SOMOS FANÁTICOS DE LO PROHIBIDO
Nos gusta lo que nos dicen que no se nos permite y
nos llenamos de la adrenalina que provoca no hacer lo que hacen los demás:
sentirnos malos, incorrectos y dejarnos llevar por los instintos más humanos. Lo prohibido
implica un riesgo e
independientemente de la edad que tengamos nos gusta enfrentarnos a él.
“El mejor placer de la vida es hacer lo que la gente dice que no puedes
hacer.”
-Walter Bagehot-
Lo prohibido es sinónimo de salir de los límites que marca la rutina de
nuestro día a día y disfrutar con ello: sentimos
miedo ante lo que desconocemos y se señala como impropio, pero nos
gusta saber que es un miedo que, mientras no llegue a adicción,
podemos controlar.
Los límites entre el bien y el mal
Somos fanáticos de lo prohibido, pero ¿qué es lo
prohibido? Para considerar que algo lo es tenemos que acercarnos a lo que
podemos llegar a considerar bien y
mal dentro de la cultura en la que vivimos. Es cierto que en el canon
occidental existen unos patrones de lo correcto e incorrecto que todos
conocemos y es, a partir de ahí, desde donde guiamos nuestros comportamientos.
Nos diría Mario Benedetti al respecto que no
miráramos esos mundos tan
cerrados y a la vez tan prohibidos porque suelen tener un poder de atracción. Esa es la palabra, a todos
nos atrae lo que no podemos o no nos dejan tener y la mayoría de veces lo
callamos a gritos porque entra
dentro del grupo de lo mal visto, lo malo.
Sin embargo, cuando nos pasa eso puede ser
bueno que nos preguntemos si de verdad alguien tiene el poder de establecer
esos límites cuando se trata de cosas
que afectan solo a nuestra vida.
Si nos hace feliz nadie tiene
que decirnos que está mal, que no puede ser: nunca es
tarde para romper las reglas que nos establecen y para decidir qué es lo que
está mal o bien por nosotros mismos.
El placer de romper las reglas que nos marca
la sociedad
Estas reglas sobre las que sentimos el impulso de
querer romper nos las suelen marcar involuntariamente las personas que tenemos
a nuestro alrededor u otros medios externos: pasamos por
un filtro en el que nos creemos o nos vemos juzgados.
Esto ocurre porque, de una
manera natural, el ser humano tiende a experimentar cosas nuevas, conocer y ser
curioso en todos los momentos de su existencia.
“Nunca es tarde para
cortar la cuerda,
para volver a
echar las campanas al vuelo,
para beber de ese agua
que no ibas a beber.
Nunca es tarde para
romper con todo.
Para dejar de ser un
hombre que no pueda
permitirse un pasado.”
-Benjamín
Prado-
Desde pequeños nos dicen lo que podemos hacer y lo
que no, pero conforme vamos estableciendo nuestra propia conciencia de
las cosas nos damos cuenta de que queremos también establecer las consecuencias
de las mismas y determinar hasta qué
punto estamos de acuerdo con ello. Por ello sentimos placer al hacerlo, porque
estamos siendo nosotros y porque nos estamos descubriendo con el mundo.
Lo prohibido: una sensación de bienestar fugaz
Una vez que lo prohibido deja de serlo y lo hemos conquistado, la
sensación que nos queda es la de un bienestar fugaz que nos gustaría volver a experimentar: la de aquella
persona que tenía pareja y nos gustaba incluso más por ello, la de toda la
comida que nos autoprohibimos comer en abundancia, cualquier adicción que
tengamos…
Conseguir a esa persona de la que hablábamos o comer
lo que no debemos para estar saludables nos provoca un placer
que puede desaparecer sucesivamente cuando se ha conseguido. Incluso, la presión que pueden ejercer parámetros
morales externos en nosotros pueden traernos estados de culpa y arrepentimiento.
“Somos imposibles pero aquí estamos, siendo imposibles juntos y dejando
lo imposible para cualquier otro día que no sea hoy.”
-Anónimo-
Lo que está claro es que, mientras no sea perjudicial
para nuestra salud o nuestras acciones perjudiquen a
los demás, que nos guste lo prohibido y
nos dejemos llevar por ello es el equivalente a sentirnos vivos y
libres más allá de nuestra edad. Ante
eso, los errores siempre serán aprendizajes y la felicidad siempre será
superior al posible dolor de
conciencia que se nos quiere imponer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario