NO PASAR DE PUNTILLAS POR LA VIDA
No es decir sí o decir no. No es hacerlo o no hacerlo. No es irse ni es quedarse…
Es ser leal a uno mismo. Cuando las cosas se ponen feas y el
camino complicado se trata de ser honesto contigo y ponerte de tu parte.
No cargarte con más piedras en el equipaje con exigencias ni
reproches sino soltar… Parar, comprender, aceptar lo que es aunque no guste,
respirar y abrazarse. Y desde esa calma, decidir. Si sigues adelante o das la
vuelta. Si te sumerges del todo o, de momento, flotas. Si te vas o te quedas.
Sí o no.
Desde esa paz escoges tu paz. Es no delegar tu felicidad en otros ni vivir de oído, es no pasar de puntillas por tu vida…
No es qué camino tomar, es qué te cuentas por el camino
sobre ti y sobre la vida. Cómo te miras, cómo te tomas de la mano mientras
caminas, cómo te hablas y cómo piensas durante el viaje, cuál de tus voces
interiores escuchas… La que te dice que no vales y tienes que seguir
demostrando algo al mundo para merecer o la que te recuerda que pase lo que
pase sigues siendo un ser maravilloso que merece lo mejor de la vida.
No es a dónde vas, ni siquiera de dónde vienes, es quién
eres. Es qué decides. Es qué sueltas y con qué te quedas. Es en qué escoges
enfocar tu magia y dónde posas tu mirada.
No es lo que deseas, es para qué lo deseas y desde dónde.
Desde tu grandeza o desde tu supuesta pequeñez, desde tu miedo o desde tu
confianza, desde tu desesperación o desde tu paz…
No es ni rendirse ni continuar. Ni ganar ni perder. Ni
triunfar ni fracasar. Es que pase lo que pase, te respetes, te valores, te
acompañes…
No es el resultado, es el proceso. No es hasta donde llegas.
Es si lo haces contigo a las buenas, si te tratas bien… Si logras eso tan
complicado en la vida que es verte de verdad, sin máscara, y amar lo que ves.
Sea como sea…
No es lo que es ni lo que te pasa, es lo que eres y cómo te
sientes a ti, cómo te ves, cómo te miras, cómo te piensas, cómo te defines,
cómo te tratas.
No es conseguir nada ni encontrar nada, es reconocerse, es
encontrarse.
Es reconciliarse con esa persona que hace un tiempo
contemplabas en el espejo y te parecía siempre insuficiente. Es mirar tus
pliegues y rincones más oscuros y descubrir que no pasa nada, que son, que
están, que vas a llevarlos de la mano y dejar de avergonzarte de ellos.
Es encontrar tu paz en el momento más convulso y recordar
que lo que eres de verdad no caduca.
Es abrazar ese miedo gigante a no estar a la altura y
permitirse sentirlo de una vez por todas para descubrir que en realidad el
gigante eras tú. En eso está tu paz…
Desde esa paz escoges tu paz. Y ya no puedes pasar de
puntillas por la vida.
Mercè Roura
https://mercerou.wordpress.com/2022/05/31/no-pasar-de-puntillas-por-la-vida/
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