No
estoy presente. No estoy aquí. No vivo este ahora. Muchos
no estamos donde estamos sino en otro lugar y en otro tiempo. Algo
por dentro nos corroe y nos aparta de donde estamos y pisamos. Algo
nos zarandea tanto que nos hace vacilar y tambalearnos hasta perder
el sentido y no saber dónde caemos. Algo nos hace viajar con la
mente siempre hacia atrás y hacia delante, como si una máquina del
tiempo nos ocupara la cabeza…
Hay
quien sigue anclado en una esquina de hace diez años donde vio y
sintió algo que tiene la sensación que le cambió la vida y le
rompió en pedazos. Hay quien está en mañana, en el mes que viene,
en el verano mientras todavía es invierno.
No
estamos presentes en nuestras vidas. A veces, porque soñamos
esperanzados con algo mejor y nos aferramos a ello para no ver el
dolor que ahora nos sujeta la garganta y nos ata las manos. Otras
veces para imaginar que lo peor está por llegar y así poder
imaginar tiempos todavía más duros diseñados a medida de nuestros
miedos.
Nos
miramos y no nos vemos a nosotros mismos. Vemos al niño asustado que
fuimos y que se escondía en la última fila para ser invisible o a
la niña que se exponía cada día ante los demás suplicando ser
perfecta para que le dieran el visto bueno.
Vemos
al triunfador que todavía no somos o eso creemos, al que no ha
llegado a la meta, al que tiene que trabajar el doble que otros para
conseguir el mínimo, al que haga lo que haga nunca puede sacarse de
encima esa sensación de no ser suficiente, de no pertenecer al bando
de los que ganan, de no merecer lo que sueña. Vemos a esa persona
que nunca encaja en ningún lugar, aunque los lugares cambien.
Miramos
y sólo vemos pasado y futuro y nunca presente. No lo vemos porque
estamos preocupados por borrar lo que fuimos y evitar lo que creemos
que vamos a ser. Queremos borrar el pasado sin amarlo, ni
comprenderlo y escribir un futuro distinto haciendo lo mismo de
siempre y sin experimentar nada nuevo, sin sentir ese miedo del que
huimos. Queremos cambiar de vida sin comprender ésta, sin haberla
sentido, notado, aceptado y aprendido la lección… Queremos pasar
de pantalla sin haber completado esta aventura en el juego de nuestra
vida.
No
podemos vivir sin estar presentes. No podemos llegar a mañana
esquivando este momento de ahora, pasando de puntillas por nuestras
emociones y sin entrar en la caja negra de nuestras creencias para
decidir qué nos sirve y qué no. No podemos cambiar de camino sin
salir del laberinto de pensamientos que cada día nos asaltan para
recordarnos que seguimos creyendo que nunca saldremos, sin hilvanar
el amasijo de miedos y patrones absurdos que dirige nuestra vida
desde el rincón más oscuro de nuestra mente… No podemos sentarnos
a mirar cómo sale el nuevo día en el jardín y gozar de ello
mientras nos preocupe qué tenemos que hacer luego, ni haber hecho
limpieza en todas las habitaciones olvidadas de nuestra casa.
La
única forma de imaginar y creer en un futuro diferente es estar
presente en nuestra vida ahora. Descubrir que no estamos de mal humor
por lo que otros nos dicen que somos, sino por lo que nosotros
creemos ser. Que no nos invade la rabia porque no tenemos suficiente,
sino porque nosotros no nos sentimos dignos de ello ni merecedores…
Que en realidad no nos importa no llegar a conseguir lo que deseamos,
lo que queremos es conseguirlo para que otros nos amen y acepten,
para amarnos y respetarnos nosotros como resultado del reconocimiento
ajeno.
Tenemos
que darnos cuenta de una vez por todas de que estamos angustiados por
el pasado y preocupados por el futuro porque huimos de nuestro
presente, porque nos atormenta estar con nosotros ahora, callados, en
silencio y sentir ese vacío enorme de desamor que nos invade el
alma…
Queremos
una vida más llena de paz, mientras estamos en guerra con nosotros
mismos.
Queremos
una vida más feliz, cuando nos pasamos el día pensando que no
merecemos nada. Queremos que nos acepten y no nos aceptamos…
Queremos
una vida diferente, pero seguimos haciendo cada día lo mismo.
Huimos
de nosotros porque a veces no nos soportamos en lugar de quedarnos
quietos un rato, sintiendo ese desamparo, esa inseguridad, esa
incertidumbre… Ese miedo a no llegar a la meta, ese dolor por haber
perdido, esa ansiedad por lo que pasará, esa rabia porque por más
que hagas no consigues, esa tristeza por no sentir el amor que
soñamos…
Necesitamos
estar aquí y ahora para descubrir que en realidad sólo nosotros nos
podemos dar esa seguridad, esa certeza, esa paz, ese abrazo, ese
amor… Necesitamos quedarnos a solas con nosotros mismos para
descubrir que somos todo lo que estábamos esperando. Sin embargo,
nunca lo descubrimos porque cuando viene a nuestro encuentro no nos
encuentra, porque no estamos nunca ni aquí, ni ahora…
Mercè
Roura
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