LA CONSCIENCIA QUE TE HABITA
Para un momento, abre los ojos y despierta… La vida es una
sucesión de sacudidas y pasos en falso que llevan a lugares desconocidos y
rompen muros. Sin zarandeo, a veces, no hay vida. Sin caer, a veces, no se
puede volver a empezar. Sin tocar fondo, a veces, no se despierta y se acopia
el valor para cambiar de forma de pensar y ver lo que te rodea.
Ahora puedes escuchar de nuevo todas las excusas que
fabricaste para no dar un paso y todas las culpas que decidiste arrastrar por los
siglos de los siglos por no haberlo dado.
La vida está en ese libro que no abres porque decides no tener tiempo para leer. En esa calle en la que no caminas porque se sale de tu circuito habitual. En esas palabras que no dices porque no te atreves pero que queman en tu garganta y piden salir.
La vida está en esa idea loca que viene a tu mente cuando
estás tranquilo y que siempre te invita a hacer algo hermoso y un poco
arriesgado para ti. Eso que te roe por dentro esperando a ser vivido y sentido.
No te apures, también está en el café de la mañana y en ese
sueño de media tarde que a pesar de intentar vencer nunca logras disimular.
La vida está en ese viento frío que se cuela en tu cuello
dolorido de ir por la vida rígido y con ideas estáticas que no llevan más que a
darse contra el muro de siempre y pasarse años golpeándolo y esperando que
caiga. El muro no cae, caes tú, aunque tampoco es una mala noticia porque así
te das cuenta de que quién realmente debe cambiar eres tú y no el muro… Y
luego, decides si lo dejas, si te vas, si ya no quieres más muros contra los
que pelear, pero dejas de imaginar muros en tu mente para dejar de verlos ahí
afuera.
La vida está en ese tren que nunca tomas porque no sabes si
lleva a tu destino porque todavía ignoras que el destino no está en una
estación sino en el trayecto… Porque no sabes aún que esto no va de ganar
sino de no perderse a uno mismo ni olvidar quién realmente eres.
No eres el personaje asustado que dibujaste para sobrevivir
a este mundo horrible.
No eres tu ironía ni tu mal humor de los lunes. No eres el
dolor que sientes cuando no llegas y no aparentas, cuando haces el ridículo, o
eso crees, y sientes que el mundo te apunta con el dedo y se ríe de ti. No eres
tu trabajo ni tus culpas. No eres todos los reproches que te haces a ti mismo
ni los que te hacen los demás y siempre estás esperando.
No eres la persona que espera ser amada y necesita recibir
el visto bueno de otros, ni su aprobación.
No eres este cuerpo que fluctúa y ahora pesa y muda y nunca
encaja en un patrón.
No eres este miedo que sientes al leer esto y tomar
consciencia de lo mucho que te equivocas, porque eres y serás siempre el que
observa al que se equivoca y se abre en infinita compasión a comprender y
perdonar. Eres la consciencia que te habita y que sabe, que nota, que siente y
que sabe guiarse por algo que no puede definir ni explicar.
No eres la niña rota ni la mujer resentida. No eres el
adolescente enfadado y rebelde ni el hombre que sueña con ser valiente pero
tiene miedo.
No lo eres, aunque todos ellos y ellas te han llevado hasta
aquí.
La vida está en aceptarlos, abrazarlos y superarlos.
La vida está en todo. En ti.
La vida también está en esas pequeñas flores que crecen en
las rendijas de las baldosas o las que están tiradas en el suelo ajenas a la
idea de poder ser pisadas y mostrándose deliciosamente hermosas.
Mercè Roura
https://mercerou.wordpress.com/2021/04/16/la-consciencia-que-te-habita/
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