NO TE DEFIENDAS
No te defiendas,
así se llama un pequeño y conocido relato del maestro budista zen Thich Nhat
Hanh. ¿Cuántas veces alguien nos ha insultado o nos ha hecho un comentario
negativo y hemos reaccionado mal? ¿Cuántas veces lo hemos tomado como una
ofensa? La cuestión es saber que podemos actuar de otra forma diferente y que
defendernos no siempre puede ser lo correcto. Sin embargo, llevamos grabado tan
a fuego la idea de autodefensa que nos parece una humillación no dar
importancia a las palabras de los demás, pero, ¿Qué tal si revisamos esas creencias?
En muchas ocasiones, cuando alguien nos insulta o nos lanza un comentario dañino, nuestra primera reacción automática es defendernos. Solemos devolver el insulto o responder con cierta ira. Este tipo de conductas las tenemos de lo más normalizadas ya que incluso desde pequeños es una forma de comportamiento que observamos a nuestro al rededor. De este modo, una enseñanza directa e indirecta a nivel cultural consiste en que cuando nos ataquen, debemos responder.
Sin embargo, desde la sabiduría budista, como nos ilustra el
maestro Thich
Nhat Hanh, cuando nos defendemos de una ofensa, lo único que hacemos
es dar más fuerza a las palabras de la otra persona. Un típico ejemplo es
el del regalo. Si alguien nos ofrece un presente y no lo aceptamos, ¿de quién
sigue siendo? Del que nos lo ha regalado, no nuestro. Con las ofensas ocurre
algo parecido. La otra persona puede emitir un insulto, pero nosotros no
tenemos por qué identificarnos con sus palabras.
Cuando demostramos que las opiniones de los demás no nos
afectan no es que seamos pasivos ni sumisos, sino que somos dueños de
nosotros mismos y de nuestra propia felicidad.
Estamos quitando el poder a los demás sobre nuestro bienestar y solo nosotros
decidimos qué nos afecta. Las opiniones de los demás son solo eso, opiniones.
Nosotros tenemos el poder de darles importancia o no. Un ejemplo muy sencillo
pero muy ilustrativo consiste en pensar que somos morenos de pelo y alguien nos
dice que somos rubios, ¿nos causaría malestar? ¿Lo veríamos como una ofensa?
Cuando Thich Nhat Hanh dice en su relato «No te defiendas»
que no tenemos que convencer a otros para ser feliz, pretende remarcar que cada
uno tenemos nuestra opinión. ¿En cuántos debates hemos querido imponer nuestra
opinión? En muchas ocasiones, cuando no logramos convencer a los demás de
nuestro punto de vista, se crea una situación de incomodidad. Parece que no sepamos debatir para
intercambiar opiniones o enriquecernos, sino para convencernos los unos a los
otros. Así pues, cuando hablemos con los demás, hagámoslo sin tratar de
convencerles de nada.
El silencio, adorado
por unos y temido por todos.
Cuando nuestra mente no está en silencio
suele estar en modo caótico y en este estado podemos reaccionar de forma
desmesurada a un comentario inocente. Sin embargo, si practicamos el silencio
no solo verbal sino mental, estaremos en calma y serenos. De esta forma, si
practicamos el silencio mental cuando alguien nos ofenda, habremos desactivado
el piloto automático y sabremos elegir no responder con otro ataque. Cuanto
más calmada esté nuestra mente, más liberad tendremos para elegir nuestra
respuesta.
¿Por qué nos dice el maestro que practiquemos el arte de no
hablar? Cuando hablamos alimentamos nuestros pensamientos, además, cuando
hablamos solemos pasar de un tema a otro y corremos el peligro de acabar
criticando a alguien. Cuando no hablamos, permitimos que nuestra mente
descanse. De esta forma, al dejar descansar la mente comenzaremos a sentir
más calma y serenidad y aprenderemos a desconectar el piloto automático de la
defensa cuando nos ofendan.
Cuando menciona que nuestra verdadera naturaleza interna
reemplazará a nuestra personalidad artificial, hace referencia al hecho de
que con el silencio seremos conscientes
de los condicionamientos a los que hemos estado sometidos desde pequeños.
Si sentimos envidia acallaremos
nuestras voces internas y en lugar de sentir envidia podremos alegrarnos de que
a los demás les vaya todo bien.
Según el budismo, nuestra verdadera naturaleza es amor, es
decir, todos poseemos la capacidad de desear la felicidad a los demás y de
regocijarnos cuando les va bien. Sin embargo, en muchas ocasiones nos enseñan a
ser vengativos, celosos, envidiosos… De esta forma, a través del silencio, dejaremos salir
nuestra verdadera naturaleza.
Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en
el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete
en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son o lo que tienen
capacidad de ser.
Cuando queremos cambiar a los demás lo único que conseguimos
es generar un debate. A través de este debate, la otra persona solo se encerrará en sí misma y solo autorreforzará las
razones de su conducta. Por ello, forzar a los demás a ser como no
son, manipularlos o
intentar controlarlos es una idea bastante errónea. Tenemos suficiente trabajo
con nosotros mismos como para preocuparnos de cambiar a los demás. Además, esta
creencia implica que nosotros sí sabemos hacer bien las cosas o que nuestros
pensamientos son los correctos, pero, ¿esto es así?
Nuestro camino de desarrollo personal, al igual que el de
los demás, es largo, por ello debemos respetar y entender que todos estamos en
diferentes etapas de esta evolución. Pretender que los demás sean como queremos
que sean, sin duda, es una imposición que solo generará conflicto y malestar. Hemos
de aprender a escuchar en libertad y hablar sin imponer.
Finalmente, Thich Nhat Hanh, en su relato «No te defiendas»
nos invita a instalarnos en el silencio y en la armonía de todo el universo.
Aunque parezca muy místico, cuando menciona la armonía de todo el universo hace
referencia a que cuando somos capaces de permanecer en silencio y calma
mental, somos capaces de sentir que nada – o casi nada- tiene poder
sobre nosotros. Sentimos que todo el universo está en orden. Aquí es importante
resaltar que no se trata de que no existan los problemas, sino de que pase
lo que pase, estaremos preparados para afrontarlos y obtendremos un aprendizaje.
https://www.psicoactiva.com/blog/no-te-defiendas-de-thich-nhat-hanh/
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