A
mí también me dijeron que fuera fuerte y peleara por todo… Que
esto era una lucha feroz y que si me esforzaba mucho conseguiría lo
que soñaba…
También
me contaron que debía hacer sin parar y no detenerme nunca, ni para
tomar impulso… Que si dejaba de hacer y de esforzarme nunca
conseguiría nada y el mundo iba a despreciarme… Que tenía que
ganarme el respeto y el derecho a ser y que para ello debía
demostrar cada día, sin fiestas, sin domingos, sin aliento.
Me
contaron que tenía que ser buena persona y que pensar en lo que yo
necesitaba era egoísmo puro… Que necesitar era de débiles y que
si no te escuchas al cuerpo cuando duele, al final se cansa… Que
esto iba de tragar vida y engullir lo que hay a tu paso sin
permitirse dudar.
Me
dijeron que, si era la primera, llegaría lejos… Que no había más
opción que ser la mejor… Que no me diera tregua y me dedicara a
trabajar al máximo… Que el ocio era un desperdicio de tiempo y que
el silencio era algo terrible a evitar a toda costa…
Y
pensé que si corría suficiente en dirección contraria a mis
miedos, acabaría por esquivarlos, por dejar de tener que vivirlos…
Que si era capaz de burlar al destino, no tendría que repetir
errores aunque fuera incapaz todavía de comprender porque lo eran.
Me
explicaron, entiendo que por mi bien o eso pensaba, que si no
aceptaba la realidad podría construir una propia a medida… Y que
si cedía y daba la razón los demás me verían como alguien
vulnerable e incapaz…
Alguien
me contó que podía con todo, que debía hacerlo todo y respirar sin
pausa para seguir siempre, pase lo que pase…
Alguien
me dijo que buscara sin parar, siempre, todas las respuestas, porque
eso me daría ventaja en esta dura competición…
Alguien
me pidió que acumulara sin pensar porque tenía que estar segura,
que debía tenerlo todo previsto, que debía preocuparme por todo y
jamás perder el control de nada.
Me
enseñaron que sufrir tiene premio y te libera de culpa, que es
necesario para ganarse el cielo y el pan… Que nada es nunca fácil
y que todo será peor si no finges que no te importa y haces lo que
hacen los demás.
Me
susurraron que yo valdría lo que valen mis resultados, que yo era
mis resultados. Y me grabaron a fuego que no confiara en nadie ni en
nada… Ni siquiera en mí. Y eso me hizo sentir pequeña,
desamparada, desvalida, incapaz, avergonzada, miserable, desheredada,
culpable, rabiosa, enfadada, triste y asustada, muy asustada.
Y
no era cierto nada… No lo es al menos para mí… Me engañaron
como les habían engañado a ellos porque pensaron que era lo mejor…
Porque
esto no va de lucha sino de pasión… De amor… De
hacer lo que sientes que debes con amor y sin arrastrarse ni sentirse
obligado. De hacer lo que amas y aprender a amar lo que haces…
Va
de saber qué dirección quieres tomar, pero permitirse el error y la
duda. Va
de ir acompañado y no de llegar el primero. Va de compartir y ser tu
versión mejorada, no mejor que nadie…
Va
de parar y perderse en el tiempo para encontrarse… De
escucharse y contarse historias hermosas, notar qué te cuenta el
cuerpo y amarlo. Va de detenerse a respirar y de despojarse de todo,
de darse
cuenta que no puedes controlar nada, que nada es y jamás será
seguro y vivir con esa deliciosa incertidumbre hasta que un día te
levantas y es tu mayor certeza… Y
tu preocupación se esfuma porque te has dado cuenta que la
vida tiene planes mejores que tus planes y tú puedes decidir pero
tienes que ser flexible porque no sabes nada…
Y
ves claro que no
puedes huir de tus miedos porque eso hace que tú seas tus
miedos… Que
hay que sentirlos, abrazarlos, vivirlos y comprender que estás por
encima. Que hay que observarlos como pensamientos locos y darte
tregua, que hay que tiritar con ellos y descubrir que no eres ellos…
Que hay que dejar de necesitar cambiar la realidad para ser feliz y
estar en paz, aceptarla y amarla para así empezar a transformarte…
Que
eres responsable de tu vida y culpable de nada, nunca, por más que
pese y duela…
Te
das cuenta que sufrir es inútil,
aunque te enseña a vivir cuando ese sufrimiento es tan intenso que
nada compensa nada y te permite despojarte de todo porque ninguna
máscara lo hace soportable.
Y
notas que llueve y no pasa nada. Y sabes que no llegarás primero y
no importa porque estás bien acompañada… Por ti… Porque
ahora sabes que la respuesta que buscabas es el amor que sientes por
ti. Un respeto inmenso que no surge gracias a ninguna medalla, ningún
logro, ningún resultado, ningún marcador ni posesión que ahora
tengas...
Porque ya eres y siempre has sido, incluso antes de empezar este
camino que te dijeron que era una carrera y eso te impidió irte
parando a contemplarlo y sentirlo…
Y
no puedes con todo, no porque no seas capaz de superarte, sino porque
no hace falta que cargues con nada, que arrastres nada ni resistas
ninguna embestida…
Y
ahora sabes que la única forma de estar en paz y seguro es
contemplarte vulnerable y descubrir tu verdadera fuerza…
Y esa
fuerza solo sale de dentro cuando te permites caer y te quitas la
máscara y dejas de ser el personaje y aceptas tus debilidades y
fortalezas… Cuando
amas tu oscuridad y besas la realidad para empezar a cambiarla desde
dentro… Y cuando callas, por dentro y por fuera, cuando escuchas
ese silencio maravilloso que hay en ti y permites el vacío y la
nada… Y entonces, dejas que algo increíble pase y algo increíble
pasa.
Cuando
amas esto que eres y lo que es… Y cuando confías, sobre todo en
ti.
¿Y
si lo que pasa es que debes dejar buscar y empezar a encontrar? ¿Y
si lo que sí puedes controlar es cómo reaccionas a lo que te
pasa en la vida y no a la vida misma? ¿Y si la actitud que tienes
ante todo te conduce a estar en paz?
Y
ya has encontrado, estuvo ahí siempre. No lo viste porque estabas
ocupado siendo esa persona que te dijeron que debías. Haciendo lo
que hacen los que compiten con el mundo esperando ser mundo…
Viviendo lo que viven los que no viven esperando otra vida…
Sintiendo lo que sienten los se condenan a ellos mismos a no sentir
nada…
Ahora
ves claro que tienes que soltar porque no puedes seguir llenando tu
vida de por si acasos, de trastos viejos y recuerdos rotos, creencias
rancias que te impiden vivir como mereces… Que tienes que
permitirte lo que deseas y que pensar en ti porque eso no es ser
egoísta sino coherente porque para dar lo mucho que hay en ti y para
compartir tienes primero que darte y comprometerte contigo.
A
mí también me tomaron el pelo con la mejor intención pero ha
llegado el momento de dar la vuelta, de parar, de sentir, de decir no
a lo que es no y sí a lo que es sí…
Es
el momento de dejar de ser sumiso para que te acepten y te amen…
De
dejar de hacerse el rebelde para que comprendan que no les sigues el
juego…
De
dejar de mirar a otro lado para no verles y fingir que les ignoras…
Es
tu momento. El de ser y vivir.
Y
los sueños, los sueños importan pero tú importas más. Deja de
perseguirlos y siente que los mereces a ver qué pasa y si no pasa,
sigue mirándote con el amor que eres, con el respeto que mereces.
Aunque
ni siquiera esto que te digo es nada, porque es lo que he vivido y
aprendido, pero mi camino no es tu camino. Y tampoco sé casi nada…
Todo
está en tus manos.
Mercè
Roura
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