Dudar
es a veces volver a decir que sí y renovar tu confianza.
Conocer
es comprender que no sabemos nada, todavía…
Irse a veces es
escogerse a uno mismo y no huir aunque lo parezca. Porque lo que
realmente importa es hacer lo que sientes que te debes sin tener que
demostrar nada…
En ocasiones,
llorar es pura alegría y reír un acto de hipocresía que te llena
de amargura y te vacía por dentro.
Decir
que no, es amar y alejarse, la mejor manera de soltar y dar
libertad.
No siempre el
reto es llegar a la meta, a veces es tan sólo encontrar el camino.
No siempre el
miedo nos obliga a desaparecer, a veces, nos empuja a atacar y nos
llena de rabia.
No hay noche más
larga que la propia noche. Que la noche del que se niega a ver la
mañana y abrir los ojos y despertar. De hecho, no hay más noche que
la que decidimos quedarnos dentro.
El fuego a veces
quema y otras calienta.
El
miedo a veces es el muro con el que topan tus sueños y
otras el muro que aprendes a saltar para seguir con más ganas.
Nada es lo que
parece, sólo depende de los ojos con que miramos el camino…
Para
el que tiene ganas de seguir todo lo que encuentra es una señal que
le ayuda a trazar un mapa… Todo
es una herramienta con que fabricarse un destino más rápido y una
solución más fácil. Para
el que sabe motivarse a sí mismo, todo es un mensaje de aliento…
Para el que decide que el mundo le es adverso, todo lo que encuentra
es un obstáculo.
Para el que está
convencido de que todo tiene sentido siempre hay una explicación que
le lleva a sí mismo… Para el que confía siempre hay una voz que
le guía.
Para el que
siempre llora, no hay sol que brille. No hay lluvia que cese ni
viento que no intente arrancarle la risa. No hay mano que se le
tienda que no sea una mano enemiga.
Para el que
siempre sueña no hay realidad por sórdida que sea que suponga un
escollo insuperable.
Para
el que ama dar, siempre hay alguien que necesita. Para el que sufre
por perder lo que tiene, siempre hay alguien que querrá robarle la
vida.
El que se
permite escuchar su propia voz descubre que ha estado guiando su
camino siempre, pero que a veces no ha podido escucharla porque
estaba ocupado oyendo la voz de su ego que intentaba ahogarle en un
mar de quejas.
Para el que se
lamenta nunca se acaba la pena… Para el que acepta cada paso, nunca
hay nada de lo que lamentarse y todo es sorpresa.
No hay una sola
realidad, hay realidades infinitas esperado que escojamos una para
vivirla. A cada paso, tiramos del hilo y ponemos en marcha un
mecanismo para que un futuro se convierta en presente.
Siempre
decidimos, incluso cuando nos negamos a responder a nuestras grandes
preguntas y dilemas… A veces, nos cuesta tanto hurgar en nuestros
miedos y oquedades por si encontramos algo demasiado oscuro, que nos
dedicamos a intentar enmendar las vidas de los demás… Incluso
entonces, estamos decidiendo sobre nuestra vida, porque escogemos que
no nos importe lo suficiente como para trabajar en ella y cambiar lo
que no nos hace felices.
Cuando
decidimos bailar, hacemos que exista la música.
Cuando escogemos
reír, el mundo empieza a ser divertido.
Cuando
elegimos que no importa lo que dicen de nosotros otras voces, esas
voces desaparecen o callan.
Cuando abrimos
los ojos, creamos la realidad de aquello que hace un instante estaba
en nuestra cabeza.
Cuando
empezamos a andar, dibujamos el camino.
A
cada instante, creamos un universo paralelo en el que podemos
sumergirnos y vivir de otro modo… Lo que deseas siempre está en
ti… A veces, llega a ti para que sepas que te estabas privando de
vivirlo… Otras para que te des cuenta de que no era lo que
esperabas… Y sí, a veces no llega porque en tus pensamientos hace
tiempo que has decidido que no lo mereces y lo has apartado de ti.
Este libro que
es tu vida lo has escrito tú y, a menudo, te enfadas y te pones a
arrancar páginas y culpas a otros de los diálogos y de las
historias que hay en él… En lugar de mirar en tu interior y
descubrir qué voz dicta tus palabras y ponerte a escribir de nuevo,
desde tu verdadero ser, desde esa parte de ti inmensa que se ama y
decide convertirse en su aliado y no su enemigo.
Tirar
la moneda al aire para que decida cara o cruz sólo sirve para
descubrir en el último momento cómo deseas realmente que caiga.
Y cuando lo sepas, puedes tomar las riendas y decidir que dejas de
usar monedas y excusas, que dejas de retardar el momento de salir del
sueño y vivir en esa nueva realidad en la que dejas de ponerte la
zancadilla…
Para
el que hoy se ha despertado pensando que el día será maravilloso,
no habrá contratiempo que le contradiga…
Mercè
Roura
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