VACIAR LA AGENDA Y LLENAR LA VIDA
Tal vez hoy quieras permitirte parar.
Tal vez quieras quedarte en silencio un segundo o cien años.
Notar como los pensamientos de siempre recorren tu mente como si fueran
hormigas en tus pies.
Tal vez quieras salir a la calle sin rumbo, sin saber a
dónde vas, pero teniendo claro que cuando llegues sabrás que ese es tu destino.
Detenerte a mirar el suelo que pisas, notar tus pies firmes y respirar
acompasado. Doblar esquinas que no sabes a dónde llevan, pero si para qué.
Tal vez quieras sonreír aunque no tengas más motivo que el de estar y sentir y recordar a los que ya no están y no sienten. Descubrirte mirando algo sin pensar, solo siguiendo con tus pupilas las formas y los colores. Encontrarte en un mercado persiguiendo el olor de un puñado de flores.
Tal vez hoy quieras permitirte ser más que alcanzar. Que
conseguir. Que acumular. No mirar atrás porque atrás no hay nada. No mirar
hacia adelante porque no tienes más futuro que estos dos minutos en los que te
sientas en un bar y pides un café. Notas el aroma, el calor y por unos
instantes sientes que no hay nada más. Y miras el mundo y ves su prisa, su
miedo por no llegar, su culpa por no hacerlo perfecto y un pensamiento hormiga
te cruza la mente y te dice que no estás haciendo nada. Y no importa. Hoy te
permites no producir, no aportar más que tu presencia consciente en cada paso.
Tal vez te atrevas a perderte entre la gente y sortear
distancias. Seguir caminando aunque sepas que se hace tarde para hacer algo que
tu yo antiguo y pendiente de los relojes tenía que hacer. ¿Era importante?
quizá sí ¿Más importante que vivir? ¿Más importante que estar contigo y
dedicarte un rato a sosegarte? Seguro que no, pero acumulamos tantas tareas que
nos llenan la agenda y nos vacían la vida…
Tal vez te cruces con una mujer de facciones amables y no
puedas evitar recordar a una gran amiga que hace cuatro años se marchó al sur
buscando una nueva vida. La echas tanto de menos y sin embargo se lo dices poco
porque te molesta sentir esa ausencia y crees que si no lo dices en voz alta no
duele tanto, pero no es verdad, duele más. Lo que no se dice duele más. Lo que
se evitar sentir y reconocer duele más. Se retiene. Se enquista. Se acumula. Se
queda encerrado dentro y por la noche aúlla como un lobo herido que busca
consuelo. No se va. No se pasa. Siempre está lo que no se reconoce. Como esos
pensamientos hormiga, que hasta que no los aceptas y los notas no se callan un
rato y te dejan respirar.
Tal vez quieras quedarte sentada en la esquina de una plaza
y notar el viento frío y algunas motas de sol perdidas en el aire que te
acarician la cara. Tal vez quieras llorar y no te importe que te vean. Tal vez
quieras permanecer callada un minuto o un siglo y luego volver a casa y
descubrir que el mundo no se ha detenido sin ti.
Tal vez dejes un mensaje a tu amiga para decirle lo mucho
que la echas de menos y mires en tu agenda qué era eso tan importante que has
dejado de hacer por estar en ti. Tal vez te rías en lugar de sobresaltarte y te
pongas a escribir para soltar esa sensación pegajosa de culpa, que todavía
sientes en el fondo del pecho. Tal vez quieras leer y dejarte llevar por las
palabras un rato sin que sea nada que retener como conocimiento y ni que te
lleve a ser mejor en nada. Porque tal vez no quieras estar mejorando siempre
sino aprendiendo a respetarte y aceptarte tal y como ya eres ahora, a ver qué
pasa.
Tal vez puedas decir en voz alta para ti mismo «tengo miedo
de dejar de hacer porque creo que si no hago mil cosas no tengo valor como ser humano»,
«no descanso porque no puedo soportar la idea de que los demás piensen que soy
inútil y me señalen con el dedo», «me aterra parar porque siempre necesito
estar haciendo algo para demostrar», «me asusta el silencio porque siempre me
cuenta esas cosas de mí que no quiero saber».
Ahora que lo has dicho en voz alta y ante el juez más
severo, tú mismo, no parece tan grave…
Tal vez quieras abrazarte y perdonarte, no por no hacer sino
por someterte cada día a tanta exigencia sin límite y sin sentido…
Tal vez hoy quieras permitirte ser sincera y darte cuenta de
que llenas tu agenda para que no te quede un solo momento a solas contigo y no
tengas que enfrentarte a ti misma. Y escuchar el silencio, que siempre grita lo
que nosotros intentamos callar…
Tal vez hoy lo quieras hacer al revés, vaciar la agenda y
llenar la vida.
Tal vez hoy te lo permitas y veas cuánto te libera.
Mercè Roura
https://mercerou.wordpress.com/2021/12/21/vaciar-la-agenda-y-llenar-la-vida/
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