20.10.20

Para hallar la paz no necesitas comprar nada, sólo maravillarte de lo mucho que vales

NADIE CONSIGUE UNA VIDA NUEVA SIN RENUNCIAR A SU VIDA VIEJA

Nos venden cualquier cosa. Sólo hace falta que sintamos un poco de angustia en el pecho, un poco de hambre de algo que no se sacia comiendo… Y picamos. Y no me refiero solo a sacar la tarjeta de crédito que todo lo aguanta o eso parece, hablo de comprar ideas, pensamientos, cuentos tristes, historias pegadizas, historias en las que parece que no eres nada ni nadie si no tienes, si no pareces, si no te traicionas a ti mismo.

Estás tan cansado de no saber a dónde vas que compras el destino de otro, el sueño de otro, la vida de otro sí parece una vida o al menos desde fuera tiene mejor pinta que la tuya. Sólo hace falta mirar en las redes sociales, te venden ser escritor sin haber escrito una palabra en tu vida (tampoco pasa nada por no haberlo hecho), solucionar tus problemas de dinero en una tarde, acabar con tus ojeras en una semana… Te venden reducir la grasa en dos semanas, sentirte un dios al volante de un coche, noches de descanso en cápsulas, historias de amor vía app para ligar con desconocidos… 

Compramos amor fácil que no es amor sino dependencia… Amistad que no es amistad sino conveniencia. Talento que no es talento sino apariencia… Nos venden cualquier cosa, haga falta o no, porque tenemos miedo a vivir desnudos y sentirnos vulnerables. Porque nos sentimos tan incapaces de encontrar lo que realmente buscamos que pensamos que con el último modelo de algo pareceremos mejores. Nos venden cualquier cosa porque nos comparamos y somos tan crueles con nosotros mismos que siempre salimos perdiendo al contemplarnos… Nos venden cualquier cosa, da igual que sea humo y huela a humo, mientras venga envuelta en papel brillante y nos la recomiende una persona hermosa en un anuncio… Alguien que parece que tiene esa vida que amas, que buscas, que deseas.

Sin embargo, nadie cambia de vida sin haber asumido antes la actual. Sin sentir todos y cada uno de sus miedos y emociones enquistadas, sin ver de dónde vienen todas sus decisiones y gestos, sus creencias más arraigadas y limitantes, sin haberse perdonado por todos y cada uno de sus errores y descubrir que tal vez fueron necesarios.

Nadie cambia de vida usurpando una vida ajena ni fingiendo, ni gastándose todo el dinero que tenga para fabricar otra.

Nadie cambia de vida por escribir una frase positiva vacía en un post-it y leerlo mil veces. No es que eso sea malo o bueno, es que para llenar tu vida de algo nuevo, primero hay que vaciarla y sacar la basura, pasar revista, ver qué llevas dentro almacenado, en qué estás creyendo que te destruye y limita…

Nadie consigue una vida nueva sin comprender y soltar su vida vieja. Sin aceptarla y abrazarla. Sin surcar dentro de sí mismo y airear lo que le asusta y avergüenza… Sin notar toda la culpa acumulada que se colgó encima y soltarla… 

Nadie cambia de vida sin renunciar a la forma de vida que le llevó al callejón sin salida en que se encuentra y los pensamientos que les hicieron esclavo. 

La vida nueva nos cuesta la vida vieja y hay que estar dispuesto a ello para poder empezar. 

Acumulamos tanto dolor y tanta angustia que compramos lo fácil. Cambios de vida de fin de semana, coches que impactan, cremas que reducen arrugas, fatigas, grasas acumuladas… Y no es que eso sea negativo, el problema es que lo usamos para tapar otras cosas. No hay nada de malo en darse un lujo ni permitirse lo mejor, porque lo merecemos, el problema es ponerse la crema pensando que cuando acabes el tarro serás mejor y te amarás más. Pensando que sin arrugas y con un mejor coche serás más digno o digna de amor. Cuando, en realidad, tu valoración sobre ti mismo tiene que estar siempre fuera de duda y nunca pendiente de lo que pareces o consumes. 

Estamos tan asustados por no “ser comprables” por otros, por no ser dignos de amor, respeto, atención, por quedarnos solos e indefensos que compramos cualquier fórmula mágica para seguir pareciendo apetecibles. Y a veces, lo que compramos no está mal, pero como complemento, no como motor de nuestro cambio ni origen de nada… No sin ir acompañado de un proceso interior de valoración, amabilidad contigo mismo y respeto… No sin reconocernos y aceptarnos. 

Compramos para calmar el miedo, pero no nos damos cuenta de que compramos más miedo, porque lo que buscamos no está en una tienda, ni en súper, ni en una página web, sino muy dentro de nosotros. Compramos algo que parece que mitigará el dolor de no sentirnos suficiente para este mundo que no para de moverse y girar y que cada día exige lo último de lo último sin importar quién se queda en el camino. Sin embargo, nada de eso sirve porque su efecto no dura, porque siempre hay algo mejor, más brillante, más caro, más nuevo y siempre necesitas más para calmar el dolor de no saber quién eres.  

Compramos historias tristes y finales catastróficos porque nos valoramos tan poco que no nos sentimos capaces de creer en nosotros mismos… Porque no confiamos en nosotros ni en la vida. A veces, compramos miedo envuelto, embotellado, a la carta, en directo, a todas horas… Y otras veces compramos un positivismo facilón, sin sustancia, sin un trabajo de fondo ni una aceptación de la realidad previa, que hacen que sea humo, vacío… que lo convierten en más miedo maquillado en forma de frase bonita y pegajosa que te sigue esclavizando todavía más porque te llega a hacer creer que si dejas de sonreír y mirarlo todo de color rosa la vida te dará un hachazo descomunal por haber fallado… 

Eso es exactamente lo mismo que comprar miedo pero con otro perfume… Porque para encontrar la paz que buscas no necesitas comprar nada, sólo la maravillosa idea de lo mucho que vales y el amor que te mereces… Para estar bien no necesitas parches, necesitas encontrarte y compartir y, si hace falta, dejarte acompañar en el proceso.  

Y luego, cuando te amas y reconoces, compra lo que quieras. No desde el miedo, sino desde el amor que te tienes a ti y a otros. Compras porque mereces, porque te apetece, porque las pequeñas motivaciones externas nos ayudan a seguir cuando por dentro estamos verdaderamente motivados. 

Cuando ya te sientes bien, contigo, por dentro, sin fisuras, no compras lo mismo. No necesitas parecer ni aparentar. No buscas maquillar nada porque tu desnudez no te asusta. Compras lo bueno porque lo mereces. Ni finales felices edulcorados y sin sentido ni finales catastróficos que nunca van a suceder. Vives consciente de que vives y respiras.  

A veces, si miras lo que compras cuando estás desesperado, puedes darte cuenta de lo que tú no te das, de lo que te niegas, de lo mucho que te descuidas y lo mucho que te necesitas. 

Podemos comprar lo que queramos, pero es importante tener claro que nada de eso nos hace mejores. Nada llena vacíos interiores ni nos convierte en alguien que no somos. Sólo nosotros podemos darnos lo que realmente necesitamos. Mientras no hagamos eso, todo lo demás es un parche… Comprar miedo no calma el miedo.  

Mercè Roura

https://mercerou.wordpress.com/2020/10/18/nadie-consigue-una-vida-nueva-sin-renunciar-a-su-vida-vieja/

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