Dicen los sabios que ser feliz es estar convencido de que lo que uno hace en todos los órdenes de la vida es lo correcto.
Acuérdate
cuando saliste a la vida lleno de ganas y querías subir, volar,
agarrar de los pelos a tus ilusiones…, pero el miedo al qué
dirán, al cuánto se reirán o al cómo pensarán, quienes decían
ser los tuyos, creó un contrapeso suficiente como para echar a
perder la luz más brillante de todas. Tu luz. Fue en ese preciso
instante —cuando todo parecía sucumbir a las leyes del abandono—
cuando apareció, de entre miles de letras y mensajes, aquella frase
de tres palabras que cambió tu destino para siempre: SÉ
– TÚ - MISMO
Y lo fuiste.
Quizá no siempre, pero lo fuiste. O, al menos, lo intentaste. Y si
lo olvidaste, te lo recuerdo:
Fuiste tú
mismo cuando aceptaste tu talento y dejaste de pedir perdón por
destacar, pero también cuando sucedió todo lo contrario y,
apretando bien los dientes, decidiste no renunciar a lo que te hacía
disfrutar por el simple hecho de sentirte torpe o imperfecto. Sí.
Fuiste tú mismo (y en la misma medida) tanto el día en el que sin
saber bailar asaltaste el escenario como aquel otro en el que,
conociendo la respuesta, levantaste la mano ante las miradas de la
clase.
Pero eso fue
solo un trocito, un centímetro de entre los muchos kilómetros que
recorriste. Pues fuiste tú mismo muchas más veces.
Lo fuiste
cada vez que, a pesar de la crítica, te mantuviste fuerte.
¿Recuerdas? El mundo girando y tú ahí, siempre en tu puesto.
Todas
aquellas veces fuiste tú mismo, sí, pero de nuevo, hubo más,
mucho más. Y es que de entre todas las veces en que fuiste tú
mismo ninguna brilló tanto como aquellas en las que te lanzaste
tras lo que querías sin esperar garantía o premio a cambio.
Aquellas en las que ya fuera un amor, un proyecto o una idea,
supiste acompañar tu causa por una forma de mirar la vida que
—escrito o no con palabras— venía a resonar así en tu a veces
terca cabeza:
CREER EN TI
NO ES SABER QUE LO VAYAS A CONSEGUIR; ES SABER QUE —LO LOGRES O
NO—, TIENES DERECHO A PERSEGUIR LO QUE AMAS.
Con
todo y con eso, hoy no quiero recordarte que siempre que puedas
seas tú mismo, sino justamente lo contrario. Quiero sugerirte que
no lo seas. O no a cada instante. Porque lo que unas veces te
hace grande, en otros momentos puede dejarte pequeño, y es tu
misión distinguir. Ya lo dijo aquel proverbio:
“INTELIGENCIA
ES COMPRENDER QUE LO QUE SIEMPRE FUE SÍ
UN DÍA PUEDA
SER NO”. Y VICEVERSA.
Por eso, y a
pesar de lo ganado, no seas tú mismo. O no a cada instante, repito.
Y si te parece contradictorio, recuerda esta fórmula inexacta:
“SER
TÚ MISMO SIRVE PARA RECUPERAR EL ESPACIO PERDIDO;
NO SERLO,
PARA DAR UN PASO MÁS”.
Así que, si
ya te has puesto al día, empieza a rebelarte y no, no seas tú
mismo. Porque aún hay trabajo por hacer.
No seas tú
mismo con tus sueños, sobre todo si son grandes. Ya viste lo que
sucedió la última vez que lo hiciste: empezaste fuerte, flojeaste
pronto y, al final, terminaste por dejarlo pasar. Como el gimnasio
en septiembre. Como la dieta en enero. Y lo sabes. Todo eso te pasó
por ser tú mismo. Por no exigirte un poco más. Por aplicar a tu
futuro las mismas reglas que aprendiste en tu pasado.
En el fondo,
tiene sentido: ¿cómo conseguir un poco más si haces lo mismo de
siempre?
Por eso,
insisto. NO SEAS TÚ MISMO CUANDO LO QUE TIENES DENTRO NO
MEJORE LO DE FUERA. Cuando lo que te pida el cuerpo no acompañe
a tu causa. Cuando la pereza te pida más sillón y menos armas. No
lo seas.
No,
no seas tú mismo con tus amigos, y mucho menos con tu familia.
Llámales más, escúchales más, cuídales más. Hazlo
especialmente cuando menos ganas tengas y cuanto mayores sean:
abuelos y bisabuelos primero. No dejes que se vayan sin
impregnarte de ellos. No dejes que se queden sin disfrutar de ti.
No seas tú
mismo mientras haya injusticias, guerras, hambre y desigualdad.
Siempre hay algo diferente por hacer y empieza en ti. No lo dejes en
manos de gobernantes y políticos, la solidaridad nunca hizo ganar
votos. O no los suficientes. Así que, si no empezaste ayer, ponte
en marcha: hoy es menos tarde que mañana.
¿CUÁNTOS DE
LOS GRANDES MOMENTOS DE TU VIDA
NO
SURGIERON DE UN ÁPICE DE REBELDÍA?
No seas tú
mismo con mucha gente, ni siquiera con los desconocidos. Sonreír
nunca fue un acto de justicia, sino un gesto que mejora el mundo por
sí solo. No importa que estés cansado o que aún no te hayas
despertado: cuando se llega a un sitio se sonríe y se dice “Buenos
días”. Y lo mismo para abrir las puertas, ceder el asiento, poner
los intermitentes o lo que sea que hagas sin tener en cuenta que,
además de tu mundo, existen otros mundos.
Y, por
último, no seas tú mismo con tu pareja. Porque es con ella con
quien establecerás las relaciones más íntimas. Con quien más
amarás.
Recuerda
que en la vida nada es de una única manera y que siempre podremos
elegir. A cada instante. Porque siempre habrá dos montones: en uno,
lo que somos; en otro, la persona en que nos queremos convertir.
CRECER
ES DECIDIR.
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