LA RESPUESTA ERES TÚ
Soltar…
¡Qué difícil!
Es
como si hubiéramos nacido para acumular y retener. Y lo hacemos con
todo, con lo bueno, hasta que pierde el sentido… Con lo que parece
malo, porque nos gusta sentir ese dolor que nos recuerda quiénes
somos… Como si la punzada nos hiciera sentir vivos…
Y
es que a veces, nos hemos identificado tanto con nuestras penas que
somos nuestras penas. Y cuando alguien nos pregunta quiénes somos,
nos limitamos a detallar una lista de agravios terribles que hemos
tenido que soportar en la vida, como si fuera nuestro currículum,
como si aquello fueran nuestras señas de identidad y nuestras
credenciales…
No
soltamos el dolor porque creemos que somos nuestro dolor. Y sentimos
que si dejamos de mirarnos en el fondo de nuestras tragedias, no
seremos nada… Nos hemos acostumbrado tanto a nuestra rabia, nuestro
resentimiento contenido… que pensamos que es nuestro carácter,
nuestra personalidad. Y si dejamos ir esa actitud, no seremos nadie…
El
dolor construido día a día forma a veces parte de nuestra esencia y
tememos perdernos si dejamos que marche… Porque mientras te dolía
lo que otros decían de ti construiste una coraza que te ha permitido
ser quién eres… Porque al sentirte minúsculo te pusiste a
crecer para demostrar que eras grande… Porque la ira sin desatar te
permitió construir un futuro mejor a base de superarte…
¿Qué
me queda sin la energía que me dio mi dolor?
¿Qué
tengo sin la fuerza que desencadenó en mi ese miedo, esa rabia, esa
humillación?
La
respuesta es fácil… Tú.
No
eres tu dolor, eres lo que has construido con él. Ahora ya no
lo necesitas, ya no te sirve para seguir porque ya no eres esa
persona triste y necesitada de mostrar al mundo que vales la pena…
En realidad, no lo fuiste nunca, nunca, pero no lo podías ver…
Hiciste
lo correcto pero con fines equivocados. Usaste la adversidad para
crear algo hermoso, algo bueno para ti… Pero el objetivo no debía
ser demostrarle nada al mundo sino crecer y confiar en ti. Pensabas
que si te querían y aceptaban, te amarías tú y ahora ves que en
realidad era al revés…
No
importa ahora. Cada uno hace lo que puede con lo que está a su
alcance.
Y
ahora que sabes que puedes, debes soltar… Deja las muletas y camina
solo. No necesitas apoyarte en nada ni nadie porque has descubierto
la verdad, el poder es tuyo. No vuelvas a cederlo ni arrendarlo. A
nada, a nadie, ni a una versión de ti cómoda y cobarde…
No
necesitas ese dolor porque lo has transformado.
Aspiras
al máximo. No tienes límite…
Deja
de preocuparte. No importa qué camino tomes porque sabes que llegado
el momento, sabrás rectificar o aprovechar lo que encuentres en él.
No
importa si te equivocas porque convertirás ese error en palanca.
No
importa si tienes miedo, porque sabes que aprenderás de él y lo
superarás.
Tal
vez aún no te has dado cuenta, pero manejas algo muy valioso entre
manos, tú.
Ahora
que has despertado y te has quitado la venda de los ojos que sólo te
dejaba ver cuando brillaba el sol, ya sabes que lo único que
necesitas está dentro de ti.
No
esperes nada.
No
busques nada.
Arráncate
la culpa de las entrañas porque está ocupando el espacio del amor…
Arranca
las raíces que te han salido en la conciencia y que te atan a un
pasado que no eres tú…
Llevas
el equipo de asalto a la vida incorporado.
Lo
que necesitas llegará.
Tan
sólo suelta lastre y siente.
Deja
que pase.
No
eres al animal herido, eres la hermosa bestia que sobrevivió…
No
eres el niño abandonado , eres el niño que aprendió a quererse.
No
eres la que lloró durante mil años, eres la que ahora sonríe.
No
habites una persona que ya no eres. Vuelve a ti, a ti de verdad.
Suelta
esa parte de ti que a veces tiene ganas de agarrarse al miedo y
quedarse quieta.
Suelta
todo lo que te tiente a aferrarte y depender.
No
necesitas salvavidas, porque vuelas. No necesitas nada más, te
tienes a ti.
Corre
el riesgo de ser tú y verás que siempre compensa…
Deja
de preguntar… La respuesta es siempre la misma… La respuesta eres
tú.
Mercè
Roura
No hay comentarios:
Publicar un comentario