CÓMO CULTIVAR LA INSPIRACIÓN
La
inspiración se define como “respirar la información de la vida”.
Para cultivar la inspiración es necesario hacernos conscientes de
que el cerebro no es una máquina, sino una realidad plástica y
sensible que requiere de condiciones favorables para ofrecer máximos
resultados.
Lo
importante de cultivar la inspiración es que no
se trata solamente de una competencia que incide en la actividad
intelectual, sino que tiene efecto sobre todos los aspectos de la
vida.
La inspiración es un estado en el que se conjugan aspectos
cognitivos, emocionales y de voluntad. Genera una poderosa sensación
de bienestar y resulta determinante en los procesos creativos.
No
es fácil definir de manera exacta lo que es la
inspiración. El diccionario la
define como “Estímulo
que anima la labor creadora en el arte o la ciencia”,
o como “Ilustración
o movimiento sobrenatural que Dios comunica a la criatura”. Así
que cultivar la inspiración vendría a ser algo así como crear las
condiciones apropiadas para que se produzca el “estímulo” o “el
movimiento sobrenatural” del que hablan esas definiciones.
Desde
el punto de vista etimológico, la definición es bella, pero tampoco
resulta muy concreta. En
ese terreno, inspiración vendría a ser algo así como: “respirar la
información de la vida”. Toda
esta falta de exactitud nos lleva a pensar que se trata de un
fenómeno complejo, profundo y también maravilloso. De ahí que
cultivar la inspiración sea también un hecho de trascendencia.
¿Cómo hacerlo? Aquí hay algunas pistas.
“Ve definitivamente en dirección de tus sueños.Vive la vida que imaginaste tener”.
-Henry
David Thoreau-
La inspiración, un fenómeno maravilloso
La
inspiración es un estado en el cual experimentamos una suerte de
revelación sobre algún aspecto esencial de la vida o de la
realidad como tal.
Se trata de un fenómeno intelectual porque implica una comprensión
de gran alcance. Sin embargo, también supone una dicha especial,
que se traduce en convicción y deseo o pasión por realizar
determinada acción.
Se
puede decir que la inspiración nos proporciona algunos de los
momentos de mayor felicidad. Se
trata de una fuerza ligera y expansiva que abre la mente y
el corazón. Cuando
estamos inspirados, sentimos una conexión directa y real con todo
el universo. Desaparece el malestar. Es una suerte de paz feliz.
De
hecho, los neurocientíficos Marcos Jung-Beeman y Edward Bowden, de
la Universidad Northwestern y John Kounios de la Universidad Drexel,
han revelado interesantes estudios al respecto. En estos se indica
que mediante imágenes de resonancia magnética, se ha podido
comprobar que hay
una parte del cerebro que, literalmente, se ilumina en ciertos
momentos de revelación o
epifanía.
Corresponde a una zona del lóbulo temporal derecho.
La inspiración y la motivación
Muchas
veces se confunde la inspiración con la motivación, pero son dos
realidades diferentes. La motivación es
una fuerza que nos impulsa a desarrollar determinadas acciones, con
el fin de obtener un beneficio específico.
También, por supuesto, para evitar algún mal o daño.
En
últimas, la
motivación es fruto de un sello impreso en la naturaleza humana:
buscar el placer y evitar el dolor.
Nos sentimos motivados a hacer algo porque partimos de la idea de que
con ello lograremos algo que deseamos o evitaremos que nos suceda
algo negativo.
La
inspiración va mucho más allá. En esta el placer y el dolor pasan
a un segundo plano. Se
trata de una fuerza tan potente que es capaz de aceptar el dolor sin
problema, porque el objetivo lo trasciende.
Tampoco se busca un beneficio específico, sino una plenitud mayor.
Es lo que han sentido quienes dan su vida por la libertad o aquellos
que son capaces de sufrir cualquier vejación en nombre de un
propósito o una causa.
Cultivar la inspiración
Cultivar
la inspiración es un proceso que implica grandes esfuerzos y
constancia. Sin embargo, hay caminos que permiten nutrir ese estado y
alcanzarlo eventualmente. El primero de esos caminos es la
meditación. Está
absolutamente comprobado que la meditación
cambia
el funcionamiento del cerebro.
Esto facilita los procesos de creación, que a su vez son un
resultado de la inspiración.
La
lectura de obras literarias de ficción y cualquier práctica
artística son otros caminos para cultivar la inspiración.
Todas esas tareas rompen con los esquemas habituales y eventualmente
llevan a construir nuevas perspectivas. A su vez, esos nuevos puntos
de vista, tarde o temprano, conducen a esas revelaciones profundas
que caracterizan los estados de inspiración.
Descansar
adecuadamente y saber hacer cortes también son factores
fundamentales para cultivar la inspiración.
Descansar implica dormir bien y oxigenar la mente periódicamente.
Hacer cortes tiene que ver con cambiar de escenario físico y mental
cuando uno siente que está bloqueado. Hacer un paréntesis
indefinido, para retomar luego. Todo esto facilita esos momentos de
inspiración que muchas veces lo cambian todo.
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