ALTRUISMO RECÍPROCO
CUANDO NOS AYUDAMOS MUTUAMENTE
Hoy por ti, mañana por mí. Si todos aplicáramos el altruismo
recíproco, seguramente seríamos una sociedad más comprometida. Porque a veces,
al preocuparnos por el bienestar del otro, contribuimos al bienestar común.
El altruismo
recíproco define ese sacrificio que hacemos por alguien, esperando que en algún
momento dicho favor nos sea devuelto. Si lo pensamos bien, es una
práctica que todos hemos llevado a cabo. Puede, por ejemplo, que en nuestra
infancia mintiéramos para encubrir la travesura de un hermano, dando por
sentado que también él lo haría por nosotros en el futuro.
Esto nos demuestra que hay varios tipos de altruismo y que uno de ellos es claramente interesado. Y que sea así, lejos de ser egoísta, cumple un fin en nuestro equilibro social y biológico como especie. De hecho, en el mundo animal este tipo de reciprocidad es más común de lo que creemos.
Lo vemos con frecuencia entre criaturas como los murciélagos.
Hay una especie de quirópteros que, cuando ven que alguno de
sus compañeros no se ha alimentado lo suficiente, regurgitan lo que contienen
en sus estómagos para nutrirlos. Saben que si les ocurre eso mismo a ellos,
serán ayudados del mismo modo. De hecho, si hay individuos de la colonia que no
ofrecen esas “donaciones” altruistas, son expulsados del grupo.
La mayoría de los humanos y los animales comprendemos que para sobrevivir, es necesario contribuir de
vez en cuando con el cuidado de los demás. Si esos pequeños
sacrificios nos son devueltos, entonces, logramos una armonía esencial con la
que todos salimos ganando.
El altruismo ha
sido siempre un enigma para las perspectivas darwinianas que asumían solo la
supervivencia del más fuerte.
El “hoy por ti y mañana por mí” favorece y cuida de nuestras
relaciones sociales.
Características del altruismo recíproco
Admitámoslo, está muy bien ese tipo de altruismo desinteresado
que actúa sin necesitar ni buscar nada a cambio. De hecho, son muchas las
personas que se mueven bajo ese principio ético, emocional y moral. Sin
embargo, desde un punto de vista biológico y hasta social, necesitamos que todo
esfuerzo hecho en beneficio ajeno nos sea devuelto cuando así lo necesitamos.
De hecho, las relaciones más significativas y satisfactorias son
aquellas que se definen por una reciprocidad real. El “hoy por ti y
mañana por mí” nos permite hacer frente a las adversidades. Sabemos, que
cuando lo necesitemos, contaremos con una mano amiga, con un apoyo en el que
recostar penas, miedos y necesidades. Esto es realmente valioso.
Sin embargo, el altruismo recíproco va un poco más
allá. Es también una estrategia de
comportamiento en la que una persona se “sacrifica” o realiza un acto de
valor por un desconocido. Lo hace esperando que ese comportamiento
deje una impronta positiva. Se desea que dicha deferencia sea lo bastante
inspiradora para que esa conducta de ayuda se repita.
Las inversiones cooperativas y sus beneficios
El altruismo
cooperativo es una forma de inversión corporativa. De hecho,
es una conducta social tan compleja y fascinante que los biólogos y psicólogos
llevan años estudiándola. Bien es cierto que hubo un tiempo en que este tipo de
altruismo chocó con los esquemas evolucionistas darwinistas.
Si la evolución
parte de la supervivencia del más fuerte, ¿por qué los animales evidencian conductas altruistas? Es
más, esta forma de comportamiento aparece incluso entre diferentes tipos de
especies. Hay delfines, por ejemplo, que han ayudado a muchas personas que
estaban ahogándose. Las han sostenido y conducido a la orilla. ¿Qué sentido
tienen actos de este tipo?
Más allá de la inteligencia del propio animal, hay otro
elemento clave. Fue el doctor Robert Trivers quien acuñó este término en
un estudio. Lo que evidenció con su teoría es que los animales
entienden que el coste de ayudar puede verse recompensado. Vale la pena
arriesgarse por otro ser, porque en algún momento puede ayudarles cuando lo
necesiten.
Un ejemplo de altruismo recíproco lo vemos en los monos
cuando se acicalan los unos a los otros. Cuando uno realiza este
comportamiento, sabe que después se invertirán los papeles. Asimismo, también
sabemos que los lobos traen comida para otros miembros después de las cacerías
y que las suricatas establecen turnos entre ellas para vigilar la posible
llegada de depredadores.
El altruismo recíproco en las sociedades humanas
Somos conscientes de que este tipo de altruismo está muy
presente en el mundo animal. A veces, vemos incluso como algunos animales
llegan a amamantar a otros animales que no son de su especie. Hay algo noble en
ellos, algo que nos emociona y nos inspira. Sin embargo, ¿qué ocurre en las sociedades humanas? ¿Aplicamos
de igual modo este tipo de reciprocidad?
Lo cierto es que sí, y esto es algo que intentamos
transmitir de una generación a otra, con mayor o menor éxito. Señalaba Cicerón
que no hay deber más importante que el de devolver los actos bondadosos. Porque
aquel que olvida lo que una vez se hizo por su persona, nunca será de fiar.
Con ello, queremos insistir nuevamente en una idea. Esperar
que ese esfuerzo y deferencia que tuvimos por alguien nos sea devuelto no es un
acto de egoísmo. Es un acto instintivo, el vestigio de esa programación
cerebral que favorece la supervivencia del grupo. Es así como se levanta una sociedad fuerte y saludable, esa en la que sus
integrantes se preocupan los unos por los otros.
Los egoístas abundan en exceso
El altruismo
recíproco es un ejercicio que muchas personas no entienden ni practican. No
podemos decir que haya algo “defectuoso” en ellos. Sin embargo, su conducta
genera desafección. Por tanto, es lícito desconfiar de quien no se esfuerza en
devolver lo que se le ofrece, en preocuparse por el otro, en ser bondadoso de
manera natural e instintiva.
La mezquindad es algo que, tristemente, vemos a menudo en
nuestro día a día. Mientras en el mundo animal se expulsa al individuo egoísta
del grupo, en nuestra sociedad, a veces, quien menos se preocupa por los demás
es el que mayor poder ostenta. Reflexionemos en ello.
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