en ese dolor, salgo adelante y crezco como persona.
He madurado
cuando he aprendido a no sentir obligación a ir con mis amigos cuando me
invitan a salir, sin temor a que se molesten por ello o a lo que piensen de mí.
Cuando digo NO al que me deja y me toma cuando
quiere, haciéndome daño. Ya no acepto cosas de segunda mano, ni pedacitos de
felicidad. No merezco eso, y mientras más vivo más exigente soy respecto a mis
relaciones. Aun con el corazón destrozado digo NO, porque no quiero esa vida
para mí, he crecido en mi autoestima.
Me ha costado mucho ser como soy
ahora
y no quiero volver a ser quien era antes.
y no quiero volver a ser quien era antes.
Voy madurando paso
a paso, llorando y riendo,
pero a la vez voy aprendiendo que todos somos personas especiales y nadie nos
puede cambiar. Pero si en mí está, yo si puedo cambiar, crecer tanto en edad
como emocionalmente y aun así seguir sonriendo a la vida, porque vivo con la
esperanza de que un día a todas las personas se nos ablandará el corazón y
vamos decir:
Soy una persona madura que puede dar y ofrecer amor. Ahora la vida la veo desde otra
perspectiva, sólo importa una persona para toda la vida y no diez.
La vida es de dos, y no hace falta más.
Habré madurado cuando me levante y sonría mirando la vida con
optimismo a pesar de haber llorado toda la noche. Porque envejecer es una obligación y madurar es
opcional. Me decido por madurar para poder mirar a mi alrededor y
descubrir qué es lo que más me hace feliz. Hoy sólo busco vivir en completa paz
y felicidad, para dar a los que me rodean el mismo nivel de afecto.
La madurez es una bella etapa, es cuando
sientes mayor seguridad en lo que haces y no necesitas explicarlo, la gente con
sólo mirarte ya lo sabe, y sin saber cómo, les inspiras confianza. Siempre
habrá personas que se acerquen a ti. Eres como un vaso de agua en pleno
desierto. Muchas personas necesitan de ti.
Autor: Shoshan.
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