LO
QUE IMPORTA ES LO QUE ERES
Hay
un momento en tu vida en el que dejas de buscar. No
porque no te quede nada por surcar ni conocer, sino porque necesitas
sentir lo acumulado… No porque no te queden reinos por conquistar
sino porque quieres aprender a conquistarlos con tu mirada… No
porque estés cansado sino porque quieres volver a dibujar tu mapa.
Necesitas bucear más en ti y reescribirte. Saber qué te quedas de
lo que llevas en la mochila de viaje y qué dejas porque te pesa, qué
sueltas al vacío esperando que no vuelva y qué dejas ir para saber
si vuelve y es para ti de verdad.
Hay
un momento en el que ya no tienes miedo de estar contigo y
descubrirte, en el que sueñas pasar un rato a solas con ese niño
que fuiste y pedirle perdón por haberte hecho el loco y dejarle de
lado… Por las culpas que has cargado sin sentido y las veces que te
has castigado a ti mismo por tus errores maravillosos.
Ese
momento en que te miras y te ves. No eres ninguno de los falsos
enemigos que te has buscado ni esa máscara que te pusiste para que
otros te aceptaran y que es tan falsa y ridícula que cada vez que te
molesta más…
Ese
momento en el que te quedas quieto, justamente tú, el que nunca para
y siempre estás imaginando algo nuevo, una aventura, una historia
que contar, una experiencia que vivir… Y te encuentras contigo y te
miras a los ojos y te cuentas historias. Esa soledad deliciosa del
que se ha descubierto libre y sabe que ya no va a huir más de su
sombra ni de su pasado ni de su dolor más antiguo porque se tiene y
se quiere cerca. Esa soledad del que ya no piensa tanto en mañana
porque ya no quiere huir de este instante que vive… Porque este
momento es maravilloso, a solas con su alma, con su miedo más
profundo, con su pesadilla más intensa… Y a pesar de todo, tan
entero y en paz porque sabe que se nota la vida fluir por las venas,
porque sabe que está afrontando su destino y convirtiéndolo en
magia… Porque pase lo que pase lleva las riendas de su vida y se
siente feliz por haber sido capaz de sentarse a esperar a que pase
cartero y le de esa carta que durante siglos no quiso recibir ni
leer…
Porque
sabe quién es de verdad y nada perturba a quién realmente conoce su
esencia.
Hay
un momento en el que cuando te sabes y te conoces, todo lo demás se
ve desde una distancia maravillosa… Se vive intenso pero se observa
de lejos, calienta pero no quema, te zarandea pero no te hace caer.
Porque estás en tu centro, porque ya no te peleas con la vida sino
que te adaptas cuando llega la ola y luego recuperas tu forma. Más
sabio, más atrevido, más mojado pero más libre, sin duda…
Y
miras al cielo y eres el cielo. Y miras al viento y eres el viento. Y
miras al león y eres el león que espera para devorarte si te
asustas. Y
miras al suelo y ahí estás, sentado, al lado de las hojas secas y
los sueños que dejaste caer porque los leones te daban miedo.
Y
te paras y todo se para. Y puedes descansar de medir, de pesar, de
aparentar, de representar, de demostrar… Y
te sientas bajo el sol y callas por dentro como de verdad se calla, y
el silencio te repara, te alcanza, te cura. Y vuelve esa niña que
eras y baila, y pide deseos al aire mientras canta una canción que
ya no recordabas. Y algo se borra por dentro y algo dulce te calma.
Y
el mundo se rompe, se rasga, se cae, se divide, se llena de moscas,
del calor más intenso, del frío más insoportable… De la noche
más larga, de la tarde más triste, del viento más huracanado… Y
también de las historias más dulces, los gestos más amables, los
días más hermosos, las personas más extraordinarias… Porque es y
será como debe, como puede, como sabe, como tú eres capaz de verlo
con tus gafas de detectar miedos y tus ojos de soñar corto y
limitado.
Aunque
ya no importa, porque no solo te adaptas al mundo sino que aprendes a
contemplarlo sin rabia. Porque abrazas tu miedo más sólido y
aprendes a darle la vuelta, aprendes a usarlo como capa para las
noches más frías y tumbarte sobre él al sol en los días más
claros. Y tus ojos llorosos se abren sin miedo porque han descubierto
el secreto… No
importa lo que parece, no importa lo que temes, no importa lo que
pasa, sólo importa lo que eres.
Hay
un momento en la vida en el que dejas de buscar… Y dejas al mundo
tranquilo y ves que durante un rato, tus grandes saltos al abismo te
llevan a saltar hacia ti mismo. Y un día te levantas y el mundo está
revuelto pero sigue siendo deliciosamente bárbaro y trágicamente
hermoso… El mundo eres tú. El león eres tú… La niña perdida
que todavía no sabe que la has encontrado eres tú. Ya sabes quién
eres y todo lo demás ya no importa.
Mercè
Roura
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