EL SUFRIMIENTO DE HACER LO CORRECTO
Cuando hablamos
de lo que es correcto estamos
hablando de dos formas de pensar, que aunque las separemos, están
completamente unidas. Una de ellas es el pensamiento
social o el inconsciente colectivo.
Aquí guardamos leyes que nos hablan de lo que es correcto, de lo que
tenemos que hacer, de los sueños que tenemos que perseguir...
Estos
cambian según cada cultura, por ejemplo: En España el periodo de
renovación del ciclo menstrual de la mujer se contempla como algo
puramente biológico. Sin embargo, existe una tribu indígena donde
encierran a la mujer en una cabaña aislada del resto del pueblo cada
vez que tiene la menstruación. Ellos piensan que se pueden infectar
de alguna manera y por lo tanto, protegen al pueblo del ciclo de la
mujer. Al mismo tiempo, encontramos en otra parte del mundo un
poblado donde cada vez que a la mujer le llega el ciclo menstrual,
hacen una fiesta. Ellos entienden que cada ciclo renueva a la mujer y
es como "volver a nacer", por lo tanto, es motivo de
celebración. Aquí podemos ver que dependiendo de la cultura y la
educación, cambia el significado de lo que es correcto, por lo tanto
quizá, lo
que pensamos que es correcto tan solo sea una definición que nos han
inculcado y que ahora elegimos creer.
La segunda forma
de pensar es la personal. El paradigma pensamiento personal es el
conjunto de creencias que forjan la idea del yo
personal,
creando unas conductas que definimos con: "yo
soy así".
En realidad podemos darnos cuenta que lo que hacemos día a día no
es más que un proceso automático de, acción - reacción,
dependiendo del entorno que estamos viviendo. Según
el ambiente que vivimos en una instante concreto, la mente analiza a
través de las percepciones y las emociones lo que está ocurriendo.
Atención a esto, la
mente no ve la realidad de los hechos, sino lo que piensa, siente y
percibe de lo que está experimentando.
Aquí la mente
desata rápidamente las señales necesarias para poder reaccionar de
la forma más optima ante lo que cree estar viviendo, como si fuera
una partida de ajedrez que calcula y recalcula constantemente. Pero
todos estos cálculos están siempre en el mismo contexto, en
la percepción personal de la mente. Y
esta percepción está condicionada por las creencias que
anidamos en el inconsciente personal. Aquí encontramos lo que para
nosotros de forma individual es correcto o debemos hacer, como, por
ejemplo: "tengo
que ayudar a mis padres siempre que lo necesiten", "sino
tengo dinero nadie me va a querer", "necesito tener pareja
para ser feliz", "los trapos sucios se lavan en casa",
"dejarme comida en la mesa es de mala educación"...
Observemos que
muchas de las creencias que giran entorno a nuestra vida ni siquiera
las hemos elegido nosotros, al menos conscientemente. Alguien nos
dijo lo que era correcto, lo
creímos y lo hicimos nuestra realidad incuestionable.
Así vivimos relaciones tóxicas porque pensamos que es lo correcto,
ayudamos a todo el mundo, pero nos desatendemos a nosotros mismos
porque pensamos que es lo correcto, callamos los pensamientos y
sentimientos porque pensamos que es lo correcto...
Si echamos
un vistazo a la vida humana, vemos que es esencialmente una larga
lucha elaborada para escapar de nuestros miedos internos y las
expectativas que han sido proyectadas sobre el mundo - David R.
Hawkins
¿Cuantas
veces has reído cuando querías llorar? ¿Cuantas veces te has
quedado cuando en el fondo querías irte?...
Hemos asimilado una vida impuesta, un guión escrito donde hay normas
que seguir y pensamos que, sino seguimos, seremos abandonados,
juzgados, criticados... Y con ese miedo nos atamos a una forma de
vivir que, al final, la hacemos tan nuestra que la
defendemos y, por lo tanto, acabamos trasmitiendo lo mismo a nuestros
hijos. ¿Alguna
vez has dicho: "yo no quiero ser como mi padre o como mi madre",
y luego acababas haciendo exactamente lo mismo? Hacer lo correcto
significa rechazar
hacer algo diferente, aún
cuando ese cambio puede ser lo que realmente
sentimos en nuestro corazón.
Hacer lo
correcto puede ser un gran sufrimiento cuando
te obligas a hacer lo que piensas y rechazas así lo que sientes.
Aunque encontramos grandes dificultades cuando intentamos hacer algo
diferente, porque llevamos tanto tiempo siendo ese "yo"
impuesto y aprendido, que nos hemos olvidado de quienes somos y
preguntamos cosas como ¿Como
puedo ser yo mismo? Ser
consciente de esta incoherencia en nuestra experiencia de vida puede
ser una completa
liberación, lo que significa rendirse ante lo que pienso que debería
de ser.
Al mismo tiempo,
una dificultad añadida la encontramos en nuestro propio clan
familiar.
Pensemos que una familia tiene un inconsciente
familiar que
sostiene las leyes de lo que es correcto, si uno de ellos intenta
cambiar y hacer algo diferente, puede que al resto del clan no le
venga bien y reaccionen con juicios. Ya que si
un individuo del clan cambia, está cambiando la información de todo
el árbol y como el universo siempre tiende al equilibrio, "obliga"
en cierto a modo a que todo el clan vuelva a reequilibrarse.
Por eso es tan complicado cambiar dentro de la familia.
Lo que es
correcto y lo que no, se dan sentido mutuamente. No sabríamos lo que
es la alegría sin tristeza, el tema es que juzgamos
que la tristeza es mala y la alegría es buena. Ese
posicionamiento es el que crea el desequilibrio en nosotros y
acabamos encontrando circunstancias en el exterior que nos equilibren
y complementen, porque en realidad, fuera
y dentro es lo mismo. Se
podría decir que cualquier experiencia de mi vida es el equilibrio a
mi desequilibrio
interno.
Al final la
invitación está en tomar
conciencia de las veces que nos obligamos a hacer cosas que en el
fondo no queremos hacer.
O las veces que nos enfadamos porque el mundo no es como nos gustaría
que fuera, pero ahora ya sabes que eso nos fue impuesto, que no es
verdad. Lo
que es verdad está en tu corazón y cada corazón, puede sentir su
propia verdad. ¿Quieres
ser libre, o quieres ser lo que los demás quieren que seas? ¿Estás
haciendo lo que piensas que es lo correcto, o lo que sientes que
tienes que hacer en tu corazón? ¿Quién
eres tú en realidad?
Héctor
Ibáñez
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