TODOS TENEMOS NUESTRO TALÓN DE AQUILES
Todos tenemos un punto débil, una señal que
permanece en algún lugar abstracto de nosotros y que a veces se deja sentir en
el cuerpo y en el alma. No hay nadie
que pueda decir que no tiene un talón de Aquiles propio: es una marca que nos
identifica y nos
recuerda quiénes somos.
El talón de Aquiles tiene una doble cara: por un
lado es positivo si pensamos que forma parte de las experiencias vitales o
de la personalidad más profunda; por otro lado es
negativo, porque nos recuerda que tenemos un pequeño hueco por el que nos
hacemos vulnerables y por el que entra el miedo.
“Nunca olvides
qué eres porque, desde luego, el mundo no lo va a olvidar.
Conviértelo en
tu mejor arma, así nunca será tu punto débil.”
-George R.R Martín-
El “talón de Aquiles”
La expresión tener un talón de Aquiles proviene de la mitología griega y, en
concreto, de la narración que hace Estacio en el siglo I del nacimiento del
héroe: uno de los guerreros más importantes de Troya y prácticamente inmortal.
Sin embargo, tenía un punto débil: llamaban a Aquiles “el de los pies ligeros”
por su velocidad innata, pero era justamente ese lugar del cuerpo el que podía
hacerle también vulnerable.
Una de las versiones del mito cuenta como su madre tuvo a
su hijo en sus brazos lo sumergió en el agua del Estigia, olvidando introducir
también uno de sus pies, el derecho, por el que lo sujetaba. Cuentan los
escritos, además, que durante una
batalla una flecha envenenada alcanzó uno de sus talones y esa fue la causa
final de su muerte.
¿Qué es ahora el talón de
Aquiles?
Hoy en día en el momento en el que le decimos a
alguien que ha encontrado nuestro talón de Aquiles estamos dándole a entender
que ha llegado a conocer ese rincón exacto que nos hace flaquear ante diversas circunstancias.
Normalmente, bien de manera consciente o
inconsciente, tratamos de esconderlo precisamente porque mostrar
nuestro talón de Aquiles a los demás nos hace sentir desprotegidos y expuestos
emocionalmente. Así que plantamos la guardia y esperamos que
nadie consiga llegar ahí para usarlo en nuestra contra.
“Nadie
puede ser más fuerte que su punto débil.”
-Anónimo-
Lo cierto es que tener un talón de Aquiles significa
tener un flanco por el que sería muy fácil que nos hicieran daño,
que llegarán muy dentro de nosotros, que eliminaran todas las barreras y defensas que el resto del corazón
pudiera poner para evitarlo.
La personalidad del talón de
Aquiles
Parece que visto de esta manera esta expresión es
totalmente negativa y equivale a ser dueños de uno o varios puntos débiles. De
hecho, muchas personas pensándolo de esta manera se mienten a sí mismas haciéndose creer que ellas
no lo tienen: se olvidan de que tener un talón de Aquiles es uno de los
indicios que le permiten conocerse mejor y diferenciarse del resto.
Cada talón de Aquiles tiene su propia
personalidad: puede ser un recuerdo de una vivencia que nos ha marcado mucho,
una persona concreta, una mala cualidad que manche otras muy buenas, etc. Reconocerlo y aceptarlo es un paso
indispensable para ganar en seguridad personal y
afrontar muchos retos de la vida.
“La
más peligrosa de todas las debilidades es el temor de parecer débil.”
-Jacques B. Bossuet-
En muchas ocasiones huimos del autoconocimiento y nos incomoda adentrarnos en espacios
en los que sabemos que podemos llegar a tener que gestionar una gran carga
emocional. Sin embargo, hacer un estudio de cómo manejar nuestros puntos
débiles puede llegar a ser lo que marque la diferencia entre la vulnerabilidad
que nos hace débiles y la vulnerabilidad de la que podemos partir para crecer.
Así, mira a tu
interior, busca tu talón de Aquiles y cuando lo encuentres habrás
ganado algo muy importante, un gran reto en el que
trabajar y que te va a hacer mejor a ti y también a las personas que
quieres.
Cristina Medina Gomez
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