SÓLO UNA HORA PARA SALVAR EL MUNDO
A pesar de que esta frase pertenece a un científico, aparece citada muchas veces en sitios web dedicados a temas de negocios o de organización de empresas. Es que con frecuencia las compañías no tienen la capacidad de reconocer y de formular con claridad cuáles son los problemas básicos que deben enfrentar y dónde tienen que concentrar sus esfuerzos.
A veces se trata de grandes empresas, que coordinan el trabajo de muchas personas y que cuentan con enormes recursos, pero que en algún momento de su desarrollo olvidan el problema que es su misión resolver o lo definen de una manera equivocada, y confunden el camino. Entonces sus balances comienzan a ser negativos, el valor de sus acciones se desploma y finalmente quiebran o son absorbidas por otras empresas, normalmente de sus propios competidores.
Hay infinidad de compañías muy grandes que han fracasado por
no definir correctamente los problemas básicos que debían enfrentar. Son buenos
ejemplos: Kodak, Olivetti y Blockbuster.
Tres grandes
compañías que fueron a la quiebra
Para expresar la idea con la mayor claridad posible, voy a
describir las razones que condujeron a la caída de estas compañías de manera
muy simplificada. Kodak cometió el error de definir su actividad como la
fabricación de rollos de película fotográfica (y cámaras para ese tipo de
película), pero luego surgió rápidamente la fotografía digital y quedó fuera de
ese nuevo mercado. Olivetti consideró que su actividad era exclusivamente la
fabricación de máquinas de escribir, que luego resultaron obsoletas al
popularizarse las computadoras personales. Y el modelo de negocio de
Blockbuster, una cadena de locales donde se podía alquilar películas, no pudo
competir con la televisión por cable y otras opciones que llegaron con
Internet.
En cambio, si estas compañías hubieran definido mejor el
problema al que debían abocarse, tal vez todavía seguirían siendo exitosas. Si
hubieran incluido en su misión el desarrollo y la incorporación de nuevas
tecnologías, cada una en su área específica, quizás hoy todavía seguirían
siendo líderes indiscutidas.
Definir con precisión un problema es fundamental para poder
resolverlo y evolucionar. Y esto no sólo vale para las empresas, es igual de
cierto para las personas, para cada uno de nosotros.
Entonces, ¿cuál es nuestro problema?
Nuestros problemas parecen ser muchos y sentimos que cada
uno representa un obstáculo, pequeño o grande, que nos impide ser plenamente
felices. Y nuestra vida adulta suele parecerse a una carrera de obstáculos en
la que tratamos de superar sucesivamente cada uno de estos problemas.
Pero en realidad no son los problemas los que afectan
nuestro estado de ánimo, los que nos impiden ser felices, sino los pensamientos
que tenemos, una y otra vez, respecto de esos problemas.
Son únicamente tus
pensamientos los que te causan dolor. Un Curso de Milagros
Lo único que nos impide sentirnos bien siempre, en todo
momento, es la actividad de pensar de manera compulsiva. Es el simple hecho de
estar pensando todo el tiempo, encadenando sin descanso un pensamiento
(normalmente negativo) a continuación de otro.
Me voy a adelantar a posibles objeciones ante una afirmación
tan categórica.
- ¿Seguro
que esta afirmación vale para todo el mundo?
Bien. Vale para tantas personas que se justifica escribirla así, sin salvedades, sin mencionar casos muy particulares. Vale para todas las personas que llamaríamos comunes y que están viviendo en circunstancias que consideraríamos normales. En cambio, no se aplica a personas que están padeciendo dolor físico intenso, ni a personas que acaban de experimentar la pérdida de un ser querido, ni a personas que padecen alguna patología psiquiátrica. Seguramente no se aplica tampoco en otros casos excepcionales, pero seguirá siendo cierta para casi todas las personas que accedan a este blog. - Pero,
¿qué pasa con los problemas serios y reales que podamos padecer? ¿Qué pasa
si no tenemos trabajo, si estamos envueltos en conflictos graves, si somos
víctimas de alguna injusticia? ¿Es posible sentirse bien en medio de esos
problemas?
Sí, es posible sentirse bien en medio de casi cualquier problema. No voy a argumentar aquí respecto de este asunto, sólo diré que lo que nos produce dolor emocional no es el problema en sí, sino nuestros reiterados pensamientos negativos acerca del problema. En realidad no nos perturban los problemas, nos perturbamos a nosotros mismos con nuestros pensamientos acerca de esos problemas. - ¿Cómo
podría alguien sentirse bien todo el tiempo? Eso es poco realista. Sólo
nos sentimos bien cuando nos suceden cosas agradables, cuando se cumple
alguno de nuestros deseos.
Claro que nos sentimos bien cuando sucede algo que nos gusta… pero sólo por un tiempo. Luego nos olvidamos de la novedad o nos acostumbramos al cambio positivo y nuestro estado de ánimo vuelve a ser el de siempre. En cambio, sí es posible sentirse bien siempre, sin necesidad de que se cumplan primero ciertas condiciones. Pero antes debemos cambiar nuestros hábitos de pensamiento. - Si
esta afirmación fuera cierta, si fuera posible sentirse bien en todo
momento, veríamos por todas partes a personas en este maravilloso estado
de bienestar.
Falso… Vivimos una triste realidad: todos podríamos ser plenamente felices ahora mismo, pero casi nadie lo comprende. Simplemente así sucede. - La
vida de casi todas las personas es monótona y aburrida. El dinero nos
limita, el trabajo nos agota, la familia nos exige, la sociedad nos
condiciona, etc. ¿Cómo alguien podría estar siempre feliz en un entorno
así?
Es que el bienestar al que me refiero no se relaciona con ese mundo «externo», sino que surge de nuestro mundo «interno». Sentirnos bien sólo depende de la manera en que funcione nuestra mente.
La solución:
experimentar en vez de pensar
¿De qué sirve trabajar duro cada día, muchas veces
ocupándonos sólo de los asuntos urgentes, si no estamos avanzando en la
dirección correcta?
Mientras sigamos actuando de esta manera, tratando de
resolver sin éxito los mismos problemas «urgentes» de siempre, seremos como
esas grandes compañías que finalmente fueron a la quiebra.
La manera en la que vivimos el momento presente es clave
para sentirnos bien y, luego, para definir correctamente cuáles son esos
asuntos que requieren nuestra atención.
Estar relajados y permanecer centrados en el momento
presente, es la mejor actitud para enfrentar cualquier dificultad, para
resolver cualquier problema. En ese estado somos mucho más productivos, es
cuando nos sentimos realmente inspirados y así es como «recibimos» nuestras
mejores ideas.
La clave está «escondida» en el momento presente. Si nos
decidimos a dejar de lado los pensamientos que habitualmente nos abruman y nos
concentramos en actuar de manera consciente, llevando a cabo con toda nuestra
atención cualquier tarea que nos toque hacer, podremos acceder a una poderosa
fuente de energía a la que casi nunca recurrimos, volveremos a conectarnos con
esa profunda sabiduría interior a la que pocas veces escuchamos y que está
siempre esperándonos para llevarnos a un nuevo nivel de bienestar.
Axel Piskulic
https://www.amarseaunomismo.com/solo-una-hora-para-salvar-el-mundo/
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