Libres
son quienes crean, no quienes copian. Al
fin y al cabo, copiar solo es seguir las ideas de los demás. Crear
es hacer realidad nuestros sueños a
partir de la nada, producir algo determinado a partir de nuestra
capacidad artística, imaginativa o intelectual.
Arriesgarse
con ideas propias es la máxima expresión de libertad.
Las personas libres piensan creando, acercándose de manera genuina a
su propio éxito. La última de las libertades humanas es la
elección de la actitud personal
que debemos adoptar frente al destino para decidir nuestro propio
camino.
La
obediencia puede ser considerada como una virtud o como una
imposición. En casos extremos, no será ninguna de las dos
acepciones. Ojalá
pudiéramos ser desobedientes cada vez que recibimos órdenes
que humillan nuestra conciencia o
violan nuestro sentido común. Ojalá nos permitiéramos serlo.
Nadie te puede dar libertad. Nadie te puede dar igualdad o justicia.
La tienes que tomar tú.Enseñar, es enseñar a dudar
Eduardo
Galeano, fue
un periodista y escritor uruguayo considerado como uno de los más
destacados artistas de la literatura latinoamericana. En su obra
“los hijos de los días”, Galeano
nos enseña a dudar a partir de la crítica, de la reflexión y el
debate. Nos
anima a dudar sobre las ideas que nos vienen dadas, como mandatos
inamovibles.
Para
ser realmente libres, la
duda es fundamental para construir, con la colaboración de todos,
esas ideas liberadoras que nos hagan más humanos, más
dignos, más libres. En el mundo al revés se nos enseña a padecer
la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de
escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo.
Para
este autor, en la escuela son obligatorias las clases de impotencia,
amnesia y resignación. Denunciaba que mandar recitar de memoria lo
que no se entiende es hacer papagayos. Demandaba que a
los niños hay que enseñarles a ser preguntones para que se
acostumbren a obedecer a la razón, no
a la autoridad, ni a la costumbre.
“Al
que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo
compra”
-Eduardo
Galeano-
La
libertad de iniciar algo nuevo requiere mucho esfuerzo y valentía,
pero eso es lo que diferencia el camino al éxito de más de lo
mismo. Vivir es arriesgarse, y como dijo Søren Kierkegaard,
padre del existencialismo, arriesgarse
es perder pie por un tiempo, pero no arriesgarse es perder la vida
por completo.
No
nos debe importar perder una batalla, tener esperanza es también
arriesgarse a fracasar.
De hecho, piensa que el mayor riesgo en la vida es no arriesgarse
nunca. Si no arriesgamos nada, no hacemos nada, y estaremos
encadenados por nuestros miedos, siendo esclavos de ellos. Algo que
finalmente nos llevará a perder nuestra libertad.
Podemos
deslizarnos por la vida sin entregarnos enérgicamente a ella.
Podemos no exponernos a los fracasos,
a los errores, a las decepciones, al dolor. En cierta forma, esta
forma de vivir es en realidad una negación de la vida. Con
frecuencia se trata de una incapacidad de dar y otras veces, de una
gran falta de seguridad, de temor a exponerse, a arriesgar.
Si
vivimos una vida dominada por la pereza, por la evitación, por el
cansancio y por la falta de esfuerzo nos estaremos perdiendo la
mejor versión de nosotros mismos. Así,
si damos un paso adelante, aunque nuestros proyectos e ideas a veces
fracasen hay algo que nunca perderemos: nuestra capacidad para
decidir.
Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo:
unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen,
y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.
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