¿QUIÉNES
SOMOS EN REALIDAD?
La
esclavitud es la identificación del que solo ve con los instrumentos
de la visión.
Si
usted puede ver como flotan y evolucionan las nubes del cielo, se
debe a que usted no es precisamente tales nubes, sino el Testigo que
las contempla. Entonces, ¿QUIÉN ES USTED?
Si
usted es capaz de darse cuenta de las sensaciones de su cuerpo, se
debe a que usted no es dichas sensaciones, sino el Testigo que las
percibe y contempla. Entonces, ¿QUIÉN ES USTED?
Si
usted es capaz de observar los sentimientos y pensamientos que
aparecen en su mente se debe a que usted no es tales sentimientos,
sino el Testigo que los contempla. Entonces, ¿QUIÉN ES USTED?
El
ojo no se ve a sí mismo y todo aquello que uno pueda “ver”, no
será sujeto, sino objeto. El que ve no es lo visto. Sin embargo,
puede decirse que en la vida cotidiana vivimos identificados con
nuestro cuerpo y nuestra mente.
El
problema que al parecer nos sucede, a los
seres humanos es que el sujeto que ve, es decir lo que sentimos como
identidad Yo, se cree ser los pensamientos. Es decir, que la propia
identidad sujeto por excelencia es, de pronto, confundida con el
objeto visto, aunque éste sea tan sutil como son los sentimientos
más íntimos.
Sabemos
que cuando somos parte de una querella perdemos la ecuanimidad. De la
misma forma sabemos que cuando confundimos al Yo con la mente
pensante se termina por sufrir los mismos vaivenes que los de los
propios pensamientos.
La
mirada y el pensamiento y todo lo que sea usted capaz de ver, no es
usted, sino lo que tiene usted. Cuando, por ejemplo, decimos “mi
mano”, ¿por qué decimos “mi” mano?, ¿acaso porque
inconscientemente sabemos que no somos en realidad la mano, sino que
tenemos una mano? Tanto “mi” pierna, “mis” sentimientos, “mi”
mente, “mi...” son objetos del Yo, no son el Yo.
Al
liberarse de la identificación con los objetos de nuestra visión,
experimentaremos libertad y desapego. Al darse cuenta que usted no es
sus deseos, ni su cólera, ni sus inquietudes... porque todo eso
puede “verse”, usted sentirá una Libertad de sabor neutral.
Pero, ¿qué significa ser neutral?, ¿acaso significa no tener
especiales intereses personales en el objeto que se dirime?, ¿acaso
no es sentir des-implicación?, ¿cuál es el porqué de esa
des-implicación?, ¿es porque, acaso al estar des-identificado, no
se está afectado?
El
objetivo, de todos los buscadores de la libertad esencial, consiste,
primero, en diferenciar y, posteriormente, en integrar.
Tras
comenzar diferenciando, se finaliza la búsqueda en el momento en que
lo de dentro y lo de fuera dejan de ser dos. Cuando sujeto y objeto
son no-dos, cuando el observador y lo observado se tornan un Solo
Sabor, sucede que, entonces, se ha trascendido la mente racional y
dualista del Yo-Tú y se existe tan sólo como contemplación
supraconsciente.
Entonces,
simplemente todo es. Cada mañana al despertar y antes de pisar el
suelo del mundo, observe como comienza a tener las primeras
sensaciones, los primeros sentimientos y pensamientos... es decir,
objetos en su consciencia.
En
ese preciso instante, es cuando resulta muy fácil preguntarse,
¿quién soy? y seguidamente, no “pillarse” con lo visto, sino
más bien permanecer lúcidamente instalado en el espectador.
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