CUANDO
ESTÁS A PUNTO DE SER FELIZ
Esperamos
que el olvido nos calme y si no nos calmamos nosotros, no llegará
nunca… En su lugar, los recuerdos más bárbaros y salvajes, se
construirán un refugio en nuestra memoria y cada vez que estemos a
punto de ser felices nos asaltarán por la espalda… ¿Te pasa
alguna vez? ¿Estás riendo o vibrando y de repente esa vocecilla
cruel te recuerda que en tres meses se te acaba el contrato?
¿Estás
pensando que mañana presentas un proyecto extraordinario y te viene
a la mente esa ocasión hace años cuando hiciste el ridículo? O tal
vez, cuando vuelves a casa tranquilo, pensado en pasar un rato en
calma, en buena compañía y en tu teléfono entra un mensaje que te
recuerda lo mucho que todavía te queda para lograr tus sueños o las
mil obligaciones que tienes mañana y la voz te dice que te estabas
relajando demasiado…
Esa
voz entrometida y maleducada que se ríe de tus primeros pasos en
todo, que siempre te cuenta que llegarás tarde, que no estás
preparado, que no sabrás cómo y que todos van a mirarte, que te
quedarás solo, que no eres suficiente guapa, delgado, inteligente,
divertido… Esa voz que se entrena mientras duermes para que lo
primero que pienses al despertar sea lo cansado que estás y lo
injusta que es la vida… Que pone barro y charcos en el camino para
que te ensucies esos zapatos rojos que adoras y te repite
incansablemente que es mejor no atreverse porque nunca lo vas a
conseguir.
Es
una voz socarrona y tenaz que nunca para y siempre te susurra
palabras tristes, palabras de desaliento y te recuerda todas tus más
terribles pesadillas… A veces, parece que se queda en silencio, que
se ha saciado a primera hora cuando se ha ocupado de hacer que te des
mucha cuenta de que tu pantalón está arrugado y tu pelo despeinado
y te ha insistido en que no hables de ese tema en la reunión porque
no estarás a la altura… Es una voz que parece que no quiere que
descanses ni dejes de exigirte demasiado, que no quiere que nunca
bajes la guardia y creas que tienes posibilidades, que no te deja
soltar la carga ni dedicarte a nada que no produzca ni genere un
beneficio…
Es
la misma voz que cuando eras niño te taladraba en los oídos antes
de cada carrera y la que te pide a veces que te vengues, que viertas
tu rabia y dolor en otros, que te encierres en ti y no pidas ayuda
para no parecer vulnerable, que no te resignes, que siempre pidas y
no des, que pises, que empujes, que aguantes humillaciones y bajes la
cabeza porque no mereces… Es una voz que no tiene equilibrio, que
hoy te pide que seas esclavo de deseos ajenos y mañana te dice que
eres una especie de tirano déspota y sin una pizca de compasión.
Que hoy magnifica tus errores y mañana sólo te deja ver los errores
ajenos. Que te ha convencido de que nadie va a quererte y no soporta
que tú mismo te quieras y transforma tu amor en orgullo y en miedo.
Siempre
pasa, cuando estás a punto de ser feliz, de sentirte pleno,
relajado, de pensar que todo irá bien, que no hay que preocuparse,
que puedes aflojar y disfrutar… Esa voz te agarra de los pies e
intenta detenerte, te susurra al oído, te toma el hombro y pone la
mano en tu espalda… Aunque en el fondo, eres tú que tienes tanto
miedo a soltar y fluir que te frenas, te callas, te pones barreras,
que te impides ser tú porque te asusta tu verdadero potencial y te
encierras en esa prisión interior donde las paredes están llenas de
mensajes de desesperanza.
Mi
voz dice que me pare, que no siga, que para lo que yo soy ya he
conseguido mucho… Que si sigo adelante queriendo más e intentando
conquistar más sueños, voy a tener que pagar un precio, que tiento
a la suerte porque “yo no soy de esas personas a las que les
suceden las cosas que yo quiero que me sucedan” y que “ya basta
de tanto creer que todo saldrá bien porque esto no va a durar
siempre”. Dice que tengo que sufrir mucho por todo y que la vida
siempre será complicada y que hay cosas que están vetadas para mí…
Dice que ya basta de fantasías y me recuerda que si no paro me
dolerá la cabeza, la espalda y mil penalidades y atrocidades van a
llegar a mi vida…
Y
me he dado cuenta que hasta que me siga asustando lo que dice esa voz
ella lo seguirá diciendo porque la que le da de comer para que no
calle soy yo… Ella sólo me cuenta los cuentos que yo no me atrevo
a contarme y desmentir… Ella sólo hurga en mí y encuentra las
puertas de mi alma que no abro y las habitaciones de mi consciencia
que no visito y saca los trastos viejos y los fantasmas a pasear… Y
mientras yo no haga limpieza y saque las penas y revise mis
pensamientos, esa voz que tintinea mis oídos cansados seguirá sin
fin… Porque todo aquello de lo que huyes se acaba construyendo una
casa en tu alma y escribiendo las páginas de tu vida… Lo que te
callas de ti decide tu futuro… Lo que haces que ocupe tu mente,
ocupa tu vida…
Y
la voz que tanto detestas te está avisando que te queda basura por
tirar y miedos por enfrentar. Que pasas más tiempo evitando que
existiendo y notando la vida… Que se te escapan las oportunidades
mientras piensas y esperas el momento perfecto. Que deberías
preguntarte por qué te habla como te habla y te dice lo que te dice
y revisar en tus entrañas qué historias llevas dentro por terminar,
qué cuentos te contaron y qué te has creído que es la vida… Que
deberías cuestionarte qué mentiras te crees y qué verdades te
asustan, qué miedos escondes bajo la cama, cuántas vidas anhelas y
no vives… Cuántos tú distintos hay en ti pugnando por salir a
través de tu piel y qué esperas de tu día…
La
voz que tanto te duele sólo puede arañarte si sigues creyendo que
puede, si todavía piensas que no eres quién realmente te habita, si
cuando te miras no te ves porque sabes que un extraño que lleva una
máscara ocupa tu lugar en el mundo… Es una voz que está ahí para
que a veces te hartes tanto de oírla y hagas todo lo contrario a lo
que dice, para que sepas lo que te queda por comprender y perdonar.
La
voz sólo te rompe si dejas que te rompa, porque crees sus milongas y
todavía no has sido capaz de volver a ti y decidir que no hay nada
más importante que estar aquí ahora y vivir… Porque todavía
estás ausente imaginando un futuro improbable y llorando un pasado
que no quieres borrar.
Lo
que ocultas se hace grande y sale del escondite… Lo que no quieres
escuchar acaba siendo un grito… Lo que no quieres saber, se escribe
por todas las paredes que rodean tu vida… Lo que deseas abrazar,
se hace tan espeso que te abraza, te oprime, te encoge…
Sal
al encuentro de lo que te persigue. Busca ese lugar al que no quieres
nunca ir porque sabes que en él hay una cuenta pendiente, una mala
cara que aguarda tu cara… Escucha esa canción que te recuerda que
todavía no eres libre mientras no te aceptes por entero, mientras no
ames tus sombras, mientras no perdones tus errores y asumas tus
maravillosas imperfecciones…
Salda
cuentas contigo y comprende que siempre fuiste tu mejor versión
incluso cuando eras tu versión más asustada. Ama tu recuerdo más
amargo y la lección que trae consigo y se desvanecerá en un
instante… Visita tu noche más oscura y ya nunca perderás de vista
tu propia luz.
Mi
voz dice que me calle que ya he dicho muchas sandeces por hoy que no
le interesarán a nadie, porque en realidad, nadie me escucha… Y yo
le doy las gracias por sus palabras porque me ayudan a despertar y
saber que cada vez habla más flojo y lo que dice me recuerda que hoy
todavía no me he dicho que tengo mucho que aportar… Porque sé que
ya no me importa, porque escribo para mí, para alguien que necesita
escuchar que todos somos perseguidos por una voz machacona que se
cuela en nuestros pensamientos… Para una persona cansada que ahora
oye sus palabras y está a punto de caer en la tentación y creer que
son ciertas … Porque escribo para mi voz también, para que sepa
que ya nunca más me va a doler lo que dice. Porque yo ya estoy a
punto de ser feliz y no me asusta lo que voy a encontrar al otro lado
de mí…
Mercè
Roura
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