No
buscamos el éxito por sí mismo, buscamos la paz de haber llegado y
no sentir que nos queda nada pendiente. La
sensación cálida de haber demostrado y haber hecho todo lo posible,
la medalla de haber llenado el vacío inmenso de no aceptarnos y sin
embargo ser aceptados por otros al contemplar nuestros logros…
Buscamos
dibujar en el camino lo que no sabemos construir dentro de nosotros y
nos engañamos diciéndonos que esta vez será suficiente cuando
sabemos que nunca nos basta… Porque el agujero por llenar en
nuestro interior se hace más grande a medida que más nos esforzamos
por mostrar al mundo que el agujero no existe…
Cuánto
más queremos demostrar que nada nos asusta, mayor es nuestro miedo.
Cuánto más perseguimos lo que pensamos que nos hará felices, más
lejos estamos de lo que realmente nos colma porque más nos alejamos
de nosotros mismos… Cuánto
más brillante es la medalla que nos colgamos en el cuello más pesa
la necesidad de conquistar otra mejor para calmar la sed de
reconocimiento…