12.12.14

Todo lo que nos sucede, tenemos y padecemos, nosotros lo hemos puesto ahí.

LA MAGIA DE LA ACTITUD: CREANDO TU REALIDAD


Una casa con jardín, una pareja, una empresa exitosa o salud… No importa lo que quieras o cual sea el problema de donde quieras salir. Y tampoco importa si sientes que no lo has logrado o que te cuesta. O si te duele o tienes miedo o frustración por no encontrar el camino. Lo que importa es que sigues buscando como conseguirlo y llegar a donde quieres.
Lo que importa es lo que haces cuando no lo consigues, lo que haces cuando te duele y cuando ves que no funciona.
¿Por qué no tienes lo que quieres? ¿Por qué sigue doliendo?
Punto base: si el árbol sigue dando manzanas, es porque sigues cosechando manzanas.
La actitud es una semilla poderosa que vive dentro de nosotros y que no se ve. Una semilla que crece día a día y que tarde o temprano dará sus frutos.
Observa a las personas que te rodean: ¿Por qué parece que hay algunas con suerte y otras no? ¿Por qué a unas les va “mal” cuando a otras parece que sin esfuerzo todo les sale? ¿Por qué hay quienes consiguen el puesto y otros no? ¿Por qué una empresa no funciona o se estanca cuando otras brillan por todos lados?
POR LA ACTITUD

Observa con más detalle a las personas mayores: ¿Por qué se enferman si eran tan “buenas”? ¿Por qué se quedan sin fuerzas? ¿Por qué se vuelven irritables? ¿Por qué si dieron tanto a los hijos o familia ahora ellos les responden mal?
Porque están recibiendo el fruto de sus actitudes más profundas y sinceras. Su resultado en la vida es el fruto de las actitudes que sembraron.
Al final sólo hay resultados. Sólo hay causa y efecto.
LO QUE SIEMBRAS, LO VIVES.
Y la semilla para crear la realidad es la actitud. La actitud es el cristal con el que vemos las cosas. Por ejemplo:
§         Si te quedas sin dinero porque no has encontrado trabajo o te despidieron de uno, puedes reaccionar con queja o irritación.
§         Si ves que las cosas no están funcionando, o que algo se traba o estanca, o que empieza la decadencia, puedes reaccionar con miedo, ansiedad, desesperación.
§         Si ves que se va de tu lado algo que quieres, o pierdes algo valioso o te desilucionan, puedes reaccionar con tristeza y dolor.

La tristeza, las quejas, el dolor, el miedo, el enojo, los reproches, la violencia, son solo actitudes.
¿Y de dónde vienen estas actitudes? De lo que has aprendido. Aprendiste a reaccionar así, y te has acostumbrado a esas reacciones.
La reacción es una actitud. Y… ¿Qué obtienes cuando reaccionas así?
Digamos que no es muy agradable sentir miedo, ansiedad, enojo. Porque todo esto te lleva a pensar cosas terribles, piensas en vengarte, en decirle “sus cosas”, en educar al otro, en cómo meterle zancadilla al tonto que te hizo eso (o lo sigue haciendo). Te acuerdas y vuelves a reaccionar. Te vuelve a pasar, y vuelves a reaccionar.
Es un circulo vicioso. ¿Y qué pasa?
Que si no le encuentras sentido a tus actitudes o reacciones, y las transformas en algo más grandioso, pues entonces seguirás haciendo crecer justo eso: enojo, miedo venganza, soledad, traición y demás.
Digamos que el cristal está un poco empañado u opaco por creencias cuando estas te hacen sentir limitado y carente. Así que tu vida solo te refleja el mismo cristal con que la miras.
Pero lo peor de esto no es enojarse, ni enfadarse ni sentir miedo… lo peor de una actitud es negarla o no reconocerla, disfrazarla o maquillarla, porque entonces uno no puede trabajar con ella realmente. Y seguirás repitiendo actitudes y reacciones hasta que no las observes y cambies realmente.
¡No intentes pensar en positivo!
Cuando te enojes, tengas miedo, te sientas muy mal o muy vengativo.... ¡No huyas pensando “cosas lindas”! ¡No juegues al hada madrina cuando eres una hiena! Mejor observa lo que sientes. Permítete sentir tu enojo, tu odio, tu desesperación, tu miedo o ansiedad. Permítete sentir lo que sea. Y no lo juzgues como malo ni bueno, porque si lo haces, entonces tratarás de cambiar lo que sientes, sin antes haber aprendido de ello.
La peor de las actitudes es negar o disfrazar lo que uno siente realmente. Hay mucha hipocresía cuando dices algo y sientes otra cosa. Hay muy poca integridad cuando te aprovechas del otro porque te conviene. Hay muy poca honestidad cuando te disfrazas de algo que no eres solo por aceptación ajena, por lo que los demás piensen de ti. Eso es una traición, un abuso a lo que eres.
Actitudes y aprendizaje
La vida enseña mediante experiencias. Todo lo que uno siembra y cosecha, tiene su fruto tarde o temprano. Y llegará el momento de comerlo, de probarlo. De vivirlo y experimentarlo emocionalmente. Si llega un momento de la vida en el que te toca probar traición, dolor, engaño, abuso… es porque en algún momento esa actitud se cosechó. Y ahora hay que vivirla, experimentarla, para sentirla en carne propia. Y entonces uno toma consciencia de lo que significa tener ciertas actitudes.
Cambiando actitudes
Recuerda: No se trata de pensar “positivo” y ser lindo, ni de pintar todo color de rosa. Ese es un cristal muy superficial que se romperá fácilmente, cualquiera te podrá romper tu “positivismo” con cualquier  palabra, actitud o cosa, si es superficial.
Para realmente cambiar una actitud es necesario permitirse sentir lo que es, sin juzgarlo. Luego, aprender de eso y observarlo bajo el cristal profundo de que todo lo que nos sucede, pasa, tenemos y padecemos, nosotros lo hemos puesto ahí. Tal cual.
Tu realidad equivale a tus actitudes: si no lo tienes, es porque no lo has querido realmente. Si no te ha sucedido, si te deja lo que quieres, si pierdes… es que muy probablemente hay miedo. Hay duda. Indecisión. Falta de confianza. Y no, no puedes cambiar porque ni siquiera sabes que tienes que cambiar. Porque no te permites ver lo que sientes realmente, tu odio, tu frustración, tu verdadero dolor.
No quieres ver bien la vida que tienes, lo que realmente quieres. Vives para los demás.
El verdadero cristal o actitud de poder
Para generarte una actitud de poder que nadie rompa ni empañe en tu vida, recuerda a cada momento que tu creas tu realidad tal y como es. Y para transformarla sólo necesitas reconocer que lo que sientes es tu debilidad, y cuánto esperas que los demás te compensen o den lo que necesitas.
Y si esto te es complicado, entonces empieza por a tratar a los demás, a la vida, al mundo, como te tratarías tú.
Dale a los demás lo que te darías ti mismo. 
Sé tan honesto con los demás como te gustaría que fueran contigo. Sé tan paciente, amoroso y comprensivo como esperarías que fueran contigo. Y no des cuando no quieras dar, porque eso es hipocresía. No busques a las personas por compromiso o conveniencia. No armes juegos de control ni abuses de la inocencia de los demás. No uses tu fuerza o inteligencia para someter al débil. Sé amoroso, firme y honesto. Sé impecable. Da sin esperar. Da sabiendo que a quien te das, es a ti mismo.
Veras como la magia de esta forma de ver la vida la transforma poco a poco en algo grandioso.

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