BAILANDO CON LA VIDA
No se ve, pero existe.
Es ese momento en el que sabes algo, aunque
no sabes por qué.
El
día que pasas ante un millón de caras que te arañan con los ojos
porque no pueden con las uñas y, a pesar de todo, levantas la
cabeza. Y no sabes cómo has sido capaz…
Cuando sonríes para forzar a tu alma a estar
feliz.
Cuando no te escondes aunque el miedo se ha
hecho una cabaña en tu espalda.
Ese día que llegas al lugar de la cita y
notas que es el último encuentro sin apenas tener que mediar
palabra.
Son
todos esos momentos en los que sabes que estás conectado a ti y te
escuchas a ti mismo…
Cuando estás tan harto de quedarte callado
que dices lo que piensas y ya no te importa si eso gusta o no.
Cuando te falta camino porque necesitas andar
durante un siglo.
Cuando imaginas un lugar donde vivir que no
sale en los mapas.
Esa canción que cuando suena te abre en
canal y te transporta.
Ese
aroma que te arranca todas las escamas del cuerpo y te recuerda
cuando bailabas…
Cinco minutos aquella tarde ante un café
cuando supiste que no podía ser pero entendiste que era lo mejor.
El momento en el que decidiste que no te
importaba e ibas a seguir adelante.
Cuando te miraste al espejo y ya no viste a
la niña sino a la mujer.
Cuando todos te decían que no, pero tú
sabías que eran ellos quienes estaban locos.
No
sabes qué es, pero lo notas…
No
sabes por qué lo sabes, pero lo percibes.
En el tacto de unos pies pequeños.
En
esas amapolas de un rojo tan intenso que invade tus pupilas y que
crecen en cualquier lugar porque no les importa el entorno…
En
esos días en que todo se encadena…
Esos
días en los que brillas y seduces.
En
el aire inesperadamente fresco en una noche de verano que te acaricia
las piernas desnudas.
En
el festival de paraguas que rompen el gris de una mañana de otoño
en la ciudad más triste del mundo…
Cuando te cruzas con alguien y notas que
necesita una palabra amable y sabes justo cuál.
Cuando alguien te mira y sabes que su
compañía te cura, te amansa, te calma.
Es algo dentro de ti que es más fuerte que
el asco o la rutina. Una fuerza que hace que cuando crees que no
puedes más, notes que aún te queda aliento y sabes que llegarás.
Esa sensación que te atravesaba de arriba
abajo cuando por más que insistías no encajabas hasta que un
atardecer decidiste que te apeabas de ese intento estúpido por
parecer algo que no eras.
Es como un amarre en tu interior al que
puedes aferrarte cuando el viento sopla tan fuerte y tan frío que
apenas puedes permanecer en pie.
Esas ganas de seguir, aunque la niebla lo
invade todo y no sabes qué camino pisas.
Ese entusiasmo por dar un paso más cuando ni
siquiera te ves los pies.
Esa
magia que hace que tu pecho se expanda y tu cabeza se llene de ideas
maravillosas…
Te
ha pasado muchas veces, lo sé. Sin embargo, cuando te desconectas de
esa sensación, apenas la recuerdas, cuando vuelves a tu rincón sin
esperanza, ni siquiera sabes que existe…
Que
hay un tú auténtico que fluye y funciona, un ser que no está
sujeto a la ley de la gravedad y a ratos vuela…
Que
intuye quién es y a dónde va y sabe que nada puede desviarle, que
se conecta a sí mismo y a la vida y percibe cuándo otras personas
están conectadas…
No
sucede siempre, pero cuando pasa es extraordinario. Entonces, todo
encaja, todo fluye, todo adquiere forma y sustancia. Te sientes vivo,
te sientes entero, te sientes enorme y maravilloso…
Ahora
cierras los ojos y suplicas que sea eterno, que dure siempre…
Quién
sabe, tal vez, de qué depende…
Es
una fuerza que lo invade todo y eres tú…
Y
entonces te das cuenta de que sólo por haberlo vivido ya eres
distinto, ya sabes que está ahí, que es posible, que vas a
perseguirlo y a buscarlo, que lo llevas dentro y sólo tienes que
dejarlo salir…
No
se ve, pero existe. Lo has fabricado tú porque lo necesitabas. Lo
has encontrado porque no podías permitirte que no existiera…
Lo
has imaginado y ahora lo tocas. Es esa fuerza gigante que guardas
dentro y que siempre te empuja, que siempre te sostiene, que te hace
meterte
en mil caminos que nadie andaría y librar
batallas que para otros no tienen sentido.
Eres
tú mismo, bailando con la vida…
Eres
tú confiando en ti.
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