TENACIDAD MENTAL
El motor psicológico para hacer que las cosas pasen
La
tenacidad mental es algo más que una actitud ante la vida.
Nadie llega a este mundo con esa capacidad innata para sobreponerse a
cualquier adversidad o para aunar la determinación más osada, esa
con la cual alcanzar cualquier meta o propósito. La fuerza de
voluntad que impregna esta dimensión psicológica se entrena, se
adquiere con la experiencia y con elevadas dosis de perseverancia.
Capacidad
de desafío, autocontrol, confianza… Son muchas las dimensiones que
edifican este tipo de mentalidad, pero desde el campo de la
psicología nos señalan algo importante: todos
podemos desarrollar esta competencia tan valiosa y necesaria.
Asimismo, la persona tenaz no se define solo por esa disposición con
la que intentar alcanzar el éxito en su trabajo o conquistar un
objetivo.
La
tenacidad es, a su vez, el aliento de la superación y el bienestar
con uno mismo. Tiene
por tanto, un componente que se vincula directamente con la
autoestima y que favorece nuestro sentido de autorrealización. Es
percibir que somos capaces de conseguir aquello que nos proponemos,
es sentirnos dignos, valiosos y capaces de dar forma a la vida y
realidad que deseamos.
«Abandonar
puede tener justificación; abandonarse no la tiene jamás».
-Ralph
W. Emerson-
Tenacidad
mental, ¿qué es?
Cuando
las cosas se ponen difíciles, lo más complicado puede ser el
proceso de toma de decisiones;
qué camino tomar y, más importante aún, de dónde sacar la
motivación para afrontar esa circunstancia inesperada.
Admitámoslo, vivimos
en una sociedad que pone la atención en dimensiones como la
inteligencia,,
el talento, la creatividad, el carácter extrovertido, el liderazgo,
etc. Ahora bien, ¿dónde queda la tenacidad?
La
fortaleza contenida en eso que llamamos ser tenaz es, posiblemente,
la competencia más valiosa que pueda tener el ser humano. Y
sin embargo, no siempre nos la enseñan en la escuela, no siempre nos
dan pautas para saber cómo despertarla. A menudo, hacemos uso de
ella porque nos la han transmitido nuestros padres, porque
determinadas figuras nos han inspirado y guiado para aplicar con
efectividad esos recursos que conforman la tenacidad mental.
Sisu es
un concepto de origen finlandés muy arraigado a su cultura. Este
término integra una fascinante combinación de ideas y dimensiones
como la resiliencia, el estoicismo, el coraje, la determinación y
por supuesto, la tenacidad mental. Algo curioso sobre este término
es que lleva integrado en Finlandia desde orígenes inmemoriales,
todos saben lo que significa pero pocos pueden explicarlo con
palabras concretas.
Fue
en el tercer Congreso Mundial de Psicología Positiva en Los Ángeles
del 2013, cuando se presentó por primera vez ante la comunidad
científica esta idea. Sisu se
concibió como un potencial de energía psicológica capaz de ayudar
al ser humano a alcanzar un objetivo, a superar una adversidad y a
ser persistentes en este proceso.
Asimismo,
hay quien asegura que este compendio de virtudes psicológicas
estaría presente como un rasgo de personalidad en muchos casos. Es
cierto, no obstante, hay
otro aspecto en el que hay consenso: cada uno de nosotros podemos
aprender a desarrollar la tenacidad mental.
La
mayoría de estudios que se han realizado sobre la tenacidad mental
vienen del mundo del deporte. Así, trabajos
como los de la doctora Patricia Pritchard, de la Universidad de
Virginia destacan que esta
fortaleza mental requiere de componentes como la fuerza de voluntad,
el compromiso, al autocontrol y la confianza.
Ahora
bien, destacan también un
elemento esencial: la autoestima.
Pensémoslo bien, sin este músculo psicológico nada sería posible.
Si uno no se aprecia a sí mismo, si no se valora lo suficiente para
sentirse merecedor de aquello que sueña, quiere y necesita,
difícilmente daremos el primer paso.
La
persona tenaz es aquella que se niega a sentirse derrotada. Es
también, ese corazón que aun siendo consciente de que está
agotado, de que la vida le ha dado más de un golpe y algún
esquinazo, se niega a perder la ilusión y el amor propio. Debemos
por tanto tenerlo muy presente: sin autoestima no hay chispa, sin
esta dimensión no encenderemos el motor de la tenacidad mental.
Nadie
logra grandes avances en su vida sin asumir compromisos o
riesgos.
Es
decir, es muy posible que nos hayamos colocado una serie de elevados
objetivos en nuestro futuro próximo, tales como conseguir un buen
trabajo, aprobar una oposición o dar ese cambio tan necesitado en
nuestra existencia.
Ahora
bien, es difícil que eso llegue si
primero no nos sondeamos a nosotros mismos: ¿estoy
preparado para dar ese salto? ¿Estoy bien conmigo mismo? ¿Me siento
motivado, tengo los recursos psicológicos adecuados? Por
tanto, atendamos esas cuestiones prioritarias y para ello nada mejor
que ir entrenando esos nutrientes que conforman la tenacidad
psicológica. Son los siguientes:
-
Autocuidado: la tenacidad psicológica requiere antes de nada, que nos sintamos bien con nosotros mismos. De ese modo, es crucial que nos atendamos, que fortalezcamos nuestra autoestima, que apaguemos miedos e inseguridades, que clarifiquemos propósitos, necesidades internas, etc.
-
Actitud. La persona tenaz entrena su actitud y esa disposición siempre resuelta, fuerte y optimista que le permite encarar el día a día con solvencia.
-
Hábitos basados en la tenacidad. En nuestras jornadas debemos empezar a aplicar pequeñas rutinas que nos ayuden a fomentar la tenacidad mental. Ello implica, por ejemplo, ser capaces de lograr pequeños objetivos sin rendirnos, siendo perseverantes. También es importante, que aprendamos técnicas de resolución de problemas, aplicando a su vez, una mentalidad flexible, creativa e intuitiva para saber apreciar oportunidades.
Para
concluir, no
perdamos de vista esta maravillosa piedra angular psicológica que
nos ayudará a trazar destinos más felices y
sobre todo, ajustados a nuestros sueños y necesidades.
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