Miyamoto Mushashi fue
un famoso guerrero samurái en la época feudalista de Japón.
Fue el autor de una famosísima obra El
libro de los cinco anillos.
También es muy conocido porque escribió un listado de reglas de la
vida dos semanas antes de morir.
Como buen
guerrero oriental, para Miyamoto la lucha era mucho más que un
combate. Los samuráis le
daban un enorme valor a la evolución personal.
Este era precisamente el medio para convertirse en buenos
combatientes. Las reglas de la vida de Miyamoto han sobrevivido
al tiempo, igual que lo hacen los clásicos. En ellas se recoge la
sabiduría de quien ha vivido con valor y en función de causas
nobles. Hemos sintetizado esos preceptos en diez orientaciones que
enseguida compartimos.
“Si
quieres felicidad durante una hora, toma una siesta.
Si
quieres felicidad durante un día, ve a pescar.
Si
quieres felicidad durante un año, hereda una fortuna.
Si
quieres felicidad durante toda una vida: ayuda a alguien”
La
primera de las reglas de la vida es aceptar la
vida misma, tal y como es.
Aceptación
no quiere decir resignación, sino humildad. La vida es lo que es y
de cada uno de nosotros depende una actitud: la de aprender de las
circunstancias que no hemos elegido, pero con las que tenemos que
convivir. La
consecuencia de no aceptar la realidad es el sufrimiento permanente.
Este da origen a una batalla interior que siempre se pierde. Aceptar,
en cambio, lleva a aprender de cada situación.
Quien
se detiene a pensar demasiado
en sí mismo termina confundiéndose.
Levanta un muro frente al mundo y alimenta sus inseguridades. Más
que pensar en uno mismo, lo adecuado es permitirse ser. La
verdadera felicidad está en poder servir a otros.
No hay nada que se compare con la satisfacción de hacer el bien.
Quien es generoso da muestra de ser poderoso también. Esto es,
finalmente, lo que le permite apreciarse a sí mismo.
3.
Aprende a desprenderte del deseo
El
deseo, entendido como anhelo por lo que no se tiene, solo conduce a
la insatisfacción
eterna.
El tener es como un barril sin fondo. A más que tienes, más deseas.
Y cada vez es más difícil satisfacerte. Miyamoto, como muchos
orientales, luchó por erradicar el deseo. Quien mucho anhela, mucho
se frustra. El
verdadero poder está en la capacidad de renunciar.
El que necesita poco, con poco es feliz.
4.
Evita darle lugar al arrepentimiento
El
arrepentimiento causa mucho sufrimiento. Lo peor es que se trata de
un sentimiento inútil.
Así lo hace ver Miyamoto en las reglas de la vida. Insiste en que no
deberíamos ver al error como una condena, sino más bien como una
característica asociada a nuestra naturaleza. Cada
acción que realizamos nos enseña algo.
También nos cambia de alguna manera. Si se actuó mal, nos deja una
gran enseñanza. Por eso nada de lo vivido es despreciable. Lo
importante es saber aprender de ello, enriquecer nuestro bagaje.
La
queja solo contribuye a invadir a una persona de mala energía.
También a atormentar a quienes le rodean. No tiene ningún sentido
porque en lugar de mover hacia la acción, termina paralizando. Según
las reglas de la vida de Miyamoto, las
quejas y el resentimiento envenenan a quien las siente.
No sirven para nada. Al contrario, comienzan a dañar como una plaga
a otros sentimientos que sí son positivos.
6.
Deja a un lado los objetos que no necesitas
Los
objetos influyen sobre nuestras emociones y nuestra manera de ver la
vida.
Si nos apegamos demasiado a ellos, terminan por ejercer control sobre
nosotros. Hacen que nuestra conciencia sea menos libre. Esto aplica
especialmente para las cosas que ya no necesitamos y que, pese a
ello, conservamos. Finalmente nos vuelven personas más inseguras y
rígidas. Por eso en
las reglas de la vida se insiste en deshacerse de lo inútil.
7.
No sigas ciegamente las creencias de otros
Habla,
en el fondo, de mantener la confianza en nuestro criterio.
Confiar en el sentido común que uno posee. Respetar las propias
convicciones y los propios valores. De lo contrario, una persona se
vuelve muy manipulable. Nadie
necesita que le digan qué está bien o qué está mal.
Todos tenemos la capacidad de decidir esto por nosotros mismos.
Seguir ciegamente a otros solo conduce a traicionarnos a nosotros
mismos en algún punto.
8.
Conserva siempre tu honor
El honor es una
palabra casi olvidada. Tiene
que ver con el amor
propio.
Con no permitirnos caer en conductas que estén en disonancia con los
valores que defendemos, en los que creemos.
Constituirían una especie de brújula, dando lugar al orgullo cuando
se respetan en contra de las tentaciones. El honor es el bien más
preciado de cualquier persona. Alguien
honorable inspira respeto y consideración.
Atrae la buena voluntad y la consideración de los demás, incluso de
los enemigos. Así es como el honor le confiere valor a la vida; un
valor que es muy íntimo y personal.
9.
El amor no debe estar invadido por el apego
Las
emociones, en general, son respuestas impulsivas.
Si se razonan, se convierten en sentimientos. Estos son más
profundos y más ponderados. Están asociados a los valores y no a
las necesidades. El amor es un sentimiento extraordinario. Sin
embargo, a veces llamamos amor a una emoción ciega y pasajera. Esto
ocurre cuando lo que inspira el amor es el apetito de algo o el
apego.
En esos casos daña, más que beneficia.
10.
No temas a la muerte
Es un hecho,
somos mortales. La vida acaba y esto es una realidad natural. No
debemos temer ni a la muerte propia ni a la de los seres que amamos.
Así, vencemos
el temor a la muerte viviendo intensamente la vida.
Las reglas de la
vida de Miyamoto han sobrevivido al tiempo por la gran sabiduría que
encierran y también por todo aquello que inspiran. Llaman
al realismo, a la humildad y a la paz interior.
Buscan que nos enfoquemos hacia la esencia y no hacia lo aparente e
intrascendente.
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