Quien
nada espera, está abierto a un mundo de posibilidades que le libera
del sufrimiento de las expectativas. Pero, ¿es posible vivir sin
expectativas? ¿Cómo podemos dejar de sufrir cuando no ocurre lo que
esperamos? Quien nada espera, nada pierde.
A
nivel general, solemos esperar que los acontecimientos ocurran como
nos gustaría. Nos
creamos unas expectativas sobre cómo deberían ser las cosas y cómo
deberían ser los demás con nosotros.
Así,
esperamos que alguien reaccione de una forma determinada ante algo
que nos molesta. También esperamos que no llueva un día en el que
hemos planeado una excursión al campo. Sin embargo, ¿cuántas veces
nos hemos llevado “un palo” o un desengaño por parte de alguien?
Entonces,
¿cuál es la clave para no sufrir? No
esperar nada, porque quien nada espera, nada pierde.
A
pesar de sonar un poco descorazonador, no esperar nada, o dicho de
otra forma: no
formarse expectativas, conlleva un gran poder. Es
fácil caer en el error de pensar que se trata de tumbarse en el
sofá y ver la vida pasar. En absoluto, es algo más activo y
dinámico que todo eso.
Se
trata de trabajar la mente para no crearse falsas esperanzas ni
ideas erróneas.
Ahora bien, ¿por qué es tan importante? Porque quien
nada espera, está libre de encontrar la decepción.
¡Profundicemos!
Quien
nada espera, lo tiene todo
¿Cómo
podemos no esperar algo? ¿Es
posible vivir sin expectativas? Quien
más o quien menos se aferra a la idea de cómo debería suceder
aquello que desea.
La
clave radica en el concepto de aferramiento. Cuando
nos aferramos a una idea, es mucho más probable que suframos si esa
idea no se materializa. Pero, ¿entonces? ¿qué hacer?
La
cuestión está en desapegarnos de un resultado concreto. Por
ejemplo, si esperamos que alguien haga algo por nosotros y no lo
hace, sufriremos. Así pues, si estamos abiertos a la posibilidad de
que pueda suceder lo que esperamos o no, estamos teniendo en
consideración las dos opciones.
Desde
el budismo, afirman que todos
buscamos ser felices, sin embargo, muchos erramos en nuestro camino
hacia ese estado. Mientras
buscamos nuestra felicidad podemos herir a otras personas, con mayor
o menor intención.
El
budismo nos prepara para aceptar que alguien nos fallará, para
aceptar que nuestros planes no saldrán como queremos y para aceptar
que nuestras expectativas pueden acabar por los suelos. Sus
enseñanzas son tan profundas, que la
aceptación de la “no ocurrencia” de algo que esperamos, no es
un drama, sino una liberación.
Esta liberación radica
en coger las riendas de nuestra felicidad y no dejarla en manos de
los acontecimientos externos. Quien
nada espera de un acontecimiento o de otra persona, lo tiene todo;
es decir, baraja todas las opciones posibles.
Si
nuestro amigo cumple nuestras expectativas, supondrá una alegría.
Si no las cumple, era algo que entraba en nuestros planes, por lo
que no será un acontecimiento tan dramático. Además, nosotros
también hemos fallado a alguien alguna vez…
Libérate
Libérate
del sufrimiento que
causa la rigidez mental.
La vida, el destino, la existencia -o como queramos llamarlo- no
siempre transcurrirá como deseamos.
Mucha
gente pronuncia expresiones como “siempre
me salen las cosas al revés” o “no
hago más que llevarme palos por todas partes”.
Ahora bien, ¿cuántas veces hemos esperado algo de alguien que nunca
ha llegado? Incluso en nuestro día a día escuchamos frases de
lamento sobre todo aquello que no funciona como debería.
La
cuestión es aprender a aceptar que “todo aquello que no funciona
como debería” funciona, pero no como nos gustaría.
Cuando se produce el desajuste entre lo que debería ser y lo que es,
aparece el sufrimiento.
“El calor, el frío, la lluvia, el viento, las enfermedades,el ser aprisionado, golpeado… no deben hacerme sentir irritado.Pues eso, solo agravaría el padecimiento”.-Shatideva-
Podemos
llevarnos decepciones sobre los demás, pero, sin duda, no serán tan
dolorosas. Es más, podemos sacarle partido a estas desilusiones. Por
una parte, podemos
aprender a aceptar a
los demás sin proyectar en ellos cómo queremos que sean.
Y por otra, si realmente vemos que su actitud nos hiere, quizá sea
mejor dejarla ir.
Todo es
posible
Lama
Rinchen,
maestro budista, afirma que “existen
más posibilidades de que las cosas salgan como no queremos, que como
esperamos”.
De esta forma, nos invita a reflexionar sobre si realmente tenemos
tanto poder como para controlar todo aquello que ocurre ahí fuera.
Rinchen
aborda la opción de que todo es posible, pero, más que eso, nos
invita a que adoptemos esa opción como nuestra. Si
todo es posible, estaremos más dispuestos a aceptar que pueda
ocurrir lo inesperado.
“Somos víctimas de nuestras propias aflicciones mentales, los enemigos de la paz y la serenidad. Estas aflicciones – el apego, el odio, el orgullo, la avaricia- son estados mentales que provocan en nosotros conductas que causan toda nuestra infelicidad y sufrimiento. […] La mayor parte de los problemas que padecemos, que en definitiva creamos nosotros, proceden en última instancia de esas emociones negativas”.
-Dalai
Lama-
Para
quien nada espera, todas las opciones son posibles, de esta forma
estamos abiertos a lo que pueda ocurrir.
Proyectar una idea o una esperanza en el futuro puede estar bien para
llenarnos de energía, siempre y cuando, seamos conscientes de que no
siempre saldrá como deseamos.
Un
aspecto fundamental para dejar de sufrir por nuestras expectativas es
dejar descansar la mente. Como
afirma el maestro budista zen Thich
Nhat Hanh:
“Debemos
aprender el arte de descansar, dejando que el cuerpo y la mente se
relajen. Si tenemos heridas en el cuerpo o en la mente, debemos
descansar para que puedan curarse”
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