Uno
se da cuenta, a lo largo la vida, que en realidad nada importa tanto
como lo que uno da. Uno no es lo que tiene sino lo que da y
comparte, eso es lo que hace que dejemos huellas de amor.
Algún
día estaremos más allá de las nubes… en otro espacio y en otra
dimensión. Teniendo en nuestra conciencia toda la experiencia
acumulada en tantas y tantas vidas, recreando de nuevo lo que de
amor nos hemos llevado, gozando de lo mejor que hayamos hecho y
aprovechando cada instante de afecto entregado a otros, cada ayuda
desinteresada, cada trozo de corazón entregado sin esperar nada a
cambio.
Eso
es lo que nos llevamos. Los recuerdos, las vivencias de lo que hemos
gozado y sufrido, las sensaciones, los olores, las melodías… todo
lo que ha calado en nuestra alma poquito a poco Y sobre todo,
lo que hemos regalado a los demás para que hayan vivido sus propios
ratos de ilusión, segundos de alegría o minutos de éxtasis.
Los instantes
eternos, que todos hemos logrado alguna vez, están impresos en el
alma. Ese es el bagaje auténtico. Lo único que llevamos puesto
siempre con nosotros. Lo auténticamente nuestro. Lo que ninguna
circunstancia ni situación puede arrebatarnos. Ni siquiera la
cárcel, del tipo que sea, puede con ello.
Podrán
atarnos el cuerpo, silenciar la palabra y taponar nuestro oído pero
nunca podrán gobernar nuestros pensamientos… siempre libres,
siempre capaces de recrear mundos en los que ser es mejor que
parecer y en los cuales, soñar solo tiene valor nunca precio.
Deberíamos
estar preparados para partir en cualquier momento. Sí, sé que esto
que acabo de decir suena fuerte pero no debemos olvidar que aquí
estamos de paso y que en un segundo puede cambiarte la vida.
Incluso
no quisiéramos oírlo tal vez. Pero en realidad sería el referente
de haber logrado el equilibrio y la evolución que tanto ansiamos.
Irse es despedirse de muchas cosas, de muchas personas… o quizá
de pocas… pero importantes para nosotros.
En
eso debería residir el dolor mayor. Las cosas, las casas, los
coches, las ropas y el glamour… son tan efímeros como
intranscendentes. Algo que puede tenerse, aumentarse o perderse en
cualquier momento. Algo nunca definitivo ni definitorio. Irte es
solamente despoblarlo por un breve tiempo. Otros usarán tu casa, tu
coche, tu ropa… e incluso personas nuevas amarán, también, a las
que aquí quedan. Solamente tú te irás con lo más sentido que
hayas hecho, con lo mejor que hayas sido, con lo más intenso que
hayas vivido. Y aquí dejarás también tu huella más valiosa. Todo
lo que hayas sido capaz de provocar en el corazón de los demás.
Esa será tu auténtica herencia.
Que
absurdos somos los seres humano al preocupamos por dejar a nuestros
hijos legados materiales… cuando realmente lo que disfrutaran y
les acompañara siempre es lo que hayamos depositado en su corazón.
Eso que nunca perece… lo que ellos también se llevarán de manera
única.
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