La rutina nos atrapa e incluso nos limita.
Pero es tan confortable, tan segura y nos acostumbramos tan pronto a
ella que lo obviamos. Sin embargo, el cuento de la vaquita es una de
esas narraciones que funcionan como un toque de atención. Un
despertar
hacia aquello que no vemos en nuestra vida diaria, pero que nos
afecta más de lo que pensamos.
Gracias a este cuento
descubriremos qué significado tiene realmente esa vaquita,
qué obtenemos de ella y cuán dependientes podemos volvernos de todo
eso que nos brinda. Pero, sobre todo, nos ayudará a descubrir cuál
es la vaquita de nuestra vida.
“La rutina es otra forma de morir”.
El cuento de la vaquita relata la historia
de un Maestro de la sabiduría que paseaba por el campo con su
discípulo. Un día se encontraron con una humilde casa de
madera, habitada por una pareja y sus tres hijos. Todos iban mal
vestidos, con ropa sucia y rota. Sus pies estaban descalzos y el
entorno denotaba una pobreza
extrema.
El Maestro le preguntó al padre de familia cómo
hacían para sobrevivir, ya que en aquel paraje no existían
industrias ni comercio, ni se veía riqueza por ninguna parte. Con
calma, el padre de familia le contestó: “mire usted, nosotros
tenemos una vaquita que nos proporciona varios litros de leche cada
día. Una parte la vendemos y con el dinero compramos otras cosas y
la otra parte la utilizamos para consumo propio. De esta forma
sobrevivimos”.
El maestro agradeció la información, se despidió
y se fue. Al alejarse le dijo a su discípulo: “busca la
vaquita, llévala al precipicio y empújala al barranco”
El joven se quedó espantado, ya que la vaquita
era el único medio de subsistencia de aquella humilde familia. Pero
pensó que su Maestro tendría sus razones y, con gran pesar,
llevó a la vaquita al precipicio y la empujó. Aquella
escena se quedó grabada en su mente durante muchos años.
Al cabo del tiempo, el discípulo
culpabilizado por lo que había hecho, decidió dejar al Maestro,
volver a aquel lugar y disculparse
con aquella familia a la que había hecho tanto daño. Al
acercarse, observó que todo había cambiado. Una preciosa casa
estaba rodeada por árboles donde muchos niños jugaban y había un
automóvil aparcado.
El joven se sintió triste y desesperado porque
pensó que aquella humilde familia vendió todo para sobrevivir.
Cuando preguntó por ellos, le contestaron que seguían allí, que
no se habían marchado. Entró corriendo en la casa y se dio cuenta
de que estaba habitada por la misma familia que antes. Entonces, le
preguntó al padre de familia qué había pasado y este, con una
amplia sonrisa, le contestó:
“Teníamos una vaquita que nos proporcionaba leche y con la que sobrevivíamos. Pero un afortunado día la vaquita se cayó por un precipicio y murió. En ese momento nos vimos obligados a hacer otras cosas, a desarrollar otras habilidades que nunca habíamos imaginado poseer. De esta forma comenzamos a prosperar y nuestra vida cambió”.
El confort de hacer “lo de siempre”
Puede que, al igual que el discípulo, nos
hayamos quedado horrorizados ante la decisión del Maestro de tirar
a la vaquita por el precipicio. Sin embargo, este cuento es
una metáfora sobre lo que tenemos que hacer con aquello con lo que
nos sentimos muy cómodos en nuestra vida y que al mismo tiempo nos
limita.
En el momento en el que esa familia pobre se
quedó sin ese sustento al que se aferraban para sobrevivir no les
quedó otra que buscar alternativas. Pero, en vez de descubrir más
pobreza, encontraron una manera de prosperar, algo que jamás habían
imaginado. Si la vaquita nunca hubiese desaparecido de sus
vidas, continuarían viviendo en su pobreza, sin salir de ahí, sin
creer que podrían llegar más lejos.
Muchas personas agradecen que existan momentos en
su vida que, aunque dolorosos y difíciles, les obligan a salir de
esa zona
de confort en la que se habían instalado y
permanecían estancados. Los seres humanos buscamos la seguridad, la
comodidad, aquello que no nos haga sentir incertidumbre. Pero,
cuando todo esto se viene abajo, descubrimos habilidades y
cualidades que jamás nos habíamos imaginado. Estaban dormidas.
El cuento de la vaquita nos insta a buscar aquello que nos está limitando. Puede ser un trabajo que no nos gusta, pero cuyo sueldo a fin de mes nos da seguridad; puede ser la satisfacción de ahorrar para viajar, cuya incertidumbre por posible imprevistos hace que nunca se haga realidad ese viaje…
El cuento de la vaquita es una excelente historia
que nos permite reflexionar sobre la manera en la que vivimos. Sobre
todo si nos quejamos
de cómo es nuestra existencia. No es necesario esperar a que un
Maestro llegue para lanzar a esa vaquita que tanto nos limita por un
precipicio. Podemos, desde hoy mismo, mirar más allá de
nuestras comodidades para ser conscientes del potencial que tenemos.
Porque no estamos limitados. Somos nosotros quienes ponemos
obstáculos.
Cada uno de nosotros tiene una vaquita en su
vida. ¿Cuál es la tuya?
Raquel Lemos
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