Me
quedo con los que se olvidan de odiar y de reprochar las faltas…
Con los que nunca harán vudú ni se pasarán media vida quejándose
de otros mientras ellos hacen lo mismo.
Me
quedo con los tristes que se convierten en dueños de su tristeza y
la miran a los ojos cada madrugada.
Con los locos que han llegado a creerse que se puede saltar y la red
se dibuja… Con los que se ensucian y se arrugan la ropa. Los que
caminan sin saber a veces a dónde pero no dejan el camino…
Me
quedo con los que ya saben que no saben nada. Con los que se han dado
cuenta que no se puede escapar porque tu miedo siempre te persigue….
Hasta que no lo abrazas.
Me
quedo con los que nunca se hacen viejos.
Con los que siempre intentan ponerse en piel ajena aunque, a veces,
eso les arañe la propia piel… Me quedo con los que hacen el
ridículo por lo que aman y con los que se ríen de su cara de susto.
Me
quedo con todas la tardes de lluvia mirando por la ventana y soñando
un sol que luego cuando sale abrasa y a veces espanta. Porque
lo deseado siempre parece más hermoso que lo que ya está contigo.
Me
quedo con todas las noches imaginando otras vidas que no fueron
posibles y las vacío en mi papelera para cerrar todas esas puertas.
Lo tiro todo, incluso lo que tal vez pueda necesitar porque todo está
impregnado de ese antiguo asco con el que me despertaba esperando que
alguien me salvara. Porque yo siempre busqué a alguien que me
salvara de mí misma, que me ayudara en este camino tan arduo y
complicado. Hasta
que descubría que nunca lo haría nadie… Hasta que yo no decidiera
que el camino podía ser distinto.
Me
quedo con este momento presente, sea como sea. Porque está, porque
es, porque ha tenido el honor de llegar y pegarse a esa sucesión de
momentos en los que parece que no pasa nada pero en realidad se está
creando una vida, un destino, un futuro… Porque este día se nos va
a escapar mientras imaginamos cómo nos gustaría que fuera y
desdeñamos cómo es ahora… Sin
darnos cuenta de lo que perdemos no estando presentes ni respirando
sin esperar nada.
Me
quedo con mis enfados absurdos y los repaso uno a uno para comprender
por qué soy tan humana. Me quedo con mis emociones contenidas en la
espalda, en la garganta, en las lágrimas que no caen porque no les
doy permiso.
Me
quedo con mi gato que ahora maúlla y me mira, aunque sé que no me
ama tanto como yo y sólo quiere comida… Aunque no me importa,
porque sé que incluso
lo que falta significa algo de lo que aprendo.
Me
quedo conmigo, aunque a veces no esté a la altura de mi yo más
puro. Aunque haya hecho cosas que no me gustan ni gustan…
Aunque huyendo
de mis miedos, me metí entre sus redes… Huyendo de la
injusticia fui injusta… Huyendo de los gritos y las malas caras, me
desgarré la garganta… Gritando…
Me
quedo con la niña perdida que llevo dentro que me hace ser tan
arisca y desconfiada, que me obliga a mirar de reojo y pedir
explicaciones a otros por esas cosas que yo también hago… Que se
siente sola, cansada de pedir y no recibir, que quiere que le hagan
caso y que llora mientras ríe, que se ha quedado helada jugando a lo
mismo de siempre y mezcla los recuerdos y a veces no sabe quién es.
Me
quedo con cada uno de mis errores. Con mis caminos perdidos y
equivocados buscando sentirme menos vacía y darle sentido a mi vida
gastada buscando sentido…
Me
quedo con este día y lo amaré como si fuera el último mientras
pienso que es el primero de muchos que vendrán sin sombra, muchos
que ya no marearán mi alma cosida ni mis pies exhaustos de tragar
caminos llenos de piedras.
Me
quedo aquí, aunque no sea el mejor lugar, ni el mejor momento, pero
es el mejor posible… Y voy a intentar amarlo como si lo hubiera
inventado y vivirlo como si lo hubiera elegido.
Me
quedo a ver qué pasa, porque moverse o es siempre avanzar y quedarse
no es siempre un acto cobarde… A
menudo pensamos que seguimos adelante, pero en realidad estamos
huyendo. Creemos que escogemos y en realidad somos escogidos por
nuestro miedo… Creemos que bailamos con nuestros problemas, cuando
en realidad sólo nos dejamos llevar por ellos… A veces, pensamos
que llevamos las riendas y en realidad sólo nos sujetamos a ellas
mientras ese el carro nos arrastra…
Me
quedo aquí, mirando sin perder detalle. Perdida en lo que nunca me
pierdo y dejándome llevar por la magia de no saber, no comprender,
no controlar, no pertenecer, no esperar…
Me
quedo aquí… Porque siempre tuve miedo a quedarme por si no
aguantaba la envestida, pero me dice mi intuición que el viento
huracanado que temo que me arrastre es en realidad un brisa fresca
que va a impulsarme a mi nueva vida…
Tengo
una sensación, una corazonada…
Hoy
me quedo, a ver qué pasa…
Mercè
Roura
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