Tienes
derecho a estar cansado. A estar triste. A estar asustado. Tienes
derecho a eso y no querer arreglarlo hoy, ni mañana, ni pasado. A no
tener que sobreponerte porque estás tan harto que necesitas pasar un
par de días enfadado hasta que sepas por qué, hasta que te
reencuentres contigo y descubras que no pasa nada, que no tiene el
sentido que esperas porque todo esto es un poco un espectáculo…
Que cuanto más esperas, menos llega y más distinto es a lo
esperado… Hasta que recuerdes lo que realmente importa en la vida y
veas que esto es pequeño y que pasará… O hasta que alguien te
sonría sin pedirte una sonrisa a cambio ni quiera convencerte de que
eso de ser feliz es obligatorio siempre o que sólo se pueda ser
feliz con un chute de algo, incluso de falso optimismo o frases
bonitas y vacías como te sientes tú ahora.
Si
no somos capaces de sondear en la pena cuando está ahí… en el
asco, el hartazgo, la desgana, en esa pereza que siempre pienso que
en realidad es miedo oculto en una barriga cervecera o en un
cansancio gigante… ¿Cómo vamos a dar el salto para llegar a
sentirnos bien? ¿Cómo encontrar la alegría sin vivir esta tristeza
acumulada clamando salir desde hace siglos mientras te fuerzas a
parecer fuerte y capaz de todo?
Puedes
enfadarte hoy con la vida y estar triste y ser optimista al mismo
tiempo. No hay ningún dedo enorme y acusador encima de tu espalda,
ni nadie va a pasar lista y pedirte que te pongas de pie incluso si
te retuerces de dolor y angustia… Puedes gritar y ser una persona
de paz y darte por vencido cinco minutos y ser un valiente...
Lo único que cuenta es que seas coherente contigo y no te escondas
de ti mismo, que sepas qué estás sintiendo y lo aceptes para ser
capaz de sobreponerte a ello y observarlo desde arriba… Porque lo
que tú eres en realidad está arriba y no abajo.
Sólo
hace falta ser consciente de quién eres y que seas capaz de
disculparte los pequeños atajos que tomas cuando estás tan asqueado
que necesitas respirar hondo y decir en voz alta que no puedes
más. Sólo
hace falta que te reconozcas el valor y capacidad de ser y aportar
incluso en este momento máximo de dolor, de bajón, de angustia…
Porque incluso en la derrota más inmensa ganas si eres capaz de
encontrarte y reconocer tu valor… Incluso el fracaso más rotundo
tiene sentido si te permite descubrir que no eres el fracaso… Eres
el ser maravilloso que mira al fracaso de frente y sabe que no es su
esencia sino su circunstancia…
Y
dejar de culparte por no haber sido o llegado, por no parecer lo que
crees que el mundo te pide que parezcas cuando ni siquiera sabes si
va contigo o si es real o tan sólo una de tus percepciones basadas
en esas creencias que tienes metidas muy dentro y que día tras día
te obligan a romperte por dentro…
Y
no esquivar a tu tristeza nunca más… Y no castigarse ni juzgarse
severamente por estar cansado. Porque a veces es peor la culpa por
tener un mal día que el día en sí…
La
vida cambia cuando aceptas sus milongas y sus retos y descubres que
no pasa nada, que vas a transitar por ellos sin perderte, sin dejar
de creer que eres inmenso y que vas a vivirlos como si los hubieras
elegido y comprado en una oferta fantástica… Que vas a sentirte en
calma y cómodo contigo incluso cuando la ola te llegue a los pies y
te salpique en la cara… La vida te cambia cuando vives ese dolor
insoportable y descubres que no te asustaba tanto el dolor como que
te vean vivirlo y sufrirlo… Que no te molesta estar en el suelo
sino que te culpen por estar en el suelo y puedan decir que estás
ahí porque no hiciste suficiente… La
vida te cambia cuando estando en el suelo descubres que no eres el
suelo y no importa nada más que lo que tú crees… Cuando
no te gusta lo que pasa pero decides que lo vives porque estás por
encima y a pesar de impulsar tu cambio dejas de necesitar que todo
cambie para sentirte bien, porque vives en paz con lo que sea
mientras sepas quién eres tú y conozcas tu valor como ser humano…
La
vida te cambia cuando te das cuenta que no eres tus circunstancias,
pero eres capaz de aprender de ellas para seguir. Cuando dejas de
rechazar lo que pasa y de resistirte a vivirlo como parte de este
juego complicado y maravilloso que es existir… Cuando entras al
trapo y dices… Aquí
estoy yo y estoy de mi parte siempre, pase lo que pase, digan lo que
digan… Aquí estoy yo… Sin defenderme de nada ni de nadie porque
soy invencible si estoy de mi parte… Porque lo que me hace
vulnerable me convierte en extremadamente fuerte… Porque vivir mi
indefensión me hace poderoso y al mismo tiempo compasivo… Porque
mostrar mis errores ante el mundo sin esconderme me despoja de temor…
Porque evidenciar mis dudas me hace enormemente sabio…
Yo
soy esto y me encanta, piense lo que piense el mundo… Y
puedes soltar lo que no necesitas y asirte a lo que eres. Y puedes
soñar sin limitarte a lo que creías porque has llenados tus
verdaderas carencias.
Y
en ese momento el mundo cambia o no pero ya no importa porque tú
eres capaz de verlo de otro modo y entras al trapo de vivir la vida
desde este instante y asumes tu increíble poder…
Y
amas lo que eres y eres lo que amas.
Mercè
Roura
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