¿Cómo
podríamos definir los conceptos de ganar y perder? ¿Existen solo
estos dos términos, o puede haber alguno intermedio? ¿Siempre
que no ganamos perdemos? ¿Quién determina quién gana o quién
pierde? En
definitiva, si nos paramos a pensar, ¿sabemos realmente qué
significa ganar?
Ganar
ya no está solo relacionado con los términos deportivos o en el
mundo del deporte y la competición. El
término “ganar” se puede aplicar al día a día, ganar ya no
solo es superar en puntos a un contrincante en un marcador. Ganar
es una decisión interior; algo que se lleva por dentro, que no se
determina desde fuera, sino desde nosotros.
Ganar
es procurar emplear la energía de la manera más inteligente
posible, pero ganar también es quedarnos sin aliento y disfrutar por
el camino. Ganar
es esforzarse e implicar en la tarea que tenemos entre manos a
nuestra mejor versión, ganar tiene que ver con la superación, con
la comparación con nuestras marcas personales. Eso es ganar y por
suerte no lo dictan los números, sino nosotros.
¿Cuándo
perdemos? Perdemos cuando dejamos de intentarlo,
cuando nos quedamos en lo fácil y no damos más de nosotros,
cuando creemos que hemos tocado techo y no nos esforzamos, cuando
actuamos de forma mecánica y menospreciamos a la intención, eso es
perder. La derrota llega cuando se bajan los brazos… y el deseo
sigue y las fuerzas también.
“Lo
importante en la vida no es el triunfo sino la lucha.
Lo principal no
es haber vencido, sino haber luchado”.
Puede
que no
sea el deporte en
sí lo que incorporamos en nuestras vidas, pero sí los valores que
el deporte transmite.
De la misma forma que cualquier deportista con un cierto nivel lo ha
interiorizado, un nuevo aprendizaje requiere de entrenamiento,
requiere de pasos, requiere de metas a corto y largo plazo, requiere
de un trabajo personal y sobre todo un esfuerzo.
Los
resultados de ganar y perder también se pueden trasladar a la vida
cotidiana, es por ello que el deporte nos enseña valores de trabajo
en equipo, de dedicación, de esfuerzo y de no quedarnos con el
resultado del marcador. Nos
enseña a seguir trabajando para superarnos, tanto
a nivel personal como de equipo, si es el caso.
Los
valores de superación, de conocerse a uno mismo, de conocer nuestros
límites, de ir marcando objetivos e ir superándolos suelen
ser los que imperan en cualquier competición deportiva. De ahí que
también este sea un buen espejo en el que mirarnos. En este sentido,
cualquier aspiración es noble y lícita siempre que no quiebre la
flexibilidad de nuestros valores, o dañe a otros o a nosotros
mismos.
“Te
pueden ganar, pero no puedes dejarte vencer.
Si es por actitud, que
nadie te deje en el camino”
Tan
importante es saber perder, como saber ganar: hay muchas victorias
objetivas que se han convertido en grandes derrotas.
Ganar es un momento puntual, es conseguir tus objetivos y superarte
a ti mismo, pero sigue siendo un momento puntual. Hablamos de un
refuerzo puntual que puede ser muy grande, pero de nada nos sirve si
nos quedamos ahí. Piensa que el tiempo que pasas escalando y el
tiempo que pasas en los picos que te fijas como metas.
¿En qué lado de la balanza hay más segundos?
Cuando perdemos tenemos
que valorar qué es realmente lo que perdemos, ¿es solo un
resultado? ¿He perdido o no he conseguido algo por el momento?
¿Cuál es mi estrategia? ¿Debo cambiarla? Perder
nos incita a una charla con nosotros mismos para ver por dónde
vamos y si estamos en el camino correcto.
Puede
que sea más importante el trabajo que el resultado, el trabajo nos
llevará a los resultados, el trabajo y el esfuerzo son
las claves del éxito, porque es ahí donde reside nuestra mayor
capacidad de control. Por lo tanto, será de este lugar y no de
otro, del que partirá nuestra victoria.
“Si no hacemos triunfar el talante es como si no lo tuviéramos. El éxito no está en ser excepcional, sino en hacer las cosas de forma excepcional”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario