El camino a la felicidad
Con el paso del tiempo uno va
adquiriendo más conocimiento y va tomando conciencia de algo vital
para la evolución y el aprendizaje correcto del ser humano, uno se
da cuenta que las teorías no valen gran cosa. Racionalizan, nos
animan a emplear la lógica, estructuran y definen. Sin embargo,
esto no es la acción. Y sin la experiencia que nos da la práctica,
no hay aprendizaje.
No lograremos nada si nos ceñimos
solamente al pensamiento racional, lógico, deductivo. Podemos dar
vueltas a una idea mil veces, ponerla de todas las formas, dibujarla
de todas las maneras, quitarnos el sueño, amargarnos la vida…y en
el fondo solamente será una idea, un pensamiento, aire en nuestra
cabeza, vacío o vaho que no moja.
El pensamiento racional nos puede
llevar hasta un determinado punto en el conocimiento de las cosas,
por eso hay que desarrollar un pensamiento que va más allá de ese
pensamiento racional y que se llama… INTUICIÓN.
ESE DON TAN DESCONOCIDO COMO POCO
VALORADO Y QUE TODOS TENEMOS.
Los pensamientos y las ideas sin la
acción no sirven de nada, se quedan en mero conocimiento teórico.
Y ya sabemos que de la teoría a la práctica hay una gran
diferencia, es decir no podremos saber si algo funciona hasta que
probemos que funcione. Evidente sí… pero una evidencia que nos
cuesta mucho aprender, nos gusta teorizar mucho, pero practicar muy
poco.
También está la otra posibilidad,
es decir la acción sin el pensamiento ni la idea clara, es sin duda
peligrosa esta actitud pero al menos se obtienen resultados y
conocimientos, los que sean, buenos o malos. Pero ambos nos serán
útiles si sabemos manejarlos de la forma adecuada.
Hemos venido a experimentar (la única
forma de integrar conocimientos), sin embargo nos escudamos tras la
comodidad muchas veces; represente ésta la felicidad o no. Todos
los días veo personas que me comentan que no son felices con la
vida que llevan y cuando las animo a que tomen decisiones, hagan
cambios, se echan atrás, unas por miedos absurdos y la gran mayoría
por comodidad, se niegan a salir de esa mal llamada “zona de
confort”, que curiosamente en el momento actual es la menos
confortable para muchos seres humanos.
Hay que arriesgarse y probar. Ir a la
fuente original de las cosas. Que no te lo digan, que lo sientas tú.
No queda otra, pues la experiencia de
los demás no sirve como experiencia propia, nos puede servir de
referencia nada más.
Aquí radica el verdadero sentido de
la vida y el de la búsqueda de la felicidad, pues de eso
precisamente se trata la vida: de hacer las cosas, no de esperar que
alguien te diga que hacer. De disfrutar sin que alguien te diga qué
puedes o qué no puedes disfrutar. De no vivir bajo preceptos
establecidos ni bajo reglas obsoletas.
La vida se trata de vivir.
Es algo más de práctica que de
teorías.
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