Un camino hacia la sabiduría
Párate
un segundo y reflexiona, has aparecido aquí en un cuerpo
específico, dotado de unas ciertas características físicas, con
ciertas medidas y unos padres y hermanos concretos que ya os habíais
elegido previamente para el aprendizaje en el mundo de la materia.
Esta
es tu realidad en el plano físico, y se necesita una gran voluntad
para mirarse a uno mismo y decir: «Acepto esto sin quejarme».
Si
no estás dispuesto a hacer tal declaración, tu fuerza interior se
verá socavada por la rabia, la culpabilidad, el temor y el dolor,
todo lo cual, combinado, crea la imposibilidad de que tus deseos se
manifiesten. Recuerda que la idea de atraer las cosas hacia uno
mismo se basa en la idea de que «Aquello que debería ser... ya
está aquí». Tu deseo ya está aquí y sólo puede fluir hacia tu
vida inmediata si tú te muestras abierto a que así suceda.
Esos
pensamientos de auto-desprecio te impiden situar en tu propio
universo el conocimiento y la energía amorosa que van a trabajar
para ti.
La
auto-aceptación no es nada más que un cambio en la conciencia.
Sólo exige un cambio de mentalidad.
Veamos
un ejemplo: Si se te cae el cabello, tienes la alternativa de
disimularlo, preocuparte o aceptarlo. La aceptación significa que,
en realidad, no tienes que hacer nada al respecto. Simplemente,
respetas tu cuerpo y la inteligencia natural que está obrando sobre
ti. Cuando algún otro te indica que tienes un problema porque se
está cayendo el pelo, ni siquiera te preocupas por la observación.
LA
ACEPTACIÓN ELIMINA DE INMEDIATO LA ETIQUETA DE «PROBLEMA».
Debemos
aceptarnos de modo incondicional a nosotros mismos. Aceptarse a uno
mismo no significa aceptar necesariamente todo tipo de
comportamientos.
Se
trata más bien de una negativa a participar en actos saboteadores
de auto-desprecio. Si te rechazas a ti mismo, no podrás sentir la
grandeza del universo. Tu energía se centra en lo que hay de
erróneo en ti, y te lamentas ante ti mismo y ante cualquiera que
esté dispuesto a escucharte.
No
se trata aquí de una actitud fingida. Lo que haces es, simplemente,
apartar la dependencia de tus valoraciones internas, basadas en la
aprobación de los demás.
Gracias
a la auto-aceptación, puedes decir honestamente: «Soy lo que soy y
lo acepto». Una vez que hayas instalado firmemente esta actitud,
desde una postura de honestidad contigo mismo, la certeza de que
mereces recibir los dones del universo estará alineada con esa
energía creadora.
El
auto-rechazo, en cambio, provoca un desajuste en la alineación con
dicha energía creadora. Sólo tú puedes efectuar ese cambio. Se
trata simplemente de cambiar tu percepción interna.
Cuando
acepto plenamente la responsabilidad de mi vida, de lo que es y lo
que no es, estoy favoreciendo la eliminación de la fuerte
inclinación, dominada por el ego, a echar a los demás la culpa por
aquello que no hay en nuestras vidas. Asumir plenamente la
responsabilidad significa tener conciencia del poder inherente a uno
mismo.
Estar
dispuesto a aceptar plenamente la responsabilidad sobre ti mismo, te
coloca en la postura de ser digno de recibir y atraer aquello que
deseas.
Si
algún otro fuera el responsable de tus defectos y le achacaras a él
tus problemas, estarías diciendo con ello que para manifestar el
deseo de tu corazón necesitas obtener el permiso de esa otra
persona. Este acto de abdicación de tu propia responsabilidad
destruye la capacidad para capacitarse a uno mismo para alcanzar
niveles superiores de conciencia.
Al
saber que eres responsable de cómo reaccionas ante cada situación
de la vida, y que estás a solas contigo mismo, puedes situar en el
universo, de un modo muy íntimo, aquello que deseas manifestar en
ti mismo. Sin embargo, al echar la culpa a los demás de las
situaciones que se produzcan en tu vida, desplazas el poder hacia
esas otras personas, a las que consideras responsables de crear esas
circunstancias.
Yo
mantengo un diálogo interior privado con el universo acerca de las
circunstancias que surgen en mi vida. Parto de la postura de que no
son en modo alguno accidentes, de que todo lo que me ocurre conlleva
una lección y que he sido yo el que lo ha hecho aparecer en mi
vida. Por absurdo e incongruente que pueda parecer, me digo a mí
mismo: ¿Por qué he creado esto en este preciso momento?
Los
sentimientos persistentes de culpabilidad te impedirán poder
manifestar nada que valga la pena porque estarás atrayendo hacia ti
esas mismas cosas que sitúas en el universo. Cuanto mayor sea la
angustia, más razones tendrás para sentirte mal y más pruebas
encontrarás para demostrar que no eres merecedor de lo que deseas.
Cuando
utilizas tus comportamientos del pasado para aprender de ellos y
sigues adelante, al margen de lo horribles que te hayan parecido, te
liberas de la negatividad que rodea esas acciones. Perdonarse a uno
mismo significa poder extender el amor hacia sí mismo, a pesar de
haber percibido dolorosamente las propias deficiencias.
Las
frases de culpabilidad no hacen sino reforzar una actitud de
desmerecimiento, e inhiben el proceso de la evolución correcta del
ser humano.
Existe,
sin embargo, una solución, que consiste en amarse a uno mismo para
que esos «defectos» no sean más que lecciones que te permitan
alcanzar un nuevo nivel espiritual.
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