FUTUROS INCIERTOS ARRUINAN OPORTUNIDADES PRESENTES
Cuando
tu mirada se centra en la vida que te rodea y no en futuros inciertos
sellas una apuesta por el presente. Puedes
sentir cosas que de otra manera no podrías. Incluso tú mismo
generas la oportunidad de valorar aquello que te rodea y que se
merece un “GRACIAS” en mayúsculas.
Todo es
transitorio. Tenemos
una vida entre manos. Una
VIDA. Un tiempo finito en
un espacio inmenso y fértil, lleno de diferentes posibilidades y
oportunidades. La vida nos rodea con su enormidad. Está ahí para
nosotros, esperando a que despertemos y la sostengamos fuerte con
nuestras manos. Sin dudar, sin flaquear.
Pasamos mucho tiempo de nuestra existencia deseando que lleguen situaciones que son inciertas, que cambien personas, o incluso esperamos a que cambiemos nosotros mismos. Entramos en una especie de visión de túnel que nos impide ver lo que hay a nuestro alrededor. Nos impide advertir la luz de nuestra vida. Sus matices. Sus claros y oscuros.
La vida no acontece en los futuros inciertos
La vida grita
por ser vista, por ser escuchada. Te quiere acontecer y te quiere
pertenecer. Pero estamos
tan ocupados planeando futuros inciertos, escenarios en nuestra
mente, prediciendo y (pre)viviendo catástrofes futuras
que se nos escapa de las manos.
Como se cuela el agua entre nuestros dedos.
“Coged
las rosas mientras podáis, veloz el tiempo vuela.
La misma flor que
hoy admiráis, mañana estará muerta…
- Walt Whitman-
¿Cuánto
tiempo más quieres dejar pasar esperando a que llegue esa persona o
a que el viento vuelva a soplar favorable para devolverte a la senda
correcta? Como
si tuvieras que retirarte a otra dimensión y
la única solución fuera sentarte a esperar. Sin mover ni un dedo
para explorar lo que tienes a tu alrededor, sin darle a aquello con
lo que ya cuentas.
Perdiendo la
oportunidad de alimentar nuestros sentidos, de disfrutar de lo
pequeño y de lo diminuto que es tan grande a veces… Estar
presentes aquí y ahora, en este preciso instante, con cada poro de
nuestra piel alerta… es un pasaje a la vida. Un
pasaje al disfrute, a la calma, a la conexión con uno mismo.
Existir es centrar nuestra mirada en el presente
Conexión que
perdemos cuando nos acurrucamos temerosos de futuros inciertos. La
espera sin “estar vivos” es como estar muertos en vida.
Estamos insensibilizados. Creemos
que nuestra historia puede esperar a que lleguen los momentos en los
que el caprichoso azar nos brinde aquello que pensamos merecer.
Desconfiamos al
ofrecer por temor a ser esos “tontos” engañados. Esperamos
ganar sin arriesgar cuando posponer
el presente y
su potencial es condenarse a la insensibilidad. Es
taparse los ojos y continuar caminando. Si me tropiezo ya culparé a
la vida de ser tan injusta.
Cuando
focalizamos nuestra atención en lo que la vida “nos tiene” que
dar, y no en lo que nosotros podemos hacer mientras estamos en ella,
la impotencia y la frustración se harán compañeras permanentes de
este viaje. En
cambio cuando centramos nuestra existencia en lo que podemos obtener
de la vida, en el intercambio que podemos hacer con ella… La
mirada interior cambia.
La importancia de vivir con los ojos del alma bien abiertos
Cuando tenemos
los ojos abiertos y el alma puesta en esa apertura de miras, vemos
aquello que no podríamos ver de otra manera. Podemos
ser capaces de percibir matices que pasarían desapercibidos si los
ojos de nuestro ser permanecieran cerrados. Y
es ahí, donde podemos ser capaces de disfrutar la vida.
No estamos
hablando de grandes acontecimientos con repercusiones que todo el
mundo perciba. Estamos
hablando de algo mucho más íntimo y sensorial.
Hablamos de alimentar nuestro ser con la cotidianeidad de estar
vivos. De aprender de la naturaleza y
todo lo que ella nos brinda con tanta generosidad.
Busca
tu sentido de vida y saborea tu existencia.
No la dejes pasar, porque esta vida es finita y busca encontrarse
con tu despertar a cada segundo que pasa.
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