Los
seres humanos, tenemos la mala costumbre de dividir el mundo en
buenos y malos lo cual puede llevarnos a las equivocaciones más
dañinas, porque sabemos que la mayoría de las veces las
apariencias engañan.
Sin
llegar a entender bien que los estereotipos que delimitan dónde se
encuentra la línea divisoria entre el mal y el bien están marcados
por los moldes que la mente ha construido en una época, un espacio
y un tiempo concretos.
Un ejemplo
clásico de esto es que lo que hoy está mal, estuvo bien en otros
momentos del pasado o en otros lugares, o incluso aún lo está.
Todos
generamos en nuestro interior luces y sombras, todos creamos
nuestros propios fantasmas que nos acosan aunque intentemos
apartarlos. Todos sabemos que el sufrimiento que nosotros generamos
en los demás es nuestra responsabilidad, pero lo disculpamos, sin
embargo si lo hace otra persona, se valora como maldad. Pero no
siempre lo es.
Debemos dejar
de culparnos por no dar gusto a todo el mundo. Nos han enseñado que
“ser buenos” equivale a hacernos cargo de dolencias ajenas, de
intentar ayudar, aun cuando la ayuda ni es pedida ni a veces
deseada.
Nos han
educado a estar disponibles siempre, a saber callar a tiempo, a
propiciar balsas de aceite por donde pisamos. Lo que hacemos
nosotros lo vemos siempre bien, al contrario que en los demás que
lo calificamos, en grados diversos, como maldades gratuitas que nos
cuesta poco condenar.
Hay
personas que parecen no tener su alma en este mundo. Personas que
siguen su instinto básico de poder, sexo, dinero o magnificencia
arrasando lo que pillan en su camino sin importarles nada ni nadie.
Hombres y mujeres a los que les sobra el mundo porque creen
poseerlo. Sin embargo, la ley natural de la vida también les afecta
y en sus despropósitos llevan su dolor. Todo cambia, nada es para
siempre y todo lo que comienza termina.
Y la ley
universal, más importante de todas, que muchos ignoran, que se
cumple inexorablemente: “SE RECOGE LO QUE SE SIEMBRA”
Algún día,
entenderán los que no son buenos que a ellos también les tocará
soportar el dolor de sus acciones y verán con claridad lo que ellos
han propiciado.
Algún día
los buenos no se verán tanto y comprenderán que hubo gente que
sufrió a su lado aun creyéndose salvadores de causas ajenas.
En
realidad, no hay línea entre ambos y con mucha facilidad pasamos de
una a otra orilla sin saber que hemos cambiado de cualidad.
No hay otro
modo de medir que la comparación con uno mismo. ¿Fui mejor que
ayer? ¿Seré mañana peor? ¿Lo seré con los demás? ¿Lo soy
conmigo?
Vive
dentro de ti con la mayor honestidad posible. Haz siempre lo mismo
que harías si nadie te estuviese observando.
Si vale para
ti seguro que también vale para los demás. Suma, no restes.
SÉ UNO
CONTIGO. SÉ EL MISMO CON TODOS.
VISTO EN:
No hay comentarios:
Publicar un comentario