11.4.17

Si eres capaz de amar lo sencillo, lo humano, entonces conseguirás ser feliz

LA FELICIDAD ESTÁ DONDE TU QUIERAS

Ese estado de placer que nos embriaga en situaciones concretas es la felicidad. Todos quieren alcanzarla, saber cual es el secreto para conseguirla y experimentarla el máximo tiempo posible. Si pudiésemos, los seres humanos intentaríamos estar felices todo el tiempo, pero esto no es más que una idealización sin fundamento ni base en la realidad.

La felicidad no es un estado emocional concreto, es una forma de vida.
Hay personas que se han topado con numerosos baches a lo largo de su vida y son felices. Otras, por el contrario, han sido siempre unos privilegiados, lo han tenido casi todo y aun así, declaran no ser felices.

Claramente, no es la situación, el contexto o lo que te toca vivir lo que determina el que te sientas más o menos feliz. La felicidad no nace de ningún logro, de una pareja, de un hijo o de una casa en primera línea de playa. Ser feliz pasa por tener un sistema de valores muy bien amueblado, enfocarnos en el momento presente, amarnos de forma incondicional y saber apreciar lo que poseemos.

Todo lo que acabamos de enumerar va de la mano. Así, si nos esforzamos por cambiar nuestra filosofía de vida, que en buena parte de nosotros es bastante quejica, y adoptamos esta mirada alegre de la vida, nos percataremos de cómo podemos encontrar la felicidad exactamente donde queramos.



La felicidad no se encuentra, se construye
La felicidad no hay que buscarla porque no existe en ningún lugar que implique búsqueda. Es decir, no está ahí afuera como muchas veces nos hacen creer.
Si esto fuera así, existirían dos tipos de personas: las que llevan una vida envidiable y son felices y los que carecen de todo y son infelices. Pero la realidad es que esto no es así. Y vamos más allá: incluso los que menos tienen a veces son los más felices.
No me gusta generalizar, pero suele coincidir que la gente que se ha acostumbrado a vivir con menos, a su vez, acaba necesitando menos. La consecuencia es que su atención está más dirigida a los pequeños placeres que a aquellas gratificaciones que son efímeras.
Valoran mucho más las cosas y esto les hace sentir más placer que aquellos  que no son capaces de otorgar tanto valor a lo que poseen.

Es por esto que la plenitud psicológica nace desde dentro de la persona. No se trata de creer que cuando obtengamos eso que pensamos necesitar, entonces seremos felices. Si no eres feliz con lo que tienes, difícilmente lo serás cuando lo consigas.

¿Cómo puedo conseguir ser una persona más feliz?
El primer paso que necesitas dar para sentir más felicidad es precisamente no buscar esa felicidad. Cuando nos exigimos a nosotros mismos que “debemos ser felices” y no conseguimos serlo, nos frustramos y la frustración no es precisamente sinónimo de felicidad. Además, obsesionarnos con ser felices nos llena de ansiedad y desesperación y acaba convirtiéndose en una lucha.

No podremos ser nunca felices si nos exigimos y nos presionamos. La felicidad es un estado de fluidez mental, de aceptación, de vivir el momento.

Para ser feliz, deja a un lado las necesidades absolutistas. Lo cierto es que necesitamos pocas cosas para estar sanamente bien: un poco de comida -no demasiada o el placer pasará a ser aversión-, un poco de agua para hidratarnos, un techo para resguardarnos, actividad física para no enfermar, tener alguna meta que nos anime a levantarnos cada mañana -pero sin enfocarnos en el resultado-, dormir, respirar y poco más.

Todo lo que pensamos que necesitamos que se sale de todo esto provoca el que seamos más infelices. Esto no quiere decir que también encontremos placer en ello, pero han de ser solo deseos, no necesidades.

El creer que lo tenemos que tener, cueste lo que cueste, nos pone ansiosos y si lo conseguimos y finalmente lo perdemos, ya que todo en esta vida es efímero, nos deprimimos.

Por otro lado, para ser más feliz es preciso enfocarnos en el presente. Nada existe ni nada es real si no lo que estamos experimentando justo ahora con nuestros cinco sentidos. La técnica del minfulness nos puede enseñar mucho sobre esto.

Cambia tu escala de valores. No te centres tanto en el trabajo, en encontrar pareja, en el dinero, en el éxito. Cuando estés a punto de morir no te acordarás de esto. Lo que sí recordarás son las experiencias vividas con tus amigos, los momentos con tu familia, el café que te tomabas a media tarde viendo el mar o el sonido de la respiración de tu perro cuando estabas leyendo un buen libro.

Que tu prioridad sea el amor: hacia ti mismo, la vida y los demás. Si eres capaz de amar lo sencillo, lo humano y a los pequeños detalles, entonces conseguirás ser feliz. ¿Te animas a ponerlo en práctica?


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