YO EN TU LUGAR…
Te propongo un trato. Tú, si quieres, me cuentas tu
historia y yo me callo. No espero a que hagas pausas para hablar de mí y
decirte que a mí me pasó lo mismo… No me paso el rato construyendo una
respuesta ni pensando que estoy por encima de tus miedos y lamentos… Ahora no
soy yo protagonista sino tú.
Tú me hablas y yo
respeto tus silencios porque sé que todos y cada uno de ellos tiene un sentido y
está impregnado de la misma necesidad de comunicarte que todos tus gestos y
palabras.
Tú me hablas y yo no te juzgo ni pienso que yo en tu lugar estaría menos triste, menos cansada, menos preocupada, menos enfadada, menos rota, que sería más valiente o que habría solucionado el tema hace años, porque no es verdad. Porque yo en tu lugar estaría igualmente perdido y agotado, habría llegado a las mismas conclusiones y necesitaría mucha ayuda…
Porque si yo fuera tú, tendría tus creencias y miedos, habría sido educado y limitado de la misma forma y ahora estaría en tu piel, sentado, esperando que alguien me escuche sin juzgar ni tener que sentir vergüenza de nada.Tú me hablas y yo te escucho. Te escucho con todo mi ser,
no sólo con mis oídos. Te escucho con mis manos que si me permites tocan las
tuyas para que además de verme cerca, me notes contigo. No voy juzgar ni
etiquetar tus gestos, tus palabras, tus silencios, tus pensamientos. No voy a
recortarte en mi mente y luego transmitirte esa idea recortada y limitada de ti
porque ni la necesitas ni te ayuda en nada.
Te escucho con mis brazos que se abren para recibir tus
palabras…
Te escucho con mis ojos que miran los tuyos sin invadirlos,
diciéndoles que me importas, que quiero saber qué sientes y que si me lo pides,
buscaré alguna palabra que te conforte y que no te exija y si no la encuentro
me callaré.
Te escucho con mis gestos y con el espacio que ocupa mi
cuerpo en el espacio que nos separa, para que nos una, para que sepas que estoy
para ti, sin prisas ni compromisos… Sin que escucharte me obligue a opinar ni
decir nada que tú tengas que cumplir u obedecer. Sin liturgias ni ceremonias
más allá de respirar. Sin que tengamos que solucionarnos la vida aquí y ahora…
No espero nada, solo te regalo paciencia y presencia.
Te propongo un trato. Tú me miras y yo te miro. Y puede que
no tengamos que decir nada más ni necesitemos saber nada nuevo, como si toda la
sabiduría del mundo estuviera contenida en una mirada… Toda la sabiduría que
necesitamos para superar esta tarde quebrada por tu miedo y tu angustia
está ya en nosotros y sólo necesitamos encontrar el interruptor que nos permita
abrirnos a ella.
Tú sueltas tu
necesidad de gustarme y yo de ser perfecta. Tú lloras si quieres y yo
honro todas y cada una de tus lágrimas. No te pido que te calmes, ni que ceses
tu llanto, ni que sientas nada que ahora de ningún modo podrías sentir… No te
pido que superes nada, no te exhorto a que ahora lo veas todo distinto, no te
apremio para que olvides nada, no te cuento ningún cuento más triste para que
sientas que tu cuento no es suficiente triste para conmoverme… No intento
hacerte reír si no te sale para que fuerces tu risa y te olvides de explorar
esa tristeza que aflora en ti y que es sano conocer y aceptar… Eso es empatía.
No busco palabras
para ti, ni recetas mágicas, ni historias de monjes budistas que sueltan
piedras y superan miedos… Eso ya llegará otro día. No voy a
negar tu dolor ni minimizar tu sufrimiento diciendo algo absurdo.
Hoy estoy aquí y respeto tu deseo gigante de no hacer nada
ahora para salir de tu cueva. Tu necesidad omnipresente de seguir lamentando lo
que pasa y no superarlo hoy porque estás cansada. Acepto tus quejas y tus
respiraciones entrecortadas… No voy a intentar animarte, ni arrastrarte a una
nueva vida. No voy a pedirte que sonrías ni que disuelvas tu dolor en un café,
una pastilla o una serie absurda en la que dos se aman y no lo saben… No hace
falta ahora. No hay urgencia, solo silencio y paz.
No voy a darte normas para pasear por tu vida porque a mí ya
me cuesta pasear por la mía. No voy a insistir en que debes amarte más porque
si todavía no te amas es que no puedes todavía o no sabemos cómo. No voy a
recomendarte que leas libros ni te apuntes a cursos que ahora no aprovecharías.
No voy a pedirte que seas otra persona porque crea que yo
en tu lugar no sería como tú o actuaría de otra forma… Porque además sería
mentira. Porque yo en tu lugar sería tú y sentiría el mismo dolor, el mismo
miedo y vería la misma sombra.
Estaré aquí, porque quiero, para cuando decidas tú
levantarte, si quieres que te acompañe un rato.
Te propongo un trato… Vamos a compartir este momento sin
expectativas. Sin límites, sin pensar a dónde nos lleva, sin buscar soluciones,
sólo para que sepas que me importas. Que sepas que estoy para ti. Que sepas que
cuando puedas, yo puedo contigo.
Mercè Roura
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