APRENDER A ACEPTAR, APRENDER A CAMBIAR
A menudo, nos surgen situaciones en la vida en
las que no sabemos como actuar y nos movemos entre aceptar lo que nos sucede o
por el contrario, evitarlo o incluso, negarlo. Pero, ¿qué es lo que más nos
beneficia?
La respuesta sería aceptar aquello que se nos presenta. Cualquier
situación en la que la vida o las relaciones nos sorprenden, tenemos que
aprender a aceptarla. Si nos resistimos o negamos, tan sólo se harán más
fuertes esos pensamientos en nuestra cabeza, adquiriendo una mayor relevancia.
Afrontar una situación es buscar soluciones, es aprender a vivir
con la situación de la mejor manera posible, y ser feliz con ello.
Cuando hablamos de
aceptar, nunca consideramos que evitar sea una solución, ya que la
evasión nos aleja de la realidad, mirando hacia otra dirección,
sin afrontar ni resolver lo que nos corresponde. Además, aceptar es el primer
paso para que más adelante haya un cambio.
¿Qué diferencia hay entre la aceptación
y la resignación?
Aceptar es encontrar
el equilibrio para ser feliz con lo que nos toca
vivir, es encontrar la fórmula para solucionar, mejorar, adaptarse, respetar y ver el
lado positivo de
la situación. Es comprender las cosas tal como son.
Sin embargo, la resignación es vivir con esa situación molesta,
porque no nos queda más remedio, llevando lo mejor posible el sufrimiento, y aguantando
lo que nos ha tocado vivir.
La respuesta es aceptar
siempre. Ahora bien, es conveniente no confundir la
aceptación con la resignación, como explicábamos antes, ya que resignarnos
sería asumir la situación desde la pasividad del sufrimiento, y
sin embargo, aceptar supone ser parte activa de la situación que
aceptamos, es decir, que parte de la aceptación, en muchas
ocasiones es la toma de decisiones y ésta conlleva, a veces, el cambio.
Aprender a
aceptar es aprender a cambiar
Como hemos dicho, aceptar es siempre el primer
paso, para adaptarnos de la mejor forma a la situación que nos sobrevino.
Con ello, nos
sentiremos mejor con nosotros mismos y con la situación,
aprenderemos a llevarla bien, por ejemplo, sin sufrimiento, sin desbordarnos, viéndonos capaces,
con herramientas, aptitudes positivas y respeto por las demás personas implicadas.
Sin embargo, es posible, que fruto de la
superación y del descubrimiento personal, llegue el momento de plantearse la
propia vida, su forma de vivir, las relaciones interpersonales , de pareja,
laborales, etc… Y es entonces el momento del cambio, desde la aceptación,
con la satisfacción de haberlo sabido llevar, llega el momento de plantearse la
vida personal.
Por ejemplo, cuando una relación de pareja va
mal, debido a la incompatibilidad de ambos miembros, el primer paso es la
aceptación de cómo es la otra persona, con ello, desaparecen los reproches, la
falta de respeto y el intento de que la otra persona cambie.
Cuando aceptamos,
nos damos cuenta de cuál es la realidad, y respetamos más y mejor las
diferencias, afrontándolas desde la tranquilidad. Y por
ello, llegado a éste punto de aceptación, surge el siguiente aprendizaje, el de
la decisión del cambio.
Cuando aceptamos la
situación, no luchamos contra la situación por cambiarla, sino que tomamos
decisiones de cambio personal, planteándonos la propia
vida, y la de la pareja. Mientras que cuando evitamos, no aceptamos ni
afrontamos la situación, es decir, el problema sigue estando, aunque escondido.
Cuando tomamos
decisiones de cambio, es porque, una vez aceptada la situación, decidimos que
no es así como queremos vivir, y sin pretender cambiar la situación ni a las
personas, somos nosotros quienes cambiamos el rumbo de nuestra
proyección de vida.
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