QUÉ BIEN LE QUEDAN A LA VIDA QUIENES SABEN SONREÍR
A la vida le queda bien que sepamos aprovecharla
y que tengamos el valor de explotarla superando todos los supuestos límites que nos ponen delante de la cara. A la
vida lo que le queda de verdad bien es sentir que la gente sepa sonreír, con
certezas y a carcajadas, sin conciencia y hasta que duelan los músculos.
Sonreír es irracional e intimamente humano. Sonreír es el verbo que establece la
herramienta más sincera y barata que tenemos para afrontar los problemas,
celebrar los buenos momentos y regalar aire a los demás.
“La
sonrisa es una verdadera fuerza vital, la
única capaz de mover lo inconmovible”
-Orison M. Marden-
Porque al sonreír
parece que podemos con todo, que somos un poco más libres y que tenemos
la fuerza suficiente para
continuar. Por eso y por muchas más razones: ¡Qué bien le quedan a la vida las
personas que saben sonreír! ¡Qué bien nos queda la vida cuando lo hacemos!
Esa
gente que es sol cuando sonríe
La gente que sabe sonreír
lleva, allí donde va, la luz debajo del brazo:
ilumina a quienes están a su alrededor y, de paso, los lugares que pisa. Es por
eso por lo que esa clase de personas saben ser sol cuando más llueve y
alegrarte hasta cuando tú no quieres hacerlo. Esas que te hacen reír, cuando tu
no tienes ni puñeteras ganas de hacerlo.
En otras palabras, seguro que tú también conoces
esa sensación de saber que pase lo que
pase habrá alguien contigo que sabrá
hacerte sonreír. No importa el espacio temporal o el tiempo
espacial que haya entre vosotros: cerca o lejos, esa persona siempre va contigo
donde vas.
“Alondra
de mi casa, ríete mucho.
Es
tu risa en tus ojos la luz del mundo.
Ríete
tanto que mi alma al oírte bata el espacio.
Tu
risa me hace libre, me pone alas.
Soledades
me quita, cárcel me arranca.
Boca
que vuela, corazón que en tus labios relampaguea”
-Miguel Hernández-
La
adicción de juntarte con gente a la que le gusta sonreír
Esta clase de gente de la que hablábamos y que
tan bien le sienta a la vida crea, metafóricamente, adicción: hay personas que están en
nuestra vida porque, ante todo, saben hacernos reír. Ellas tienen ese don
especial de saber cuándo y de qué manera hacerlo.
Al sonreír esas personas nos transmiten cura,
calma, ánimo y mucha seguridad. De hecho, recibir una
sonrisa de regalo es casi siempre positivo, pues al hacerlo es como si con ella
llegara un halo de energía vital que remueve nuestras emociones y las
deja en su mejor cara.
Alguien que sabe que al sonreír va a conseguir
que también lo hagamos, se lo merece todo, porque nos estará dando parte de lo
que es de manera gratuita: no olvidaremos
nunca esas sonrisas que nos
hicieron o nos hacen sentir vivos.
Sonreír
a la vida para que te devuelva la sonrisa
Lo mejor que podemos hacer
con toda esa gente que nos ayuda a sonreír es tomarla como ejemplo:
nosotros también podemos quedarle bien a la vida. En este sentido, el día que
peor nos sintamos será cuando nos veremos más obligados a levantar el ánimo y afrontar las
circunstancias lo mejor que podamos.
En esos días más nublados, tendremos que aprender
a ser sol: sonreír para
borrar y olvidar lo que nos duele es la mejor forma de avanzar. La vida no espera, aunque apriete:
nuestra actitud es la única clave que logrará que las situaciones más delicadas
queden en nuestra memoria como aprendizaje al que poder regresar sonriendo por
haberlas superado.
“[..]
niégame el pan, el aire, la luz, la primavera,
pero
tu risa nunca porque me moriría”
-Pablo Neruda-
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