SACAR A TU NIÑO INTERIOR TE HARÁ MÁS FELIZ
La infancia es una época de la vida que
solemos recordar con mucho cariño. La razón es que, cuando
somos niños, tenemos una fuente inagotable de entusiasmo;
cualquier objeto puede convertirse en un juguete, cualquier actividad, en una
aventura.
Con el tiempo, nos hacemos adultos, el
estrés y las responsabilidades se hacen dueños de nuestras vidas y, a menudo, nos
olvidamos de guardar un espacio de tiempo para jugar, para
conectar con nuestro niño interior.
Es importante, darle la mano a ese niño
que todos llevamos dentro. Algunos estudios demuestran que dedicar
tiempo a actividades propias de la infancia, que no supongan responsabilidad o
competitividad, pero sí desinhibición y juego, está relacionado con mayores
niveles de felicidad y menores niveles de estrés.
Reaprendamos a
tomarnos la vida como un gran campo de juegos
Para ello, os traemos formas diferentes para sacar al niño
interior que llevamos dentro:
Colorear
Quizás estés familiarizado con el
fenómeno de los libros de mandalas para
colorear, sino, pregunta en tu librería más cercana y te asombrarás. No se
trata de una simple moda pasajera, sino que, cuando coloreamos, nos sumimos
en un estado de concentración y desconexión de los problemas del día a día que ayuda a
reducir el estrés.
Jugar al aire libre
Los niños, especialmente en ambientes abiertos, corren, saltan y
trepan por todo lo que se encuentran. Sin embargo, de adultos, lo que hacemos
en la naturaleza suele ser más pasivo: comemos al aire libre, puede que
caminemos y, en algunos casos, practicamos deportes de riesgo.
Aunque todas esas actividades son
beneficiosas, la clave en este punto es hacer actividades más desestructuradas, que rompan
con nuestra rutina y
que pongan al cuerpo en situaciones poco comunes, para practicar habilidades
como el equilibrio.
Es por eso que es bueno trepar a los árboles, columpiarnos,
saltar a la comba, etc., porque son estados físicos no habituales.
Los juegos al aire libre nos sacan de
la vida sedentaria
que muchos de nosotros llevamos
Estas prácticas y juegos no solo
desestresan y despiertan zonas de nuestro cerebro olvidadas, sino que, una vez
en la práctica, liberan endorfinas, nos
entusiasman y conectan con nuestro lado aventurero.
Soñar despiertos
Soñar despiertos es el equivalente a tomarnos un rato para nosotros mismos, sin nada que hacer, en el que dejemos
vagar a la mente.
Puede ser en cualquier situación: tumbados en el parque, tomando
un baño o sencillamente sentados en el sofá de casa mirando por la ventana.
La clave es no sentirse culpable por
“estar perdiendo el tiempo” y dedicar un rato a dejar tranquila a nuestra mente,
lejos del flujo de responsabilidades continuas del día a día.
Soñar despiertos no solo nos da un
respiro, sino que además es un buen mecanismo para potenciar la creatividad, ya que, a menudo, cuando dejamos
vagar las ideas al azar, estas se reordenan y hacen conexiones que nos permiten
ver la realidad, los problemas que tenemos entre manos, de una forma distinta.
Crear
Hablando de la creatividad,
cualquier actividad relacionada con ella es un estimulante perfecto para los
estados de ánimo positivos. Está demostrado que las personas con un hobby creativo están menos estresadas mientras lo
practican.
Los niños colorean, hacen recortables, collares de macarrones,
puzzles… Lo importante aquí es dar rienda suelta a nuestra creatividad, a
nuestros deseos de producir algo, aunque no vaya a traer ningún beneficio
material e incluso, aunque creamos que no se nos da bien.
¿Te gusta cocinar, tejer, dibujar,
construir maquetas? Lo que se te ocurra, lo importante es trabajar con las manos en actividades
que nos ayuden a tomarnos la vida menos en serio, al menos
durante un rato.
Abrazar
Los niños son mucho más desinhibidos a
la hora del contacto fisico.
Desafortunadamente, conforme nos vamos haciendo mayores ponemos más barreras
físicas entre nosotros.
Pero abrazarse, darse la mano, demostrar el cariño a
nuestros seres queridos mediante el contacto es una fuente de felicidad.
Abrazar estrecha los
lazos afectivos, ayuda a crear un clima de intimidad y,
cuando hay malos rollos
de por medio,
es una buena manera de suavizar el ambiente
Dormir la siesta
O dormir bien,
en general. A veces sacrificamos las horas de sueño para poder llevar a cabo
todas las actividades que nos proponemos, pero dormir
bien y descansar el cuerpo y la mente es fundamental para la salud,
tanto física como mental.
Cuando dormimos nos regeneramos y es la
única forma de alcanzar un estado óptimo de energía para enfrentar los retos
del día a día. A veces una siesta puede ser una forma de renovar fuerzas para el resto del día.
Así que no pienses que cuando duermes estás perdiendo el tiempo,
en realidad, estás invirtiendo en ti.
No tener miedo a
equivocarse
Mientras crecemos, lo estamos aprendiendo todo y es normal que
nos equivoquemos una y otra vez, ¡forma parte del aprendizaje!
Por alguna razón, de adultos tendemos a
ver los errores como fallos y no como partes del
camino, lo que hace que el miedo a equivocarnos a menudo nos paralice y nos distancie de nuestros deseos y
metas.
Equivocarse no es un
fracaso, es el síntoma de que lo hemos intentado y
una buena forma de seguir
aprendiendo
En definitiva, siempre que puedas, deshazte de tus prejuicios,
juega, corre, salta, pierde el equilibrio y haz actividades sin ningún fin
práctico o económico, verás como recuperas parte de la ilusión y el entusiasmo
que seguro que recuerdas como un tesoro de la infancia.
Ese niño que llevas dentro está
esperando que le des la mano para salir a que os divirtáis.
(Inspirado en este artículo.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario