"Hemos
confundido lo extraordinario con extracotidiano", dice José
María Toro (*)
Este
maestro volcado hace años al campo del desarrollo personal
reivindica "el cotidiano” en su último libro, también a modo
de toque de atención, y pone en valor lo inmenso que es todo lo
pequeño de nuestra vida sencilla
-Con
este nuevo libro, sales del ámbito educativo y hablas de otros
temas, que tienen puntos en común, pero para todo tipo de lector.
-En
realidad este libro es anterior a todos los demás. Yo inicio mi
tarea como escritor en una reflexión más global, más amplia, que
no sale del ámbito educativo. Este libro intenta compartir que hay
otra forma de latir y pulsar con la vida. Y esto es una acción
totalmente educativa ya que para mí la educación ha de ser en la
vida, de la vida y para la vida.
-¿Por
qué le das sustantividad y no adjetividad a la palabra cotidiano?
-No hay
nada más sustantivo en la vida de una persona que lo que vive
cotidianamente. Es una reivindicación de ese espacio, pero sobre
todo una llamada de atención de que nosotros hemos confundido lo
extraordinario con extracotidiano. Todo lo extraordinario sucede en
lo cotidiano. Solamente valoramos la belleza de la normalidad, cuando
la perdemos. Últimamente hablo de un concepto, “la bendita
normalidad”, que me mostró un niño de cinco años.
Estaba
cuidando a mi madre en el hospital y al lado había una familia que
ya llevaba varias semanas allí. Un día el niño sentado junto a su
abuela le preguntó: “¿Abuela, algún día recuperaremos la
bendita normalidad?”. El hecho de despertar por la mañana, caminar
por tu propio pie… es algo maravilloso. No nos damos cuenta de lo
grande que son las cosas sencillas de cada día hasta que las
perdemos. El libro pretende precisamente rescatar la conciencia de
que todo lo pequeño de nuestra vida sencilla de cada día es algo
inmenso.
-Distingues
que no somos observadores de lo que nos pasa, sino que somos
participantes en todo momento.
-La
ciencia moderna lo afirma de una forma contundente. El observador
siempre afecta a lo que mira porque la mirada es una forma de
conexión energética. Proyectamos una energía que afecta lo que
miramos. Despertar en las personas la conciencia del yo que mira, del
testigo de lo que sucede es una tarea fundamental porque ese espacio
que creamos entre lo que miramos y la conciencia de quien mira crea
un espacio de libertad, de respeto incluso hacia eso que estamos
mirando. Para mí es importante crear ese espacio. Este mirar “desde
atrás” significa un descanso para los ojos y expresa una actitud
de no control ni dominio de lo que estamos mirando.
-Ya
que hablas de ojos, cuéntame del cuerpo. Afirmas que no tenemos un
cuerpo sino que somos un cuerpo, no para ser mostrado ni observado,
sino vivido.
-Hemos
pasado de la cultura del cuerpo ignorado, condenado, censurado, a una
especie de idolatría de la imagen del cuerpo, que no acaba, sin
embargo, de entender bien la dimensión corporal. Cuidamos la fachada
de la casa, pero no su interior. Existe un “cuerpo de cuerpos”:
tenemos un cuerpo físico, mental, emocional, energético y el
espiritual, como una especie de matrioska rusa. Mi propuesta de
trabajo pedagógica y también general es muy ”metafísica”, pero
siempre abordando lo que tenemos más a mano que es el cuerpo. Desde
esta visión de mi cuerpo físico me abro a ver que también mi
cotidiano es un cuerpo. Desde esta mirada, la sociedad es vista como
un cuerpo y también la Tierra podemos mirarla, atenderla y cuidarla
como un cuerpo vivo. En la escuela el cuerpo es la gran asignatura
pendiente. No se trabaja la conciencia del cuerpo. Trabajar desde una
visión integral e integrada del cuerpo favorecerá la vivencia de un
cuerpo íntegro como el soporte físico de una conciencia íntegra,
en el sentido de completa, honesta y ética.
-¿Una
buena herramienta para trabajar esa integración es la respiración?
A través de los pranayamas podemos hacer consciente lo que tenemos
automatizado. Nos conecta con la vida.
-La
respiración es la vida. Vivimos mientras respiramos. Cuando a Buda
le preguntaron por dónde había que empezar respondió “por la
respiración”. En la raíz de las palabras respirar, inspirar,
espirar… está espíritu, el aliento. Es el proceso fisiológico
que más significativamente afecta a nuestros estados mentales y
emocionales. En mi libro “Descanser. Descansar para Ser” digo que
la respiración tiene cuatro estaciones o movimientos que
corresponden a las cuatro estaciones del año. Si esto lo vinculamos
con la pedagogía, en primaria es importante que un niño, más que
saber cómo es el aparato respiratorio, sepa, saboree, que en su
respiración hay un otoño, que es la espiración, y que así
como el árbol suelta las hojas, puede soltar una pena o un enfado, a
través de la espiración. O que descubra, que también hay un
invierno, una pausa. Y que puede recuperar su paz mediante la pausa
en su respiración. Que pueda llegar a experimentar que si
respira con pausa es imposible que sienta ansiedad. Y que si
está haciendo un trabajo y se duerme, activar la inspiración
siempre lo reanimará y le ayudará a estar más despierto.
Me interesa la comprensión de este proceso de la respiración en la conexión de lo que nos puede servir su conocimiento para regular los estados personales, cómo podemos cambiar nuestro modo de funcionamiento desde el conocimiento de cómo funciona la respiración.
Me interesa la comprensión de este proceso de la respiración en la conexión de lo que nos puede servir su conocimiento para regular los estados personales, cómo podemos cambiar nuestro modo de funcionamiento desde el conocimiento de cómo funciona la respiración.
-Mediante la respiración también podemos llegar al silencio, algo tan depreciado en una sociedad tan ruidosa como la actual.
-La
respiración como el objeto de la atención en la meditación. ¿Por
qué casi todas las tradiciones espirituales meditativas convierten
la respiración en foco de atención, mientras estamos en silencio?
La mente no puede estar en blanco, lo que trabaja la meditación es
la atención de la mente, la capacidad que la mente esté en lo que
está. No una palabra o una frase, porque la palabra es connotativa,
tiene mucha resonancia afectiva emocional y desata las conexiones
neuronales que llevan a recuerdos pasados o a proyecciones de futuro.
La conciencia en la respiración es una conciencia no-lingüística,
no verbal. La respiración es “lo más sutil de lo denso y lo más
denso de lo sutil”, un puente entre el cuerpo y la conciencia. Dado
que la respiración ocurre siempre en el instante presente, si estoy
atento a la respiración, estoy atento al presente. Es algo que me
ancla a cada instante: la atención está en el aquí y ahora de cada
respiración.
-Dices
que leer es un gesto de amor. ¿Por qué?
-Leer
viene de otro acto de amor previo que es escribir. Es una
sístole-diástole, un diálogo. La lectura es un modo de responder a
la expresión de otro. Aunque sea en diferido, el escritor está
hablando al lector que lee. Es una de las magias de la lectura. Uno
no “se pierde” en la lectura, más bien “se reencuentra” en
ella. Y eso gracias a que alguien ha sentido la necesidad de expresar
y compartir lo que siente. Quien escribe te abre una puerta, muestra
un horizonte, comparte su propio camino y experiencia. La lectura
siempre es una experiencia de comunión, una vivencia mágica y es,
sin duda, una de las grandes conquistas y actividades del ser humano.
Para mí el escribir es “escri-vivir”: lo que escribo tiene que
ser expresión de lo que vivo o expresión de ese anhelo profundo y
sincero de vivir eso que escribo. Tanto en el escribir como en el
leer, el gran reto consiste en que la bibliografía se convierta en
biografía.
-Deepak
Chopra reivindica el deseo como chispa interna, intensa, divina, que
puede ser utilizada como herramienta para llegar al desarrollo de
aquello que está inacabado todavía. Tú hablas del deseo
indeseable, y de ser austero pero no indigente.
-No se
trata de no desear, si no estaríamos en una actitud dual. Volvamos a
la mirada del mirar. Veo que se activa un deseo y “desde atrás”
lo miro: ¿dónde surge?, ¿hacia dónde apunta?, ¿qué
consecuencias puede tener satisfacerlo? Digo ser austero en el
sentido de que nuestra cultura del consumo hace que nos inyectemos
deseos que no corresponden a nuestra naturaleza profunda. Todo deseo
que nace allí es un Deseo, tengo que estar atento para darme cuenta
de ello y, sobre todo, trascender esa dualidad de no desear.
-Mencionas
el compromiso sociopolítico. Es una carta nueva en la baraja de la
espiritualidad.
-Si la
espiritualidad no pasa por “la materia” no es espiritualidad.
¿Por qué el espíritu, que es tan inteligente, encarna en una
materia densa, “bruta”? Evidentemente porque en su sabiduría
sabe que es una evolución tremenda. El cotidiano es el cuerpo de
nuestro vivir, lo espiritual no significa salirnos del cotidiano e ir
a un templo en el Himalaya. La espiritualidad auténtica es aquella
que transforma el cotidiano en un espacio donde el espíritu puede
materializar lo que es. Socialmente se ve como una dicotomía: los
activos y los contemplativos, por eso hablo de los “contemplactivos”.
Tú no puedes anunciar una sociedad nueva, democrática, hablando
siempre en tono amenazante y con unas actitudes que nunca tienden
puentes. El otro, aunque esté en el polo opuesto de mi visión
ideológica, nunca es un enemigo, sino otro ser humano. El co-razón
debe ser el que sostenga la política, un corazón con racionalidad,
sentido común y sabiduría.
-“La
enfermedad es la experiencia que lo cuestiona todo”. Una frase tuya
fantástica.
-En la
enfermedad nos vemos en nuestros límites, en nuestra fragilidad.
Cuando uno está bien es el “rey del mambo”, pero basta un dolor
de muelas, el tobillo torcido y el no te puedes mover para “caernos
del pedestal”. Para mí,” la enfermedad es el milagro” en el
sentido de ver lo maravilloso que es el funcionamiento normal y
cotidiano de nuestro cuerpo. Más allá de esa aparente fragilidad,
para quienes tenemos ya unos años el cuerpo lleva muchos años
atravesando numerosos puentes y barreras, y aquí estamos. La
enfermedad sigue siendo ese espacio del cotidiano que nos instala en
la humildad. Su gran valor es, como antes decía, que nos baja del
pedestal, nos devuelve a la tierra, a la realidad, nos vuelve
humildes y sencillos.
-Para
quienes tenemos nuestros años, nos apremia el tiempo, el que tú
aconsejas ordenar sin descomponerlo.
-Antes
el hombre del tiempo era el filósofo y el poeta, hoy es el
meteorólogo. Ha habido un empobrecimiento tremendo en nuestra visión
y vivencia del Tiempo. Consideramos al tiempo como una cosa, hemos
cosificado el tiempo como toda una existencia. Decimos “no tengo
tiempo”. No es que no tengamos tiempo sino que tenemos un exceso de
tareas. En lugar de carencia de tiempo lo que hay es abundancia de
todo: expectativas, deseos, quehaceres y obligaciones. Ante tal
abundancia y exceso, puedo soltar, regalar, compartir o delegar
algunas tareas. La expresión del tiempo-cosa responde a ese dios
Cronos que nos hace funcionar por el cronómetro. Como en el
impresionante cuadro de Goya “Cronos devorando a sus hijos”, este
tiempo-cosa nos devora, nos descabeza, nos deja sin norte, sin rumbo
ni dirección. El reto entonces es recuperar nuestro tiempo. El
segundo es el tiempo-casa, en el que cada estación es una forma de
vivir la temporalidad, la estación como “la acción de estar”.
No solo es un cambio meteorológico sino un cambio vibratorio,
energético. Cada estación trae consigo una invitación a estar,
ser, vivir y descansar de una determinada manera. El reto aquí es
recuperar el sentido profundo del tiempo y habitar el tiempo cada
segundo, instalarnos en cada estación. El tercero es el
tiempo-causa. Como cada tiempo-estación trae su impronta, ahora que
está a punto de empezar la primavera tenemos la ocasión de renacer.
Hay una energía en mi entorno que puede ser la causa de que yo me
abra a nuevos proyectos. Si puedo ahora florecer es porque vengo de
un invierno donde he habitado una pausa y he estado en actitud de
recogimiento. Y el último tiempo es el tiempo-cauce. Su expresión,
el dios Kairós, el de la oportunidad. Para mí una hora, este
minuto, es la posibilidad que la Vida me da para ser “un cauce
histórico del amor”.
-Criticas
la idolatría que se hace del presente como una característica del
individualismo.
-Me
refiero a lo que denomino “presentismo”. Eckhart Tolle habla del
poder del ahora, pero hay un poder del pasado y del futuro, seguimos
con esa estructura de la dualidad inoculada en el tuétano. Vivimos
este instante, es lo que debemos cultivar, estar presentes en este
presente que no oponemos ni separamos del pasado y del futuro. Luego
hay otra dimensión cuando el presentismo lo desconecto de todo eso
ya que mi gesto de ahora es semilla del futuro. El “presentismo”
deviene en hedonismo, en individualismo, y puede convertirse en una
burda expresión de mi falta de implicación con la vida.
-En
cuanto al crecimiento personal y autorrealización, sostienes que hay
un continuo encarnarse, que transforma y no destruye lo anterior.
-La
transformación siempre integra lo anterior, lo honra. Sin lo
anterior no estaríamos en este punto. No se puede ultrajar el pasado
mirándolo desde ahora. En el cuerpo social no se puede ahora juzgar
la transición política desde el presente, porque en aquel momento
la situación era muy diferente. Se hubiera podido hacer de otra
manera, pero ¿cómo estaban las cosas? Aquello fue un salto respecto
a lo que teníamos previamente. ¿Ahora debemos dar otro paso?, de
acuerdo, desde una mirada amorosa, comprensiva, crítica y creativa.
La vida evoluciona, amando, bendiciendo cada paso que hemos dado. La
dinámica del crecimiento personal es la conciencia de que un ser
humano es como la luna: creces o menguas, no te quedas parado. Hay
una dinámica del ser que es así, como la del universo, expansiva.
-Más
allá de que crezcamos o mengüemos, el crecimiento tiene
inteligencia propia, según destacas.
-Es la
inteligencia de la Vida. Somos una expresión de la Vida. Podemos
llegar a pensar que ella es fruto del azar, pero oí a una eminencia
científica que dijo algo que me impactó muchísimo: “En términos
matemáticos, la probabilidad de que la conciencia humana sea fruto
simplemente del azar evolutivo de la materia sería similar a
imaginarse un desguace con millones de piezas sueltas, donde pasa un
vendaval y se forma un avión”. Esa es la inteligencia de la que
hablamos. Abrirme a eso en este espacio pequeño mío es el gran
reto. Vivir lo eterno en este momento presente, vivir lo infinito en
este cuerpo finito, en este cotidiano, y vivir la sabiduría de la
Vida en mi vida cotidiana.
Aurelio Álvarez Cortez
(*)
Maestro
de enseñanza primaria y especialista en creatividad, técnicas de
estudio y en diversos ámbitos de la expresión y la comunicación,
José María Toro ha publicado gran variedad de artículos vinculados
con la educación y el desarrollo personal. Actualmente centra su
labor en la investigación y divulgación del Sistema Consciente para
la Técnica del Movimiento, así como aspectos como el desarrollo de
actitudes creativas en el quehacer de la vida cotidiana. Es autor,
entre otros, de los libros "Educar con Co-razón", La
sabiduría de vivir”,“La hondura de lo simple es infinita”,“La
vida maestra”, "Descanser. Descansar para
Ser" y “El pulso del cotidiano”, este último motivo de esta
entrevista y editado por Desclée de Brouwer. Información:
jmtoroa.blogspot.com.es
,
@josemariatoro
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