Creo
profundamente en el hecho de que una misma situación puede hacerte
feliz o destrozarte por dentro con sólo cambiar la forma de mirarla
y percibirla… Con
atreverse a aceptar que es lo que es y asumir la responsabilidad de
cambiar lo que es posible cambiar. Creo que eso tiene que ver
directamente con el hecho de confiar en uno mismo y en la vida y
comprender que, aunque duela (porque duele) es un aprendizaje… Eso
no significa que nos guste, que no nos rompa, que nos tenga que
parecer justo y que todo lo que deseamos vaya a suceder a golpe de
insistencia, aunque ayuda y mucho…
Ya
lo sé, nos vienen a la cabeza mil situaciones en las que lo que hay
que aprender es tremendo y el dolor acumulado de días y meses se
hace insoportable. Esas situaciones en las que te sientes encerrado
en una jaula sin poder respirar aire puro ni salir al mundo y te ves
abocado al horror de caer por el precipicio sin encontrar una rama a
la que agarrarse. Sin embargo, creo que la forma en que decidimos
afrontarlo transforma el resultado, aunque no lo es todo…
Creo
profundamente en la necesidad de soltar lo que no podemos controlar y
lanzarnos a vivir lo que es y deleitarnos en este ahora, como el
único momento posible que realmente existe…
Creo profundamente en soñar y asumir retos, en motivarnos y dar el
primer gran paso hacia lo que deseamos… Creo profundamente que para
cambiar de vida hay que cambiar por dentro y actuar para llevar a
cabo ese cambio de paradigma…
La
vida te pone contra las cuerdas a menudo para que no tengas más
remedio que salir del cascarón y decir en voz alta “aquí estoy
yo”…
Creo
que para hacer esto, hace falta que en tu cabeza y en todo tu cuerpo
se detone una especie de “clic” que genera el gran cambio….
Pero por favor, seamos serios, seamos profundamente (he usado esta
palabra varias veces porque me parece que tiene el calado necesario
para transmitir mi intensidad emocional en este momento) honestos y
no contemos que eso pasa rápido… Ni que es fácil… Lo que es tal
vez sencillo como paso, como “fórmula” que aplicar, pero para
llegar a abrazar tu miedo y ser tú sin culpas ni reproches ni
bloqueos, para gestionar emociones y reconocer creencias hay que
hacer un largo camino y es duro (tal vez eso sea mi creencia, puede,
no lo niego, puesto que soy profundamente sincera y tengo que hablar
desde mi experiencia). No
hay fórmulas mágicas para todos ni siquiera hay fórmulas, la magia
llega sólo cuando ya has hecho el clic, nunca antes, porque la única
magia que puede “salvarte” eres tú…
Dejemos
de vender cambios exprés y lavados de cerebro… Esto es un
entrenamiento diario que se hace con muchas ganas y con la ayuda de
profesionales que saben de qué hablan… Con personas que toman
distancia pero saben empatizar (complicado pero maravilloso)… Y
dejemos también de vender resultados rápidos y concretos. Lo
maravilloso y terrible es que nadie puede garantizar que el sueño se
cumpla tal y como lo deseas, que el resultado sea como pretendes…
Lo que sí es verdad es que cuando te decides a iniciar un camino de
autoconocimiento es porque decides amarte y aceptarte, decides
respetarte y tomar las riendas de tu vida y eso lo cambia todo
siempre…. Aunque no lo hace de la noche a la mañana, es un camino
a veces amargo y otras dulce a ratos, pero siempre apasionante…. Es
un camino lleno de recovecos oscuros en los que a menudo no hay paz
ni luz para que te veas obligado a buscarlas dentro y vivir a través
de lo que eres de verdad, no de lo que sueñas, para que tengas que
sacar lo mejor y no conformarte con una mediocridad inventada para
resistir y evitar el miedo que te acobarda y aísla de ti.
Es un
camino compartido con otros que aunque no lo parezca están tan
asustados y perdidos a veces como tú, pero disimulan porque alguien
tan asustado y perdido como ellos les dijo que aquello era la
fórmula… Es un camino roto para que tengas que pegar sus pedazos y
descubras que es un rompecabezas que lleva a ti, siempre a ti.
No
se trata de llegar, se trata de aprender a convivir con uno mismo
desde la autoestima y la paz y a partir de ahí el resultado es pura
anécdota…
Siempre
digo que nuestros sueños son la excusa para crecer, para superar
situaciones duras y seguir adelante, la forma en que nos motivamos y
nos reconocemos pero no son lo que nosotros somos…
Prometamos
camino, no cima… Y ni siquiera eso, tan sólo prometamos compartir
el primer paso desde la distancia necesaria… Dejemos de prometer a
otros lo que tal vez ellos no puedan prometerse a ellos mismos porque
no sabemos nada de nada…
Sólo
sé que no va a ser fácil, pero sí que valdrá la pena…
Lo
siento, no hay fórmulas mágicas, pero estás tú… Eso es mucho,
mucho…
Mercè Roura
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