A VECES CREEMOS QUE LA VIDA DICE
“NO” MIENTRAS DICE “ESPERA”
A veces creemos que la vida nos niega aquello que deseamos
cuando en realidad nos está diciendo “Espera,
todo llega”. Nos
cuesta tolerar que cada situación y cada acontecimiento tienen su tiempo y que
es poco habitual que el mundo lleve el mismo ritmo que nosotros.
Hemos crecido normalizando e interiorizando aquello de “quiero esto y lo quiero ya, no pienso esperar más”. Entonces, cuando percibimos que
realmente lo que anhelamos no llega cuando nosotros lo queremos, nos damos
cuenta que cada deseo tiene su tiempo y que con las prisas lo único que
conseguimos es desterrar las ilusiones.
Debemos esforzarnos por vivir en el aquí y el ahora,
por fomentar nuestra capacidad de espera y el don de la paciencia,
pues esto nos ayudará disfrutar de la vida en su proceso y
con sentido.
Se trata de invertir en esfuerzo para recoger la cosecha del
éxito, de la consecución de nuestros objetivos, metas y deseos. Solo
fracasando, cayendo y levantándonos podremos saborear aquello que hoy anhelamos
y parece que nunca llega.
Lo mismo pasa con el amor,
el cual no llega cuando lo buscamos sino cuando le parece. Esto es algo que no
podemos entender y que nos desespera hasta límites insospechados. De hecho,
cuando deseamos el amor y no aparece, acabamos creyendo que somos menos válidos
y merecedores de él que las personas que lo tienen.
Espera:
todo pasa, todo llega y todo se transforma
Lo cierto es que decirnos algo así como “espera, todo llega”, requiere que hagamos un gran ejercicio de autocontrol. O
sea, si alguien nos pone delante un bombón que nos encanta y nos pide que no lo
comamos hasta que pase cierto tiempo, intentaremos no centrarnos en el bombón
para sobrellevar la situación de espera.
Es decir, usaremos estrategias de
autocontrol que
nos permitan ser capaces de reprimir la tentación de comer el bombón o cualquier
otro dulce. Esto es enternecedor cuando vemos en esa situación a un niño. Los
que aguantan la espera usan estrategias como bailar, cantar, taparse los ojos,
jugar…
LA PRUEBA DEL BOMBON |
Este experimento se realizó originalmente en los años 60 por
el psicólogo Walter Mischel de
la Universidad de Columbia. En el seguimiento posterior que se realizó a los
niños que participaron se encontró la capacidad para controlar los
impulsos en la infancia está íntimamente relacionada con las características de
la vida adulta.
La “capacidad de espera y autocontrol” comienza a
desarrollarse desde que nacemos,
haciéndose patente a partir de los 4-5 años.
Ahora salgamos de esta metáfora y entendamos que
aplazar la recompensa es algo que hacemos a diario (por ejemplo ir a trabajar para obtener dinero a fin de
mes). La lucha entre
nuestros deseos y el autocontrol (entre la
gratificación y la demora) se
salda con un gran aprendizaje emocional desde que somos pequeños.
Dar
tiempo al tiempo nos ayuda a tolerar la frustración
A veces los acontecimientos gratificantes se demoran y
nuestra impaciencia puede
llegar a romper el hilo de las circunstancias o, si lo preferimos, a derribar
los muros que ya teníamos construidos para nuestro castillo.
Aquello que de verdad merece la pena requiere un gran
esfuerzo y una enorme capacidad de espera y sacrificio que a veces nos derrota emocional y
físicamente. No alcanzamos a entender por qué no ha llegado ya nuestro pequeño
momento de gloria y nos derrumbamos ante la incertidumbre.
No obstante, esto conlleva grandes aprendizajes
emocionales que a la mayor parte no se nos escapan:
· Aquello
que realmente valoramos es en lo que ponemos alma y corazón; o sea, lo que nos
cuesta esfuerzo y tesón.
· Nada
mejora si no nos movemos para conseguirlo.
· La
responsabilidad y la constancia con nuestros objetivos son las únicas maneras
de lograr aquello que anhelamos.
· En
la vida cada uno debe ser capitán de su velero, pues si no te diriges tú mismo
nunca llegarás a buen puerto, lo que hará que navegues perdido en alta mar
durante gran parte de tu existencia.
· Es
muy importante intentar siempre mejorar en base a lo que conocemos, creemos
adecuado y otras personas con más experiencia nos cuentan.
· No
es necesario hacerlo todo bien, no existe la perfección en nada.
· Durante
la espera pueden suceder grandes cosas.
Si finalmente aquello que deseamos no
resulta, debemos ser conscientes que nada de lo que nos sucede es un error.
Cada decisión en el momento en el que la tomamos y cada sentimiento en el
instante en el que está con nosotros, parece ser lo adecuado.
Por eso es importante que no renunciemos a extraer sentido a
cada cosa que nos ocurre, pues como dijo Victor Frankl, “la vida es potencialmente significativa hasta el
último momento, hasta el último suspiro, gracias al hecho de que se pueden
extraer significados hasta del sufrimiento”.
Raquel Aldana
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